viernes, 30 de septiembre de 2016

ENTRA POR FAVOR

Y SACAME DE AQUI

La verdad es que, en el fondo, a mí no me gustaba la música de Nirvana; fue un grupo musical de rock (dentro de las múltiples interpretaciones y posibles variantes del término que rodean a esa palabra en negrita) formado a finales de los ochenta; y tampoco tenía mucha simpatía por su cantante, Kurt Cobain. Al tipo de música en el que se encasilló sobre todo a Nirvana y a Pearl Jam, se le llamó Grunge, y se dice, o por lo menos lo dice Wikipedia  que esa palabra, “Grunge”, proviene de una pronunciación relajada del adjetivo “grungy”, jerga usada en ingles para decir “sucio”. Este encasillamiento en esa etiqueta, que también se sustituía a veces por “sonido de Seatlle”, no gustó nada al ser rebelde y rabioso que era Kurt Cobain; por lo menos en sus últimos años; se ponía camisetas en donde estaba escrita, en ingles, claro, la frase “El grunge está muerto.” Wikipedia dice también que lo que hacían los grupos “Grunge” era un subgenero del rock alternativo influenciado por el punk y otras tendencias. Ahí lo dejaré.

En abril de 1994, cuando Cobain decidió acabar con su vida de un disparo en la cabeza, la historia me llamó la atención. Leí sobre el tema. Cobain pasaba periodos terribles de depresión (yo ya había empezado con el tema dos años antes).

Recuerdo el comentario que hizo una persona que yo conocía por entonces, sobre el tema de la muerte de Cobain, cómo no. Todo el mundo opina sobre lo que no sabe.

 El individuo tenía unos diez años más que yo, o sea, treinta y tantos, y comentaba sorprendido: “Yo no lo entiendo; lo tenía todo, musicalmente reconocido, famoso en el mundo entero, millonario, mujer, hija, todo, lo tenía todo”. Ah,  eso era TODO pues. Si tienes ESO en el año 1994, ¿Cómo se te ocurre abandonarlo? ¿Eres idiota o qué? Afortunadamente, en 22 años, las cosas han cambiado mucho en esos aspectos; la depresión grave y sus horribles estragos se han comenzado a tratar y sobre todo a difundir y a comprender muchísimo mejor que entonces; y es que Cobain padecía, lo digo por segunda  vez, muy severas depresiones, aparentemente ilógicas; resulta que estas depresiones eran alternadas en otras épocas con euforias ya no aparentemente ilógicas (a la gente le gusta estar con alguien que esté algo eufórico; del depresivo huyen; de forma que quien padece trastorno bipolar (Cobain lo sufría) ve sonrisas y gente por todas partes si está contento, y ve a los dos  personas (que ya es muchísimo) o a una, que queda cuando no lo está; cuando está triste y no puede aportar; algunos no ven a nadie))). 

Sobre el tema del suicidio debo decir una cosa: nunca, nunca, calificaré moralmente a nadie que lo ponga en práctica.

En realidad, afortunadamente, en eso también se ha avanzado, y hoy, a diferencia de tiempos más remotos, casi nadie se pone a calificar moralmente el acto suicida. He dicho casi nadie, siempre queda gente que lo sabe todo sobre todo. La cobardía y eso.

Pero la generalidad se da cuenta de que la vida no es tan simple como para reducirla a unos parámetros demasiado concretos; por suerte, ahora se moraliza menos.

Lo que siempre me ha parecido una tontería es algún comentario suelto por ahí del tipo “No se te ocurra hacer una tontería” refiriéndose claramente a lo que ya sabemos. ¿Y es que, cómo se puede denominar a algo tan serio con la palabra “tontería”? Otra cosa es que no sea de aplaudir... Pero ¿Una tontería? Uno simplemente, se larga del mundo por diversas razones; a veces de forma natural y hasta racional y otras en medio de muchas dudas y luchas internas (las interpretaciones reprobatorias desde la sacralidad o la dignidad de la vida humana o, lo que es peor, decir (¿Desde qué tipo de autoridad moral?) que la vida es un deber además de un derecho, me parecen un desatino de un calibre tan bestia  que no tengo adjetivos suficientes para calificarlo; y es algo de lo que ya hablé y me vuelvo a repetir; pero no me importa repetir esto; aparte de que ni justifico ni condeno el acto suicida)).

