jueves, 16 de febrero de 2017

LA LIRICA DE LO COTIDIANO


   Pero existe salida que puede dar la espalda al dictador y narcisista super-yo. Consiste, en fregar, tomar un café con leche casero (o dos, compatible con ansiolítico) y abrir la ventana del mirador contiguo a nuestra cocina. Se abre la ventana y uno siente un gran chorro de aire fresco. No deberíamos tener, a 16 de febrero, 18 grados agradables de cielo azul y buena brisa. Pero es lo que hay.

     Tras lo bien que sienta fregar con el espíritu sorprendentemente sosegado y el cafe con leche en tus entrañas, sinténdolo dulce por tu garganta y cuerpo,  al abrir la ventana del mirador, uno siente el paraíso por medio de la vista. En el enfoque del cielo azul y mirando a la izquierda, te topas con el mar cantábrico en paz, y en frente tuyo, a una distancia relativamente cercana, ahí está, siempre lo estuvo, un árbol majestuoso sin hojas, pero grande y poderoso, asido a la tierra consistentemente de modo invulnerable a todos los vientos casi huracanados que hemos tenido algunas veces.
   Ese árbol impresionante cuando está lleno de hojas, es impresionante también cuando no tiene ninguna, enmarcado en un cesped segado y rodeado en unos metros por otros árboles acompañantes, es lo primero que se ve de frente, antes de levantar la vista o alargarla, y ver ese caserío precioso que tenemos delante de nuestras narices, caserío de paredes blancas impolutas, verdes ventanales, y techo de ladrillos anaranjados...Paz. Porque además, hay arbustos bien cuidados, que siguen estando muy verdes y brillantes en su color   genial, sin pátina, sin sombreados, sin ángulos prefabricados. La vista que ofrece el mirador te hace sentirte, en esos momentos, feliz de estar vivo a pesar de tener que cargar con un orgullo del que me olvido cuando me fundo con la música, la palabra y la naturaleza.
       Este texto le hubiera gustado algo a Mercedes, que tiene apellido vasco a pesar de ser del sur, como nuestro ex-alcalde donostiarra Odon Elorza. Deseo que esté bien, y le agradezco su existencia y sus palabras. Cómo me alegro de haberte conocido amiga.

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