lunes, 23 de enero de 2017

NO SE QUÉ CREER O PENSAR

Comenzaré por contar algo que no le incumbe a nadie más que a mí. Que no creo que interese a otro quiero decir. Llevo casi dos meses sin poder leer un libro. He empezado muchos y no he terminado ninguno estos dos meses. Muchos dejados a las 20 páginas otros a las 40, otros en la página 2. Sé por qué es. Cuando andas escribiendo tienes muchas cosas en la cabeza, a toda velocidad anda ésta y esa cabeza no se concentra en lectura alguna. Eso me dijo un médico una vez.  ¿O me dijo lo de que no me concentraba por tener muchas cosas en la cabeza sin mencionar o referirse la escritura? No lo sé. Cuántas preguntas sin contestar se nos van quedando en esta vida.

No  recuerdo nada de muchas cosas, y tengo memoria. A mí me gusta leer pero...

Y continuo con datos de interés general y universal. Datos que son trending topic y de los que no se habla más que otra cosa en las redes sociales y en los medios periodísticos de todo occidente. Datos preocupantes. Son los que siguen.
Creo haberme despertado a las 9:30. Creo que a pesar de haber pasado tres horas desde tan magno aconticimiento, sigo despierto pero con una sensación soñolienta de alto grado. A pesar de tres cafeconleches caseros.
Creo que en el entretanto he escrito un par de chorradas en el facebook.
Creo que a veces no sé apreciar con justa medida  los peligros de las intensidades de ciertos estados míos. Yo esta frase anterior no la  he entendido muy bien y creo que quien escribe, a veces, busca hacerse el interesante y para ello recurre a una ambigüedad que en pie no se sostiene. Y que le retrata, como retratado estoy quedando yo con tantas palabras que, APARENTEMENTE, no dicen nada.

 Y por eso si tú, lector, has llegado hasta aquí y piensas continuar, te mereces la medalla al honor del ser humano más paciente y condescendiente (en el sentido más empático de la palabra) de la historia del humano. Que últimamente, y a pesar de tanto progreso, anda más idiota que nunca.


Creo que quizá debiera dejar de escribir una temporada y dedicarla a leer, fuera de las irremediables cosas domésticas y de otro tipo de cosas que no queda más remedio hacer. Por ejemplo afeitarme, que para mí es una actividad traumática y terrorífica. De hecho,yo por no tener que afeitarme me metería al mar todos los días a menos dos grados bajo alto riesgo de pulmonía, para que me afeitasen en el hospital.

Creo que ya no voy a empezar ninguna frase más con el modo del "Creo que".
Creo que me voy a llevar la contraria de una línea a otra y no haré caso de lo que creo.
Creo que si yo no empezase las frases así, con el "creo que" me encontraría sin muletas verbales con escayola de ideas y no podría andar-escribir aquí.
Creo que no entiendo nada. Esta mañana por lo menos.
Creo que debería de callarme ya.
Creo que no sé a dónde voy.
Creo que hay que aceptar el ocaso y el hasta aquí he llegado.
Creo que diré que estaré una temporada sin escribir, a ver si leo algo para escribir mejor, que es lo que más me ayuda emocionalmente.
Creo que si digo eso, puedo cumplirlo, pero puedo hacer el ridículo con el hecho de que a pesar de haberlo dicho, seguiré escribiendo.
Estoy seguro de estar escribiendo esto porque no consigo quitarme esta somnolencia molesta de otra manera.
Y avanzo y sigo y atravieso y perforo y peleo, (lento y somnoliento en contra del sopor), la hoja virtual y me pongo música y me rompo de forma positiva. Le meto la marcha, el cerebro y el tuétano a todo esto para arrancar y que me arranque del nada dulce sueño zombi  en el que estoy metido.
Pero sigo sin despertar así que debo de seguir y dejarme la piel en palabra, en ímpetu y en sentimiento, sacar toda la maleza inservible para poder VIVIR.


A ver si lo consigo.


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