lunes, 30 de enero de 2017

JAVIER CERCAS


 El escritor Javier Cercas, publicó en 2001 la novela que le catapultó a una posición de escritor de éxito ("Soldados de Salamina"), tanto en ventas, como  en reconocimiento en el "complejo" mundo literario, aunque algunos "especialistas" literarios han llegado a denostar su obra (al "ganador" nunca le faltarán enemigos). Voy a citar a dos personalidades literarias que tienen en alta estima su obra: la primera es Mario Vargas Llosa, que calificó el  libro "Soldados de Salamina" como  obra maestra, así como su última novela "El impostor" también es considerada de la misma forma, o cuando menos parecida, por Vargas Llosa. Estamos, por cierto, a unos días de que salga a la venta una nueva novela que acaba de escribir quien da título a estas palabras. También habló muy bien de él, la "alta" personalidad académica de la literatura, Francisco Rico, pero eso ocurrió tras el éxito de "Soldados de Salamina".

Javier Cercas, publicó entre 1987 y 1997 dos novelas cortas ("El móvil" (dentro de cuyo título de novela corta también había relatos) y "El inquilino")) y una más extensa titulada "El vientre de la ballena". Ni caso le hicieron. Antes de publicar "Soldados de Salamina", tuvo que ganarse la vida como profesor de literatura en la universidad de Gerona. Tras el abrumador éxito de esta novela, se reeditaron posteriormente sus tres primeros libros, pero el libro "El móvil", escrito en 1987,  ignorado entonces y reeditado en 2003, sólo se reedita como la novela corta que daba nombre a todo el libro, suprimiendo los relatos; en la reedicón, recibe  grandes elogios por parte del arriba nombrado Francisco Rico, que advierte que nadie se acerque a ese libro, engolosinado (es una palabra ésta, que si la lees una vez, no se te olvida en 13 o 14 años) por "Soldados de Salamina". Que era muy buen libro ("El móvil") pero lo era de otro modo que la, cinco veces nombrada ya, novela de éxito propulsora de la explosión "Cercas". Y ahí, el propio Rico confirma mi hipótesis de que a Cercas le cuesta fabular, pues dice que el protagonista, Álvaro, es Cercas, o un trasunto muy cercano a él.

Yo leí la más afamada novela de Cercas, "Soldados de Salamina" (sexta vez que la nombro, no me controlo) en verano de 2002, en su edición número 22 y tras haber sido traducida a muchos idiomas. En dos días la leí. Me encantó. Me gusta mucho su manera de escribir. Es directo y nunca afectado. Es racional pero deja espacio justo y más que suficiente al sentimiento y al conflicto, necesario para que todo relato mantenga tensiones narrativas que enganchen y que te hagan penetrar en lugares mentales o emocionales intensos e interesantes, se resuelvan o no. No importa. El placer de leer su prosa directa y estupenda lo tuve con obras posteriores también: "La velocidad de la luz", novela. "Anatomía de un instante", hibrido, crónica novelística o novela en modo de crónica o ninguna de las dos cosas. Narración, de todas maneras, vibrante, de lo que ocurrio el 23 de febrero de 1981 en un país cuyo nombre te deja en mal lugar si lo dices según en qué lugar. Pues yo no pienso decir estado. Me apasionó la narración documentada y especulativa (es imposible narrar el 23-f  (tema de ese libro) y todo su contexto, como se hace en esa narración, sin especular, pues todavía quedan  bastantes flecos sin resolverse en torno a aquel episodio que ahora parece tragicómico, pero entonces dio un buen susto))  de "Anatomía de un instante". ¿Entraría dentro de la novela de no ficción que tan famoso hizo a Truman Capote con "A sangre fría"? Ni idea. Pero te lo repito, me encantó ese libro. Y también su siguiente novela, "Las leyes de la frontera". Ya no me gustó tanto el libro exclusivamente narrativo y no ficticio, "El Impostor", por muy alucinante que fuera el protagonista real, que creó una irrealidad monstruosa, pero como no me gustan las críticas literarias, no soy capaz de decir si ese libro es bueno o no, pues para mí, los gustos, o el momento, o la moda a la hora de leer según qué libro, cuentan mucho más de lo que se quiere reconocer en las calificaciones de libros, películas, o música

Todo este rollo para decir que, tras días sin forzarme a leer, he comenzado a releer "Soldados de Salamina" y me sigue gustando mucho.

