jueves, 26 de mayo de 2016

CONEJILLOS DE INDIAS (3)

Psicólogo Luis Maíz sigue..

"y sinceramente, me niego a creer que todos ellos padezcan la enfermedad por orígenes exclusivamente químicos o por problemas en el organismosi hablamos de depresión, la historia de cada persona con esas características es demasiado compleja como para sacar esa conclusión, metiendo todo en un mismo saco. De hecho, estoy convencido de que muchos de los deprimidos, por no decir todos, han llegado a esos estados no por razones químicas o fisiológicas, sino por graves conflictos emocionales o psicológicos; y mayoritariamente por haber trabajado muy poco su vida interior, amarrándose así a la depresión y al hundimiento como mecanismo de defensa para no afrontar las dificultades de la vida y así no tener que pelear ante ellas. Por tanto, estos pacientes, no necesitarían medicación para sanarse, sino otro tipo de enfoque y de trabajo psicoterapéutico. Hay mucha gente que ante problemas graves en su vida, han sabido afrontarlos y superarlos sin caer en depresión y otra gente que ante los mismos problemas no es capaz de afrontarlos y cae en depresión. Es muy tentador y cómodo dejarse hundir sin enfrentarse a los problemas, aunque estos sean sólo estrictamente psicológicos. Y tratar a la gente deprimida por medio de pastillas también es demasiado cómodo y poco eficaz para conseguir un restablecimiento pleno; las pastillas solo anestesian y aborregan al paciente; aunque puntualmente y nunca prolongadamente reconozco que pueden ayudar, pero nunca es la solución porque..."
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En medio de esta entrada dialécticamente kamikaze del psicólogo Luis, el señor Esteban, a quien se le había puesto una cara llena de indignación, entró en la conversación bruscamente.

--Pero cómo se puede ser... cómo se pueden decir semejantes...  quiero decir, su opinión, su idea no puede estar avalada científicamente pues no es más que una intuición caprichosa suya, que me parece cuando menos irresponsable y no es nadie para deslegitimar...
--Déjeme terminar por favor—le cortó, severo, Luis Maíz-- A usted no le hemos interrumpido mientras hablaba.
Esteban cedió mostrando una cara de lo más ofendida y diciendo por lo bajo “¡intolerable!”
-- Lo que digo no lo he descubierto yo, pobre de mí, ni es mi capricho. Podíamos empezar por citar a toda la tradición del psicoanálisis que confirma esto de alguna manera, uno de cuyos pioneros fue un tal Sigmund Freud, no precisamente un desconocido, y cuyas investigaciones y descubrimientos en el ámbito del subconsciente, entre otros muchos, contradicen gran parte de lo que acabamos de escuchar al señor Esteban; por no hablar de toda una serie de estudios de la psicología moderna que han sido llevados a la práctica por eminentes y prestigiosos psicoterapeutas con un éxito considerable y que no aceptan en sus tesis el hecho de que el origen primero de la mayoría de las depresiones profundas sea bioquímico, corporal para entendernos; por supuesto puede haber excepciones y…
--Bueno, por alusiones, yo quiero decir a este se...— volvió a terciar José Esteban, pero la presentadora le cortó diciendo:

        --Perdone que le interrumpamos de nuevo señor Esteban, pero ya sabe que en televisión solemos disponer de un tiempo bastante reducido. Si le parece vamos a escuchar la opinión de nuestros restantes invitados y luego tendrá oportunidad de rebatir todas las opiniones que quiera, pues le daré su tiempo —se dirigió entonces a su tercera invitada diciendo lo que sigue:
Estoy segura de que Ana Alonso, psiquiatra de la que hemos hablado al principio en la breve presentación, va a poder aportar también un punto de vista interesante. Adelante:

--Veo que hemos entrado en materia de forma caliente (dijo con una sonrisa benévola), pues nada más empezar, ya hemos escuchado dos opiniones contrapuestas entre dos personas cuyo fin es el de tratar de ayudar a gente con problemas de depresión, la cual, en bastantes casos, acarrea problemas muy graves.
Esta situación, en pleno final del siglo XX, no es nueva para nadie que trabaje como psiquiatra o psicólogo. Al fin y al cabo es muy difícil  conseguir demostrar, no digo teorizar, sino demostrar con exactitud, un tipo de teoría u otra(es imposible, soy el quinto invitado; pero que siga Ana Alonso). De ahí que haya tantas teorías y tratamientos diferentes ante el mismo problema. Y me explicaré. La teoría aparentemente simplista de que el origen de estos trastornos depresivos, sean bioquímicos u orgánicos, debería demostrarse viendo in situ (en un cerebro vivo) que los neurotransmisores—aquí le cortó de nuevo, la presentadora.