Cobain forma una banda en la que expulsa toda su rabia e insatisfacción provocada por el sospechoso sueño americano (o por sus propios problemas personales, no quisiera caer yo tampoco en supuestas trascendencias sin cuento). Ataca duramente y se ataca a sí mismo en sus propias letras. Mucha, muchísima rabia. Y lo convierten en un héroe. La voz de una generación angustiada, la generación “X”. Y tiene millones de seguidores. Todo esto, a Cobain, parece gustarle a veces, pero en otras ocasiones, esa fama desmesurada parece ponerlo a cien. Humanamente el hombre no parecía un dechado de virtudes (casi nadie lo somos), fue una víctima de sí mismo, su enfermedad y sus circunstancias, entre las que estaba la letal heroína. Y una fama que lo descolocó en medio de todo este enredo.
Hay algunas personas que opinan que Cobain no supo asimilar el éxito y eso le llevó a la catástrofe. Puede ser. Pero como ya he dicho (¿otra vez?) Cobain tenía una enfermedad grave y no soportaba su dolor. Siendo famoso o triunfador o no siéndolo, el sufrimiento es igual para todos.

   En la última etapa de la vida de Kurt Cobain, Nirvana ofrece un concierto acústico por medio del canal de televisión MTV. En ese concierto, Cobain no dejó de estar brillante, pero no parecía disfrutar. Es casi mítica actualmente, la última canción que interpretan; sobre todo, por la manera en la que  Kurt Cobain la canta: Su título era “Where did you sleep last night?”, también llamada “My girl” o “In the pines”. Esa canción no es de ellos. Es una canción estadounidense de folk, que data de los años pertenecientes a la década de 1870, y se cree que es del sur de los Apalaches. La identidad del autor es desconocida. En la letra, habla en primera persona alguien celoso que pregunta a su chica dónde durmió la noche anterior. En la última estrofa, la voz de Cobain sube de volumen hasta la estratosfera, con un tono abrumadoramente colérico, aunque sin dejar de ser melódico; se parte el pecho, parece estar dispuesto a destrozarse la garganta y dejar todas sus vísceras en el micrófono y en su histeria brutal tiene que tomar aire un segundo antes del final; y luego suelta dos palabras más, casi las vomita. Esto, tras la última parte instrumental, produce una admiración y unos aplausos apoteósicos…

Pero después, Cobain parecía que estaba y no estaba allí realmente. La forma en la que se despidió del público, con un “Thank you” entre burlesco y descolocado, la manera en que se levantó y firmó los autógrafos como quien acaba de levantarse y se dirige a desayunar desorientado y somnoliento, sus pasos lentos, eran los de un hombre aparentemente perdido, que “parecía” acabado. Claro, sabiendo lo que pasó, ahora es fácil especular sobre eso, es fácil decir “estaba acabado” (mucho ojo con esa frase; lo dice alguien que ha creído estarlo innumerables veces y que ya se sentía una nueva persona estrenando su vida, cuando escribió esto). Quizá sólo era un mal día, hasta un mal mes o año. Un amigo me dijo que en ese concierto Cobain estaba ya como si le hubieran dado la extremaunción. No, pienso yo, estaba claramente deprimido y de la depresión se puede salir y se sale. Si no se hubiera suicidado y se hubiera medicado bien, consiguiendo abandonar la heroína, hoy quizá estaría con vida. Así que es muy fácil hablar a toro pasado, y no tiro la primera piedra.

Pero pasó lo que pasó. Poco tiempo después del concierto acústico, Kurt Cobain fue a una clínica de desintoxicación por su adicción a la heroína. Los síndromes de abstinencia debieron de ser terribles en dicha clínica, no aguantó y terminó escapando. Unos días más tarde se produce el final por todos ya conocido.

Su amigo Michael Stipe, frontman del famoso grupo musical estadounidense REM, profundamente conmovido por la noticia,y estando en los días en los que él y su grupo grababan un nuevo álbum cuando Cobain se mató, tuvo fuerzas para componer una canción dedicada a Cobain. Y qué canción: Título: Let me in: Déjame entrar: Solo traduciré la última parte:

 "Hey déjame entrar/ déjame entrar/tenía en mente tratar de detenerte, déjame entrar, déjame entrar/tengo alquitrán sobre mis pies y no puedo ver a todas las aves mirando y riéndose de mí/Torpe, rastreando mi piel"

La música de la canción me impresiona; con una guitarra que truena desoladora en lo que parece ser un único acorde, o como mucho dos o tres, la suave y cariñosa voz de Stipe, sólo parece pretender COMPRENDER, amar a su amigo muerto (“tenía en mente tratar de detenerte, déjame entrar”), sin juzgarle; la canción es un abrazo musical en medio del desierto, y qué decir de las últimas palabras: “Tengo alquitrán sobre mis pies y no puedo ver a todas las aves mirando y riéndose de mí, torpe, rastreando mi piel”. Cualquiera que haya pasado por una depresión o se haya sentido alienado (y para esto no hacen falta depresiones), puede sentir cómo se le sube algo por la espina dorsal, que le agarra la fibra bien fuerte.

No desesperemos. Saldremos adelante, amigos.



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