En cuanto a decir que un autor es bueno o malo: Ay ay ay. El otro día me vino un señor muy amable dicéndome que todo el mundo tenía que leer "Patria", sobre todo en las ikastolas, y que el mejor escritor español (ostia, perdón) era Antonio Muñoz Molina, sin ninguna duda y con razón científica... Era muy sabio. Por eso me dio mucha pena que dejase de ser mi amigo. Él lo decidió, sólo porque no pude decirle que SI a todo.
A modo de anécdota:  "La velocidad de la luz", leída en 2005, la leí por segunda vez en 2008, lo que pasa es que  esa vez la leí (o releí), en un psiquiatrico, y ostras, aquí, ya acabo de perder todo honor, credibildad, dignidad y derecho a ser tenido en cuenta, y eso que no doy mi opinión, pero lo del psiquiátrico es ya imperdonable.

Otra anezdota: Tras haber leído "Anatomía de un instante" me leí, unos 3 o 4 años después otra obra de Cercas, "Las leyes de la frontera", por primera y única vez, pero, ay va, también en un sanatorio o psiquiátrico. En un pueblo denominado Usurbil, del que me suena que nunca hablé.
"El Impostor", leído en 2015, ya lo he dicho (¿y para qué lo repites?), no me gustó tanto. Por cierto, alguien puede pensar, por lo de las fechas, algo así como "o este pelma tiene buena memoria o es un impostor, él mismo". Yo apostaría por las dos posibilidades.

Hay algo  que me mosqueó un poquitin al respecto de Cercas,  y es lo siguiente: en un programa de radio se mofaron disimuladamente de él en torno a su libro "Las leyes de la frontera", insinuando lo que a mí me da por pensar sobre Cercas, o sea,  la poca capacidad de fabulación que ofrece en sus libros, o lo que es peor (y eso yo ya no lo comparto), insinuando que Cercas escribía siempre el mismo libro. Pero igual no hubo insinuación, pues soy muy mal analista de mis propios juicios. Porque además, luego le hicieron una entrevista, en ese mismo programa, y  sobre ese libro, en un tono muy  halagador, y totalmente opuesto al (por mí imaginado, o supuesto, o real) sarcasmo utilizado  para "descalificar" a Cercas tiempo atrás, sobre el hecho de cómo escribía o lo que escribía Cercas, tratando de que la mofa, quizá,  no se pillara del todo, pues se hizo de manera algo ambigua, como de consumo interno para la propia radio, o entre los interlocutores. Yo no tengo ni idea, me meto sin saber torear, porque nadie me da un duro por mis capotes.

A mí me encanta la manera de escribir de Cercas y me cae muy bien en sus entrevistas, me gusta mucho escucharle hablar sobre literatura, cuando no se mete por meandros demasiado retorcidos. Estuvo en 2005 en San Sebastián, promocionando "La velocidad de la luz" y disfruté mucho escuchándole. Sí, probablemente no es un gran fabulador pero a mí me gusta buena parte de su "literatura real", si es que ese termino me lo admite alguien.

Y bien, Cercas me encanta, muy a pesar de que antes de ayer, antes de ayer, repito, 29 de enero de 2017 después de Un Tío Loco, que además algunos dicen que ni existió, me encuentro con un artículo suyo en "El país semanal", a donde siempre acudo a leer a Montero, que suele estar en una página anterior a la que ocupa un escritor más listo todavía que el mismísimo Francisco Rico.
En ese artículo, Cercas decía que aunque la gente piense y afirme que vamos a peor y que la humanidad está fatal, nos encontramos, los humanos, mejor que nunca. Yo no me atrevo a hacer ningún comentario sobre la frase anterior, no vaya a ser que me tachen de algo que en realdad sí que soy.


Pero bueno, si alguien no quiere quedarse indiferente ante algo, le recomiendo que lea el artículo de antes de ayer de Cercas. Pon en google "el país semanal columnistas 29 de enero" y aparecerán publicaciones de hoy, de ayer y en la parte siguiente de la publicacón, verás varios epígrafes, de antes de ayer, con las fotos y nombres de Montero, Cercas, Rivas y Marías; pincha en Cercas "Cuanto mejor, peor".  Cercas dice en ese artículo, repito, que estamos mejor que nunca y cita a Nacho Carretero y Kiko Llaneras (que no sé quiénes son) diciendo  "..Carretero y Kiko Llaneras resumían así (lo de que estábamos muy bien; el paréntesis es mío) en un brillante reportaje publicado por este periódico: “Los datos señalan que la humanidad está en la mejor situación de su historia y, sin embargo, la mayoría cree que el mundo empeora”" Para demostrarlo, Cercas da muchos datos; sobre todo coincido con uno. La televisión sólo informa de lo malo.

