En este silencio nada amenazador, sino sereno y acogedor, el tiempo parece haberse parado. La cama, el sillón, el aparato de música, la blanca habitación en su totalidad me protege de mí mismo y me dice que no pasa nada, que no hay de qué preocuparse, y no me dice mucho más.
Es entonces cuando al callar el cerebro los colores de esa bolsa (naranja), ese estuche (verde), esa revista (negra), esa foto (de todos los colores) adquieren más realce y uno Es y Existe aunque poco Haga. Tras comer, la tarde con amigos, no sin primero descansar del descanso algo cansino. La vida tiene muchas alternativas a las convencionales y el cuerpo se tiene que ir amoldando a ellas. Y lo hace.
Fue un año terrible y una salida entusiasta hasta que empezaron las molestias. Pero molestias, sólo molestias. Y todo está bien en este instante.
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