sábado, 27 de octubre de 2018

SI YO SUPIERA ESO SERÍA UN MAGO


Recuerdo que en uno de mis numerosos ingresos en el hospital de agudos de San Sebastián ( y es que no quiero decir la palabra psiquiátrico, qué pensarían de mí, ni pensar) le pregunté a un psiquiatra que pasaba por poco de los treinta años, lo siguiente: "¿Oiga y usted sabe si esto me ha ocurrido porque al haber pensado yo que si actuaba de una forma X pero al hacer Y y producirse Z me encontré algo desorientado y entonces todo explotó en H?" Bueno, alguna burrada parecida.

El joven psiquiatra se me queda mirando serio, con cara de póker,  se acaricia la barbilla, y me dice tras unos segundos: "Estee, si yo pudiera responder a esa pregunta yo no sería un psiquiatra, sino una especie de mago".

DISFRAZARSE DE UNO MISMO



    Una persona que he conocido por accidente ha contado que ayer leyó el siguiente cuento: "Había una vez una persona que siempre había pasado olímpicamente de los carnavales y que no le gustaban nada. Pero un año, cuando estos se acercaban pensó: 'Este año me voy a disfrazar, pero me disfrazaré de mí mismo'. Y así fue, que fue él y que hizo lo que le iba saliendo. No hizo daño a nadie, pero se le veía muy feliz. En estas se le acercó una persona amiga y le dijo: 'Oye pero qué bien te veo' 'Ya es que este año me he disfrazado de mí mismo' 'Oye pues sigue,  sigue'."

  Llevo veinte meses de depresión: En la depresión uno de los mensajes que uno más recibe de sí mismo es este: "Eres un desastre". He decidido disfrazarme de mí mismo. O sea, de desastre. Si no hago daño a nadie, ¿Algún problema?

LET ME IN / DEJAME ENTRAR (1)




     

La verdad es que, en el fondo, a mí no me gustaba la música de Nirvana; fue un grupo musical de rock (dentro de las múltiples interpretaciones y posibles variantes del término que rodean a esa palabra en negrita) formado a finales de los ochenta; y tampoco tenía mucha simpatía por su cantante, Kurt Cobain. Al tipo de música en el que se encasilló sobre todo a Nirvana y a Pearl Jam, se le llamo Grunge, y se dice, o por lo menos lo dice Wilkipedia (que es un lugar al que, según algunos sabios, no hay que acudir, por ser superficial y a veces inexacto) que esa palabra, “Grunge”, proviene de una pronunciación relajada del adjetivo “grungy”, jerga usada en ingles para decir “sucio”. Este encasillamiento en esa etiqueta, que también se sustituía a veces por “sonido de Seatlle”, no gustó nada al ser rebelde y rabioso que era Kurt Cobain; por lo menos en sus últimos años; se ponía camisetas en donde estaba escrita, en ingles, claro, la frase “El grunge está muerto.” Wilkipedia dice también que lo que hacían los grupos “Grunge” era un subgenero del rock alternativo influenciado por el punk y otras tendencias. Ahí lo dejaré.
En abril de 1994, cuando Cobain decidió acabar con su vida de un disparo en la cabeza, la historia me llamó la atención. Leí sobre el tema. Cobain pasaba periodos terribles de depresión (yo ya había empezado con el tema dos años antes).
Recuerdo el comentario que hizo una persona que yo conocía por entonces, sobre el tema de la muerte de Cobain, cómo no.
Todo el mundo opina. El individuo tenía unos diez años más que yo, o sea, treinta y tantos, y comentaba sorprendido: “Yo no lo entiendo; lo tenía todo, musicalmente reconocido, famoso en el mundo entero, millonario, mujer, hija, todo, lo tenía todo”. Eso era todo pues. Si tienes eso en el año 1994, ¿Cómo se te ocurre abandonarlo? ¿Eres idiota o qué? Afortunadamente, en 22 años, las cosas han cambiado mucho en esos aspectos; la depresión grave y sus horribles estragos se han comenzado a tratar y sobre todo a difundir y a comprender muchísimo mejor que entonces; y es que Cobain padecía, lo digo por segunda o tercera vez, muy severas depresiones, aparentemente ilógicas (¿o no lo he dicho? no voy a ver); resulta que estas depresiones eran alternadas en otras épocas con euforias claramente ilógicas. Trastorno bipolar. Personalmente añadiré una cosa. Puedo asegurar que a nivel afectivo y material lo he tenido TODO. Pero aseguro que ese TODO, no es NADA, si uno está sufriendo una depresión cruelmente agresiva.
 Antes de que Cobain se matara yo ya conocía a ese tío. De hecho sólo usaba su música, cuando estaba absolutamente desesperado. Digamos que lo hacía cuando mis sentimientos tocaban, o abrazaban totalmente, el pánico interno. Sólo entonces…Bastante significativo. Hace muchísimo tiempo que el cuerpo no me pide dosis de Nirvana. Respiro…Y ya era hora, porque cada semana que pasa mi respiración sigue progresando, en positivo, claro. Aunque hoy tengo un día fatal.
Sobre el tema del suicidio debo decir una cosa: nunca, nunca, calificaré moralmente a nadie que lo ponga en práctica.
En realidad, afortunadamente, en eso también se ha avanzado, y hoy, a diferencia de tiempos más remotos, casi nadie se pone a calificar moralmente el acto suicida. He dicho casi nadie, siempre queda gente que lo sabe todo sobre todo. La cobardía y eso.
Pero la generalidad se da cuenta de que la vida no es tan simple como para reducirla a unos parámetros demasiado concretos; por suerte, ahora se moraliza menos.
Lo que siempre me ha parecido una tontería es algún comentario suelto por ahí del tipo “No se te ocurra hacer una tontería” refiriéndose claramente a lo que ya sabemos. ¿Y es que, cómo se puede denominar a algo tan serio con la palabra “tontería”? Otra cosa es que no sea de aplaudir... Pero ¿Una tontería? Uno simplemente, se larga del mundo por diversas razones; a veces de forma natural y hasta racional y otras en medio de muchas dudas y luchas internas (las interpretaciones reprobatorias desde la sacralidad o la dignidad de la vida humana o, lo que es peor, decir (¿Desde qué tipo de autoridad moral?) que la vida es un deber además de un derecho, me parecen un desatino de un calibre tan bestia  que no tengo adjetivos suficientes para concretarlo; y es algo de lo que ya hablé y me vuelvo a repetir; pero no me importa repetir esto; aparte de que ni justifico ni condeno el acto suicida)).