--Ay, neurotransmisores. Yo les insistiría, en el hecho de que, por favor, ustedes intentaran amoldar el vocabulario más técnico a otras palabras o conceptos más asequibles para nuestros telespectadores, la mayoría de los cuales supongo que no sabe lo que es un neurotransmisor. Lo digo para que esto no se convierta en un debate sólo para entendidos o iniciados y así poder llegar a toda la gente que esté viéndonos desde sus casas y que sepa muy poco o nada del tema.
--Bien, intentaré ser más concisa, y más simplista todavía, como parece que se me pide, pero si usted no me deja terminar las frases no sé como podríamos llegar a un puerto comprensible para todos—lo dijo en tono sinceramente jovial pero se empezaba a palpar cierta tensión en el plató-- Bien pues, más prosaicamente dicho, resulta que en la sangre que corre entre las neuronas o células del cerebro, actúan sustancias llamadas neurotransmisores (entre ellas dos de las más importantes en el caso que hoy nos ocupa serían las denominadas serotonina y noradrenalina.) Cuando estas sustancias o neurotransmisores se encuentran en poca cantidad, o su circular es defectuoso en una persona, esta situación coincide, e insisto, coincide, con la existencia de una depresión que se llamaría endógena(que en la teoría más psiquiátrica, vendría originada por la mala circulación de los neurotransmisores) en dicha persona. Este sería el caso de un tipo de interpretación de depresión y ya digo, ésta es la teoría más psiquiátrica, por decirlo de algún modo, la de que la alteración del flujo de los neurotransmisores provocaría un debacle anímico; evidentemente esta teoría, cercana a la hipótesis pero apoyada por muchos especialistas, no tendría que ser necesariamente la única. Pues incluso en este caso, no se puede demostrar si el huevo es antes que la gallina. Es decir ¿La alteración fisiológica se produce, y como consecuencia viene la depresión, o por el contrario, cuando la persona se deprime por razones psicológicas se produce la alteración química o fisiológica? En mi opinión esto no se puede demostrar, o no de forma totalmente convincente. Pero eso no quita para que la depresión no deba tratarse, en mi opinión, con métodos medicamentosos , aunque sin dejar de lado el trabajo psicológico. Nunca se sabe la verdad al cien por cien.
No hay en estos momentos un avance suficiente en la medicina que nos permita averiguar el origen con exactitud. En el año de 1998 en que nos encontramos, no lo hay. Esta claro que los antidepresivos, destinados a potenciar el buen funcionamiento de la serotonina y de otros elementos que incidirían directamente en el estado de ánimo, son eficaces en un 80% de los casos. Pero aún esto no prueba nada, pues una persona a la que se le ha muerto un familiar querido puede también mitigar su dolor con alguna medicina, y en ese caso el origen es indudablemente psicológico y externo. Estaríamos pues, a falta de saber si la causa última de muchas depresiones sería bioquímica (depresión endógena) o psicológica (depresión exógena.)
Yo en mis consultas nunca descarto cualquiera de las dos posibilidades. Es más, pienso que en muchos casos hay una mezcla de las dos. Orígenes químicos y psicológicos al mismo tiempo. Aunque soy consciente de que en cualquier caso la medicina puede ayudar mucho(producen un rápido efecto estabilizador en pacientes de patología grave) e incluso ser imprescindible en algunos casos, sobre todo cuando hay peligro de suicidio; por otra parte soy consciente, como decía también nuestro amigo Luis, de que se debe tratar al paciente también psicológicamente, por medio de psicoterapias de apoyo o psicoanálisis, en algunos casos combinando la psicoterapia con la medicina y en otros eliminando la medicina a favor de la psicoterapia. O eliminando la psicoterapia y optar por la psiquiatría unicamente.
Por supuesto, no estoy de acuerdo en que el problema originario y general sea, siempre, exclusivamente psicológico (sin necesidad de ninguna medicación) como apunta Luis; eso me parece arriesgar demasiado pues estamos hablando de gente que intenta suicidarse y se suicida en casos suficientemente numerosos como para no tomar todas las precauciones. El medicamento se hace imprescindible en ciertos momentos y puede llegar a ser necesario toda la vida según la gravedad del caso. No digo que no haya muchos casos en que baste la psicoterapia sin necesidad del medicamento psiquiátrico, pero creo que no se debe desechar este último en muchos casos.
Por otra parte, cada caso exige su propio tratamiento. Cada persona es un mundo distinto y no hacemos nada con poner etiquetas y trabajar desde ahí. Hay que trabajar con el individuo como caso aislado, no con diagnósticos previos. Porque aunque se puede intuir que existen...

A partir de ese instante, en su última frase, la doctora Alonso, no sé por qué, se perdió en el verbo creando un galimatías incomprensible; este galimatías se produjo de forma totalmente sorpresiva e inexplicable, pues Alonso había comenzado y avanzado muy acertadamente hasta ese instante o eso es lo que me pareció a  (pero recuerda lector, que mi parecer no es objetivo en absoluto, pues soy una persona con tendencia a la depresión severa y que cree haber salido de ésta más de una vez gracias sobre todo a la acción de los fármacos y a una sencilla psicoterapia de apoyo; y también madurando, pero esto lo estoy pudiendo hacer porque hace dos años cambié de actitud y  estrategia  de comportamiento en 180 grados; a pesar de ello sin medicina no soy nada; sí, si soy algo sin medicina: sólo sufrimiento)....





CONTINUARA....

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