jueves, 30 de marzo de 2017

PESADILLA

Voy en el autobús que me lleva a mi casa hacia el anochecer. Cuando me doy cuenta de que el bus ha saltado mi parada pido al chófer que me abra la puerta; fuera de parada. No lo suelen hacer pero el chófer es muy amable y lo hace. En cuanto salgo del autobús, o justo ya saliendo, me doy cuenta de que me he dejado la mochila dentro de este. Donde llevo la cartera. Donde llevo el bono-bus de imán electrónico.

En la siguiente escena me veo metido en lo que parece ser un parking general laberíntico. Veo que para salir de las barreras de allí, al igual que sucede con las del topo o tren, necesito el bono-bus, aquí llamado "mugi", pero que no lo tengo; está en el bus. Le explico a una responsable la situación pero ella no me va a dejar salir así por así de ese lugar espectral, da a entender. Por lo visto puedo estar bajo la sospecha de algo ilegal; además, me digo ahora, fuera del sueño y de la pesadilla, ella quizá se preguntaría cómo, si no puedo salir ahora, en algún momento entré.
La responsable me dice que tengo que hablar con la policía. Con un policía entre muchos. Le pregunto si esa noche podré salir y me da a entender que será difícil, que al día siguiente llamarían a cocheras (lugar donde "duermen" los autobuses y donde aparecen los objetos perdidos) para confirmar lo que les digo. Le digo que yo no me puedo quedar toda la noche allí y ella sonríe con condescendencia. Le informo de mis problemas de enfermedad, ante lo que ella dice como entre dientes algo así como "¡me va a chantajear el niño a mí, con esa historia!!...". Más tarde viene otra responsable y me pone en el brazo una tirita con su nombre, según el cual, dice ella, en la zona cinco mil y pico (un número concreto entre más de cinco mil números concretos) con esa referencia, un policía se encargará de mí. Pero me dice que no será fácil encontrar esa zona yendo por ir por cualquier sitio, y que tendré que tener mucha paciencia. Le pregunto si ha leído a Kafka (al que yo sólo leí la metamorfosis) e ignora mi pregunta.
Pienso que sin la medicación nocturna me puede dar una crisis de pánico (sensación de estar enterrado vivo) y que la situación del parking aceitoso, oscuro, espectral e infernal por ser sin salida, ya sería complicada sin enfermedad, pero con enfermedad más. Empiezo a vagar por ese parking del averno. Dentro del bolsillo pantalón palpo que tengo la tarjeta de salida. La saco. Pero no es la auténtica. Es una de colores que nunca vi. Pero saco otra, y es también otra de colores igual a la anterior y saco una posterior igual a las dos anteriores. En ese momento, saco, por sorpresa, la cartera (la que creía haberme dejado en el bus con con el necesario bono-bus para salir de allí) y al verla me hago ilusiones.
Me despierto.
Todavía me estoy recuperando.
Supongo que esa pesadilla deja bien claro que en el subconsciente uno tiene pánico a vivir situaciones absolutamente infernales y torturadoras.

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