Pero quiero ingenuamente pensar  que los tres, Carretero, Llaneras y Cercas, al hablar de la humanidad, están acordándose sólo de la humanidad  de occidente y de la humanidad del norte del planeta, que no está libre de alegrías ni de pecados. Y que quizá no se hayan acordado, en su dictamen, además, del sur del planeta, ni del ártico ni del amazonas, ni de la brutalidad de una crisis muy peligrosa y que está haciendo un daño terrible, y que este sistema parece no sostenerse muy bien (no lo digo yo, que decía el primer Pablo Iglesias, lo afirmaba José Luis Sampedro) como tampoco se sostendría el comunismo. Porque si me pongo a pensar con más detenimiento sobre ese artículo, me pondría muy nervioso. Y eso no me conviene. Porque no sabré qué o cómo pensar, y eso me pone fatal.

domingo, 29 de enero de 2017

BOMBA DE RELOJERÍA

Hola.
Aquí me presento para matar.
El tiempo.

Hay veces en las que el día no se ajusta a uno o al revés. Que importa. Al fin y al cabo, estos momentos que ni si quiera son apatía, ni siquiera son tiempos muertos, son  tiempos vivos en donde nada prodigioso, ni interesante, ni apasionante o divertido, sucede. Pero tampoco nada horrible: Victoria.
Soy y estoy. Feliz conmigo y sin mi. No deseo que nadie muera. De envidia. Porque estarían haciendo un análisis sesgado. No saben de mis maravillosamente traumáticas y muy divertidas noches.
Nublado, oscurece y parece que puede   llover. Y vamos a salir.
Creo que hay que tener algo de insolencia para escribir en público. A ver, quien te has creído que eres para presentar por escrito tus ocurrencias, pensando pretenciosa y prepotentemente que alguien puede estar interesado en tus tonterías de niño burgues de mediana edad.
 Una cosa es que no tengas miedo a hacer el ridículo y otra saber que lo puedas estar haciendo y provocando la pérdida del tiempo del santo inocente que se acerque a este cuadro a leer vaguedades. Bueno, pues ante el miedo de perder los papeles, he decidido deshacerme de ellos y ya están en la basura.
 ¿Y a quien se le ocurrió esa expresión de perder papeles? ¿Qué papeles? Ah, la reputación, la categoría, el estatus y toda esa basura, a la basura.

Es evidente que la calma interior y una moderada ilusión no inspiran. A la porra la inspiración con lo bien que se esta sin continuas altas sensaciones de bomba de relojería.

lunes, 23 de enero de 2017

NO SE QUÉ CREER O PENSAR

Comenzaré por contar algo que no le incumbe a nadie más que a mí. Que no creo que interese a otro quiero decir. Llevo casi dos meses sin poder leer un libro. He empezado muchos y no he terminado ninguno estos dos meses. Muchos dejados a las 20 páginas otros a las 40, otros en la página 2. Sé por qué es. Cuando andas escribiendo tienes muchas cosas en la cabeza, a toda velocidad anda ésta y esa cabeza no se concentra en lectura alguna. Eso me dijo un médico una vez.  ¿O me dijo lo de que no me concentraba por tener muchas cosas en la cabeza sin mencionar o referirse la escritura? No lo sé. Cuántas preguntas sin contestar se nos van quedando en esta vida.

No  recuerdo nada de muchas cosas, y tengo memoria. A mí me gusta leer pero...

Y continuo con datos de interés general y universal. Datos que son trending topic y de los que no se habla más que otra cosa en las redes sociales y en los medios periodísticos de todo occidente. Datos preocupantes. Son los que siguen.
Creo haberme despertado a las 9:30. Creo que a pesar de haber pasado tres horas desde tan magno aconticimiento, sigo despierto pero con una sensación soñolienta de alto grado. A pesar de tres cafeconleches caseros.
Creo que en el entretanto he escrito un par de chorradas en el facebook.
Creo que a veces no sé apreciar con justa medida  los peligros de las intensidades de ciertos estados míos. Yo esta frase anterior no la  he entendido muy bien y creo que quien escribe, a veces, busca hacerse el interesante y para ello recurre a una ambigüedad que en pie no se sostiene. Y que le retrata, como retratado estoy quedando yo con tantas palabras que, APARENTEMENTE, no dicen nada.

