domingo, 25 de diciembre de 2016

LO SMART ME VUELVE TONTO



Resulta que hoy, ha ocurrido otro incidente con mi mp3 (y van, incidentes, y mp3-es...). Las teclas no me obedecen y no es que no hagan nada, sino que las teclas que toco provocan una reacción del mp3 que está muy alejada de la  originariamente  correcta. De la que las instrucciones decían que hacía según el botón que tocabas, vamos.

Ya sé por qué es. Este mp3, como otros, tiene la tendencia temeraria de hacer viajes independientes desde mi bolsillo (de la camisa o del pantalón), o del lugar a donde se engancha en el pantalón, con destino a tierra. Suelo, evidentemente. Unas buenas hostias, como decimos los vascos, que somos la hostia. Y claro, estos viajecitos temerarios del mp3 no provocan su fin o muerte inmediata, sino que poco a poco le hacen perder facultades hasta el momento letal en que dice, el mp3, ya no hay más.

Para colmo las nuevas generaciones de mi familia me dicen que estoy muy atrasado con lo del mp3, que la música es mucho mejor con el ipod o el móvil mismo.

 Y ahí llega otro problema. Todavía no tengo teléfono inteligente (traducción literal de smartphone) por el cual escuchar música de mejor calidad que en el mp3; y no es postureo o de que yo me resista a caer en el smartphone, como si este provocara cáncer aunque lo utilices bien. Cualquiera que me conoce sabe que no me considero mejor que nadie por no tener el smartphone todavía, ni por casi nada. Pero es que yo no uasapeo (el error es del autor del blog) y sólo me falta salir con internet a la calle, con los sustos que me da a veces en casa. Llamada o sms. Y justo.

Y además necesito tener todavía objetos tontos, como mi móvil cavernícola  o mi anticuado mp3 aficionado a las  sensaciones intensas y peligrosas (y de esto mejor no le cuentes nada a nadie, lector, que es un secreto y además no quiero que la gente se entere de que no es el mp3, sino que la tara viene de que soy un desastrado), y necesito tener esos  objetos tontos, para que no me vuelvan a mí mismo más tonto, los objetos inteligentes, ocupando el lugar de la sesera que me queda para cosas prácticas.  Pues mi cabeza anda maquinando con cosas y luego uno eskrive halgo vien, por esa maquinación y cierto dominio del idioma o del verbo. Y claro, mientras mi cabeza anda maquinando sin mi permiso, pues voy perdiéndolo todo para recuperarlo finalmente. Tengo un ángel de la guarda. 

Y con lo tonto que soy para las cosas más prácticas e importantes, si me rodeo de cosas inteligentes que hagan las mínimas tareas que NECESITO hacer yo mismo para no perderme en mi propio barrio y para ello terminar  recurriendo a un inteligente gps para caminante (que los hay, los hay, en China y aquí, me suena), pues mal andamos, y más tonto estaré, pues si para no perder tiempo en las cosas más básicas dependo de objetos que vivan por mí, cuando estos objetos no estén, yo ¿CÓMO voy a saber vivir?





Un chiste fuera de contexto de esta entrada: "Un alumno se llamaba 'Tareas' y cuando el profesor dijo 'tareas para casa', Tareas salió de la clase" jejejeje.

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