Cobain forma una banda en la que expulsa toda su rabia e insatisfacción provocada por el sospechoso sueño americano (o por sus propios problemas personales, no quisiera caer yo tampoco en supuestas trascendencias sin cuento). Ataca duramente y se ataca a sí mismo en sus propias letras. Mucha, muchísima rabia. Y lo convierten en un héroe. La voz de una generación angustiada, la generación “X”. Y tiene millones de seguidores. Todo esto, a Cobain, parece gustarle a veces, pero en otras ocasiones, esa fama desmesurada parece ponerlo a cien. Humanamente el hombre no parecía un dechado de virtudes (yo mismo tampoco lo soy), fue una víctima de sí mismo, su enfermedad y sus circunstancias, entre las que estaba la letal heroína.
Hay algunas personas que opinan que Cobain no supo asimilar el éxito y eso le llevó a la catástrofe. Puede ser. Pero como ya he dicho (¿otra vez repitiendo perroflauta literario Rabella?) Cobain tenía una enfermedad grave y no soportaba su dolor. Siendo famoso o triunfador o no siéndolo, el sufrimiento es igual para todos. Y ha habido bipolares célebres (Virginia Woolf, Ernest Hemingway y otros) que se han suicidado. Pero también  hay muchas personas anónimas con este trastorno. Nosotros podríamos ser bipolares vulgares y corrientes. No lo sé. 



LET ME IN / DEJAME ENTRAR (2)




En la última etapa de la vida de Kurt Cobain, Nirvana ofrece un concierto acústico por medio del canal de televisión MTV. En ese concierto, Cobain no dejó de estar brillante, pero no parecía disfrutar. Es casi mítica actualmente, la última canción que interpretan; sobre todo, por la manera en la que  Kurt Cobain la canta: Su título era “Where did you sleep last night?”, también llamada “My girl” o “In the pines”. Esa canción no es de ellos. Es una canción estadounidense de folk, que data de los años pertenecientes a la década de 1870, y se cree que es del sur de los Apalaches. La identidad del autor es desconocida. En la letra, habla en primera persona alguien celoso que pregunta a su chica dónde durmió la noche anterior. En la última estrofa, la voz de Cobain sube de volumen hasta la estratosfera, con un tono abrumadoramente colérico, aunque sin dejar de ser melódico; se parte el pecho, parece estar dispuesto a destrozarse la garganta y dejar todas sus vísceras en el micrófono y en su histeria brutal tiene que tomar aire un segundo antes del final; y luego suelta dos palabras más, casi las vomita. Esto, tras la última parte instrumental, produce una admiración y unos aplausos apoteósicos…