 Y por eso si tú, lector, has llegado hasta aquí y piensas continuar, te mereces la medalla al honor del ser humano más paciente y condescendiente (en el sentido más empático de la palabra) de la historia del humano. Que últimamente, y a pesar de tanto progreso, anda más idiota que nunca.


Creo que quizá debiera dejar de escribir una temporada y dedicarla a leer, fuera de las irremediables cosas domésticas y de otro tipo de cosas que no queda más remedio hacer. Por ejemplo afeitarme, que para mí es una actividad traumática y terrorífica. De hecho,yo por no tener que afeitarme me metería al mar todos los días a menos dos grados bajo alto riesgo de pulmonía, para que me afeitasen en el hospital.

Creo que ya no voy a empezar ninguna frase más con el modo del "Creo que".
Creo que me voy a llevar la contraria de una línea a otra y no haré caso de lo que creo.
Creo que si yo no empezase las frases así, con el "creo que" me encontraría sin muletas verbales con escayola de ideas y no podría andar-escribir aquí.
Creo que no entiendo nada. Esta mañana por lo menos.
Creo que debería de callarme ya.
Creo que no sé a dónde voy.
Creo que hay que aceptar el ocaso y el hasta aquí he llegado.
Creo que diré que estaré una temporada sin escribir, a ver si leo algo para escribir mejor, que es lo que más me ayuda emocionalmente.
Creo que si digo eso, puedo cumplirlo, pero puedo hacer el ridículo con el hecho de que a pesar de haberlo dicho, seguiré escribiendo.
Estoy seguro de estar escribiendo esto porque no consigo quitarme esta somnolencia molesta de otra manera.
Y avanzo y sigo y atravieso y perforo y peleo, (lento y somnoliento en contra del sopor), la hoja virtual y me pongo música y me rompo de forma positiva. Le meto la marcha, el cerebro y el tuétano a todo esto para arrancar y que me arranque del nada dulce sueño zombi  en el que estoy metido.
Pero sigo sin despertar así que debo de seguir y dejarme la piel en palabra, en ímpetu y en sentimiento, sacar toda la maleza inservible para poder VIVIR.


A ver si lo consigo.


viernes, 20 de enero de 2017

HISTORIA DE M. (primera parte)


