viernes, 20 de enero de 2017

HISTORIA DE M. (SEGUNDA Y ÚLTIMA PARTE)







Bien, a M, que se iba soltando cuanto más nos conocíamos y cuya compañía se me hacía muy agradable, le ocurrió esto:
No supo que tenía una enfermedad psíquica hasta los 36 años. Yo le conocí con 38. M. aunque no lo reconozca mucho, lo pasó fatal. Creía que buena parte del mundo estaba en contra de él y que le seguían (no te rías todavía, esa paranoia durísima de la esquizofrenia, te podría atacar a ti algún día y quizá nunca llegaras a ser la persona tan bella como M. es, a pesar de ello).
Por supuesto M. no era tonto (es muy listo, cosa que él niega); esa enfermedad te hace sentir eso, véase la película “Una mente maravillosa”. Con 36 años se siente fatal, tras oír voces y no entender nada. Acude a urgencias del psiquiátrico. En ese lugar alucinan: Esquizofrenia paranoide de libro. Consiste que en las crisis (que no ha vuelto a tener ocho años después) la persona piensa que le insultan y que van a por él o que le quieren matar (yo no me reiría, aunque en una época mi ignorancia me hubiera provocado esa actitud).
No se explican que M. pudiera hacer todo lo que hizo sin tratamiento medicamentoso y con semejante enfermedad. Formación profesional, mecánica, ordenadores, trabajar de buzoneo, en una obra y algunas cosas más. Le ponen una medicina que frena sus paranoias: Zyprexa.
Pasa por un centro de día y tras dos años del ingreso le conozco. Euskera a la mañana, trabajo a la tarde, pastilla bestial a la noche y a las nueve dormido para levantarse a las siete a recibir clases de euskera, de las que no se entera, como yo no me enteraría con semejante medicación y motivación. En aquel momento, de qué le iba a servir el euskera.
Se va soltando, conoce a mi novia, empieza a venir a San Sebastián, en dos años difíciles para mí me llama y me visita a donde recaigo; en 2014 me quita con cariño ideas peligrosas de mi cabeza; y ya antes empezamos a quedar con él también los sábados con otro amigo (otro mejor amigo) ingresado desde hace años en un lugar para discapacitados físicos tras un accidente que tuvo. Ya somos los cuatro una familia.
Mientras tanto M. no desaprovecha el cariño que le tenemos pues él nos lo da a mansalva. Me graba cientos de canciones en dvds en mp3 y trae la música a mi vida. Su generosidad en tiempo y materia no conoce límites. Música para mí, total dedicación a buscarme la mejor oferta de ordenador, horas configurando y metiendo el antivirus, regalos a nuestro amigo ingresado, música para mi novia, sonrisa, carcajada generosa, bondad al límite. Que nosotros éramos personas especiales y que trabajaba por nosotros con vacío pues el viernes y el sábado vivía a tope nuestra amistad. Y nosotros la suya mil veces más, le queremos mucho mucho mucho.
Asuntos laborales y peso: toma una medicina, cuando le conozco que le está poniendo en posición de candidato al infarto con sus 130 kilos: la medicina (Zyprexa) que le dan le quita la basura mental, puede reír y vivir, pero esa medicina engorda directamente o provoca muchas ganad de comer. Hay una medicina, topamax llamada, que evita eso. Que se lo diga a su psiquiatra cuanto antes le digo yo. Dile tú según a qué psiquiatra lo que tienes que tomar. Díselo y le importará un rábano que tengas razón y que con tu peso te está poniendo en una situación peligrosa. Por suerte hace unos años el médico reacciona y le cambia esa medicina letal por otra, mientras M. camina y se somete a caminatas maratonianas y a una dieta estricta. Adelgaza en tiempo X, de 130 kilos a 97. Pero eso tampoco es bueno. Lo brusco en poco tiempo. ¿Pesará ahora 110  anti-estéticos kilos? Me importa un rábano, ya no es candidato a infarto.
Mientras tanto pasa por todos los puestos del taller, luego a la mañana, lugar en el mismo taller que nos conocimos pero a modo de inserción, aprende rápido, va a la tienda por una temporada con una encargada de tienda super super super buena y maja. Todo lo aguanta, está acostumbrado a que su cabeza y otros le falten al respeto. Ahora sólo trata bien a quienes le queremos. Ya era hora. Va a otra empresa de la rama de ropa de reciclaje que forma parte de la generalidad de un empresa en el que estábamos cuando trabajábamos juntos. Contrato y cinco horas. Esa empresa, que seguía siendo de caritas, la absorbe una empresa bilbaína de tan buen corazón que se le empieza a exigir un ritmo de trabajo tan intenso y brutal, de tanta rapidez, que nadie aguanta, y un día va a urgencias de su médico. Le dice que hace bien en venir, que le iba a dar la baja, pues de seguir así se iba derecho al psiquiátrico. Se va encontrando cada vez mejor, trabaja gratis en un invernadero, no hay trabajo en el que le paguen. Es feliz a pesar de que no le entiendan muy bien en familia.
Y generoso con todos, en tiempo, en regalos, en atenciones, se sale, se sale, y cómo no le vamos a querer. Y se merece ser feliz, sólo que a veces, la negatividad, mecanizada durante tantos años de enfermedad se lo come por las mañanas.
M. eres genial y os quiero a ti  a G. y a E. mogollón. Con Susana, sois lo mejor que tengo. Orgulloso de vuestra bondad, e inteligencia emocional,  pues no veo la mía tan cerca como la vuestra. Os lo merecéis todo, todo, todo, vosotros que sufristeis tanto en silencio y que me enseñáis con actos sin palabras.

No hay comentarios:

Publicar un comentario