Pero después, Cobain parecía que estaba y no estaba allí realmente. La forma en la que se despidió del público, con un “Thank you” entre burlesco y descolocado, la manera en que se levantó y firmó los autógrafos como quien acaba de levantarse y se dirige a desayunar, sus pasos lentos, eran los de un hombre aparentemente perdido, que “parecía” acabado. Claro, sabiendo lo que pasó, ahora es fácil especular sobre eso, es fácil decir “estaba acabado” (mucho ojo con esa frase; lo dice alguien que ha creído estarlo innumerables veces y que ya se siente una nueva persona estrenando su vida). Quizá sólo era un mal día, hasta un mal mes o año. Un amigo me dijo que en ese concierto Cobain estaba ya como si le hubieran dado la extremaunción. No, pienso yo, estaba claramente deprimido y de la depresión se puede salir y se sale. Si no se hubiera suicidado y se hubiera medicado bien, consiguiendo abandonar la heroína, hoy quizá estaría con vida. Así que es muy fácil hablar a toro pasado, y no tiro la primera piedra.

Pero pasó lo que pasó. Poco tiempo después del concierto acústico, Kurt Cobain fue a una clínica de desintoxicación por su adicción a la heroína. Los síndromes de abstinencia debieron de ser terribles en dicha clínica, no aguantó y terminó escapando. Unos días más tarde se produce el final por todos ya conocido.

Su amigo Michael Stipe, frontman del famoso grupo musical estadounidense REM, profundamente conmovido por la noticia,y estando en los días en los que él y su grupo grababan un nuevo álbum, tuvo fuerzas para componer una canción dedicada a Cobain. Y qué canción: Título: Let me in: Déjame entrar: Aquí va parte de la traducción:



Si todas las estrellas caen como gotas de mantequilla

Las promesas son dulces…

……Hey, déjame entrar,

Hey, déjame entrar

Sólo deseo poder oír tu bajo susurro

Señor pescador, en una tierra menos popular,

él reunió a sus seres queridos y los trajo a todos,

para decir adiós, buen intento…

Hey, déjame entrar

Hey, déjame entrar,

Tenía en mente tratar de detenerte, déjame entrar,

Déjame entrar…

Tengo alquitrán sobre mis pies y no puedo ver

A todas las aves mirando y riéndose de mí,

Torpe, rastreando mi piel…”



La música de la canción me impresiona; con una guitarra que truena desoladora en lo que parece ser un único acorde, o como mucho dos o tres, la suave y cariñosa voz de Stipe, sólo parece pretender COMPRENDER, amar a su amigo muerto (“tenía en mente tratar de detenerte, déjame entrar”), sin juzgarle; la canción es un abrazo musical en medio del desierto, y qué decir de las últimas palabras: “Tengo alquitrán sobre mis pies y no puedo ver a todas las aves mirando y riéndose de mí, torpe, rastreando mi piel”. Cualquiera que haya pasado por una depresión o se haya sentido alienado (y para esto no hacen falta depresiones), puede sentir subírsele algo por la espina dorsal, que le agarra la fibra bien fuerte.

sábado, 20 de octubre de 2018

CUANDO LA MUERTE NO ES EL PROBLEMA



  En ciertas delicadas ocasiones de la vida de uno, cuando ha solido escuchar lo de "Todo tiene solución menos la muerte", no ha podido evitar pensar con cierta pequeñita rabia, "pero como se puede soltar tan tremendo disparate". Porque para empezar, no todo tiene solución, y para seguir, para ese uno, en esos momentos, la muerte no era el problema, sino la solución. Sí, estaba atormentado, o amargado o lo que fuera.

     No hay tema más tabú que el de la muerte. En una dirección o en otra. Una autora de la que soy fan lo declara en el sentido de que nadie quiere hablar de ella porque es el fin que todo el mundo teme, y que no se quiere afrontar. Se borra del mapa. Pero existe otra dirección en el que el tema es tabú y está algo relacionada con el suicidio. Algo. Nadie debe desear la muerte. Eso nunca. Lo último. Hay que luchar. El que se quita la vida es un cobarde y un egoísta. También me parecen un disparate esas opiniones, cuando no se conoce el contexto total, con todos los matices, de aquel que deseó la muerte o incluso intentó que aquella le poseyera. Conozco casos, algunos muy queridos, y no les juzgaría jamás. Jamás.