O LA METAMORFOSIS AL REVÉS


En el año 2010 yo trabajaba en un taller de reciclaje de ropa. Creía estar bien. El que no lo estuviera es lo que menos importa en esta historia. Pues no es mi historia, sino la de M.
El  haber conocido a M., amigo protagonista de esta historia coincidió con una confusión general con respecto a una situación que mi cabeza me creó, y quizá si no hubiera estado yo en ese estado no me hubiera dado cuenta del valor de quien estaba a mi lado. M, claro; nuestro trabajo consistía en clasificar vestimentas, ropa, vulgarmente hablando, como buenas o malas (vendibles o no vendibles en una tienda dedicada a ello) para ponerlas en un cubo u otro; las ropas, en la primera barrida, las íbamos cogiendo de una gran, --cómo lo llamaría--,  “bañera”, llena de todo tipo de ropa. Con guantes, evidentemente. Te podías encontrar con ropa impecable y también con ropa desastrosa, que la gente había dado a caritas, que era quien conducía el material económico estructural de aquel taller en el que trabajábamos enfermos psíquicos,. Ropa buena a la tienda, ropa mala al entierro final de todos los finales, en contenedor último y definitivo  para ello. Que supongo que iría a un vertedero llamado San Marcos donde yo tuve la “gracia” de estar hace muchos años (trabajé de basurero los sábados noche de dos veranos) y es el lugar más mal-oliente en el que he estado. Si hubiera infierno, no podría oler peor que allí.
M. trabajaba a mi izquierda. Lo primero que llamaba la atención de él eran sus ineludibles 130 kilos de entonces. También llamaba la atención el hecho de que cuando nos veía esperando a una furgoneta que nos llevara al taller, bajase con una sonrisa cuando nadie le habíamos hecho ni  puto caso al principio; daba la impresión de que nos miraba con cariño. Conociendo lo que ya le conozco ahora estoy seguro de que lo hacía así. Otras cosas llamaban la atención en él: lo trabajador que era, y lo rápido que aprendía. La música hizo de celestina en lo que se convertiría en  una amistad extraordinaria que dura hasta hoy, y ojalá lo sea para siempre. Solíamos charlar de manera azarosa en principio, mientras trabajábamos… Coincidíamos en bastantes ideas y hasta en gustos musicales. Siempre trabajábamos con música y una vez sonó “One”, una canción de U2 de la cual tengo una impresión: estoy seguro que yo he escuchado esa canción en más ocasiones que los propios miembros del grupo U2. Para finales de 1995 ya la había escuchado cientos de veces, o sea que imagínese para hoy día. A M. también le encantaba. Mi ansiedad se calmaba algo cuando hablaba con él;  no puedo saber del todo por qué, (aunque hay algo que lo explica indirectamente), pero ocurría que yo le contaba mi vida de aquel momento y otros, desde la A a la Z cosa que no hago con el primero que se me presenta. Posteriormente me dijo que le caí muy bien. Yo pensaba, este es un buen hombre y no tiene un pelo de tonto, no me importaría tenerlo de amigo. También me ha solido decir que a la gente le da por contarle sus problemas a él. Esto explicaría mi actitud hacia él, indirectamente.
Mi último día de trabajo en aquel lugar, sucedió así: tras una serie de clasificaciones de ropa, una monitora nos puso a doblar camisetas. Pero camisetas como para equipar a un par de ejércitos al completo. Y a mí doblar camisetas siempre se me ha dado fatal.
Estaba ya muy muy mal y lo de las camisetas me hacía sentir como si un elefante se pusiera a pisotearme con gran entusiasmo, juguetón, pero con entusiasmo. Me largué en ansiedad millonaria. No volví a trabajar allí. Decidí ingenuamente leer y escribir. Un día me dio por ir a ver a mi encargado (persona extraordinaria) y a una de las dos monitoras (porque la otra no estaba en aquel momento, otras dos joyas) para regalarles una planta. La monitora de las camisetas me dijo que había dejado un amigo allí. Quién, pregunto. M. fue la respuesta. Anduvo preguntando por mí, a ver si no iba a venir más. No sé qué le dijeron al respecto. Lo que sé es que tenían por norma no dar el teléfono de nadie sin permiso de ese nadie, que era yo. Les dije que se lo dieran sin problemas, que me llamase cuando quisiera y que me gustaría quedar con él en Rentería (población Gipuzkoana (los vascos escribimos mal hen kastellano)), donde él vivía. Estábamos a principios de Diciembre de 2010. Pasaban días y hasta un par de semanas de diciembre. No llamaba. Le llamé yo al taller. Su madre andaba con vértigos, dijo. Que por eso no llamaba. El viernes en Rente, qué tal, le digo. De acuerdo, contesta.
A partir de ahora viene la historia de una persona fuera de lo común. Quedábamos todos los viernes y empezó a venir a San Sebastián y le presenté a mi novia….Continúa en una segunda y parte final.
                    












HISTORIA DE M. (SEGUNDA Y ÚLTIMA PARTE)







