jueves, 10 de mayo de 2018

EL MAR BALSAMICO


  Un hombre llevaba varios días atormentado y lleno de dudas pensando que no estaba haciendo las cosas como tenía que hacerlas y estaba bloqueado. Las dudas no tardaron en convertirse en miedos bloqueadores y estaba preso de pánico pensando que esos miedos le iban a llevar a lugares antiguamente conocidos y muy desagradables.

 En estas se encontró con un amigo  que iba andando por la calle como él, pero muy tranquilo. Como tenía confianza y estaba desesperado le contó a su amigo su situación.

 Este le dijo que no estaba obligado a hacer nada de lo que creía que debía hacer pero que estaba muy desconectado de sí y necesitaba conectarse consigo mismo para tener cierta paz. Para ello le indicó como vehículo la naturaleza, en concreto el mar, que estaba a unos metros de donde estaban. No mires el mar con el pensamiento sino que siéntelo con los ojos y con los oídos, le dijo su amigo.

Y eso hizo el hombre. Se puso a andar al lado del mar con el corazón abierto y este le comunicó paz, acogida,  y elevados afectos balsámicos con su movimiento, sonido y ritmo; y lo transformó en otra persona esa misma tarde.
Bendijo aquella tarde en que no hizo nada más que salir de ese estado neurótico en el que estaba para abrazarse al bien de la naturaleza que le curó con su fuerza; con la fuerza de ese mismo mar que había ignorado durante décadas en las que  lo miraba como quien mira a una farola...

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