Bien, a M, que se iba soltando cuanto más nos conocíamos y cuya compañía se me hacía muy agradable, le ocurrió esto:
No supo que tenía una enfermedad psíquica hasta los 36 años. Yo le conocí con 38. M. aunque no lo reconozca mucho, lo pasó fatal. Creía que buena parte del mundo estaba en contra de él y que le seguían (no te rías todavía, esa paranoia durísima de la esquizofrenia, te podría atacar a ti algún día y quizá nunca llegaras a ser la persona tan bella como M. es, a pesar de ello).
Por supuesto M. no era tonto (es muy listo, cosa que él niega); esa enfermedad te hace sentir eso, véase la película “Una mente maravillosa”. Con 36 años se siente fatal, tras oír voces y no entender nada. Acude a urgencias del psiquiátrico. En ese lugar alucinan: Esquizofrenia paranoide de libro. Consiste que en las crisis (que no ha vuelto a tener ocho años después) la persona piensa que le insultan y que van a por él o que le quieren matar (yo no me reiría, aunque en una época mi ignorancia me hubiera provocado esa actitud).
No se explican que M. pudiera hacer todo lo que hizo sin tratamiento medicamentoso y con semejante enfermedad. Formación profesional, mecánica, ordenadores, trabajar de buzoneo, en una obra y algunas cosas más. Le ponen una medicina que frena sus paranoias: Zyprexa.
Pasa por un centro de día y tras dos años del ingreso le conozco. Euskera a la mañana, trabajo a la tarde, pastilla bestial a la noche y a las nueve dormido para levantarse a las siete a recibir clases de euskera, de las que no se entera, como yo no me enteraría con semejante medicación y motivación. En aquel momento, de qué le iba a servir el euskera.
Se va soltando, conoce a mi novia, empieza a venir a San Sebastián, en dos años difíciles para mí me llama y me visita a donde recaigo; en 2014 me quita con cariño ideas peligrosas de mi cabeza; y ya antes empezamos a quedar con él también los sábados con otro amigo (otro mejor amigo) ingresado desde hace años en un lugar para discapacitados físicos tras un accidente que tuvo. Ya somos los cuatro una familia.
Mientras tanto M. no desaprovecha el cariño que le tenemos pues él nos lo da a mansalva. Me graba cientos de canciones en dvds en mp3 y trae la música a mi vida. Su generosidad en tiempo y materia no conoce límites. Música para mí, total dedicación a buscarme la mejor oferta de ordenador, horas configurando y metiendo el antivirus, regalos a nuestro amigo ingresado, música para mi novia, sonrisa, carcajada generosa, bondad al límite. Que nosotros éramos personas especiales y que trabajaba por nosotros con vacío pues el viernes y el sábado vivía a tope nuestra amistad. Y nosotros la suya mil veces más, le queremos mucho mucho mucho.
Asuntos laborales y peso: toma una medicina, cuando le conozco que le está poniendo en posición de candidato al infarto con sus 130 kilos: la medicina (Zyprexa) que le dan le quita la basura mental, puede reír y vivir, pero esa medicina engorda directamente o provoca muchas ganad de comer. Hay una medicina, topamax llamada, que evita eso. Que se lo diga a su psiquiatra cuanto antes le digo yo. Dile tú según a qué psiquiatra lo que tienes que tomar. Díselo y le importará un rábano que tengas razón y que con tu peso te está poniendo en una situación peligrosa. Por suerte hace unos años el médico reacciona y le cambia esa medicina letal por otra, mientras M. camina y se somete a caminatas maratonianas y a una dieta estricta. Adelgaza en tiempo X, de 130 kilos a 97. Pero eso tampoco es bueno. Lo brusco en poco tiempo. ¿Pesará ahora 110  anti-estéticos kilos? Me importa un rábano, ya no es candidato a infarto.
Mientras tanto pasa por todos los puestos del taller, luego a la mañana, lugar en el mismo taller que nos conocimos pero a modo de inserción, aprende rápido, va a la tienda por una temporada con una encargada de tienda super super super buena y maja. Todo lo aguanta, está acostumbrado a que su cabeza y otros le falten al respeto. Ahora sólo trata bien a quienes le queremos. Ya era hora. Va a otra empresa de la rama de ropa de reciclaje que forma parte de la generalidad de un empresa en el que estábamos cuando trabajábamos juntos. Contrato y cinco horas. Esa empresa, que seguía siendo de caritas, la absorbe una empresa bilbaína de tan buen corazón que se le empieza a exigir un ritmo de trabajo tan intenso y brutal, de tanta rapidez, que nadie aguanta, y un día va a urgencias de su médico. Le dice que hace bien en venir, que le iba a dar la baja, pues de seguir así se iba derecho al psiquiátrico. Se va encontrando cada vez mejor, trabaja gratis en un invernadero, no hay trabajo en el que le paguen. Es feliz a pesar de que no le entiendan muy bien en familia.
Y generoso con todos, en tiempo, en regalos, en atenciones, se sale, se sale, y cómo no le vamos a querer. Y se merece ser feliz, sólo que a veces, la negatividad, mecanizada durante tantos años de enfermedad se lo come por las mañanas.
M. eres genial y os quiero a ti  a G. y a E. mogollón. Con Susana, sois lo mejor que tengo. Orgulloso de vuestra bondad, e inteligencia emocional,  pues no veo la mía tan cerca como la vuestra. Os lo merecéis todo, todo, todo, vosotros que sufristeis tanto en silencio y que me enseñáis con actos sin palabras.