lunes, 29 de febrero de 2016

MAS PROS QUE CONTRAS


       
 Algo muy importante a señalar, y que volverá a ser señalado al final: en ocasiones la discapacidad psíquica y la discapacidad intelectual, se juntan en la misma persona. En ESOS casos, la actitud de algunos profesionales de la psiquiatría es comprensible. Pero sólo en ESOS casos.



Estoy muy a gusto en la asociación OTL (Ocio y tiempo Libre) creada, en mi opinión, con muchos puntos positivos, para personas como yo (tormento anímico mañanero que se suaviza al acudir ahí; aunque eso era  más al principio). Y este lugar fue creado por AGIFES (asociación guipuzcoana de enfermos y familiares de enfermos psíquicos) y por tanto, le debo bastante a esa institución. Allí nos reúnimos enfermos psíquicos que por medio de actividades lúdicas, tenemos la posibilidad de hermanarnos sin nombrar la enfermedad. Es un espacio extraordinario. Nos entendemos con la mirada. Nadie margina a nadie, cosa que, es evidente, ocurre muchas veces fuera de ese lugar. Quizá porque todo el que va allí sabe muy bien cómo se pasa cuando algunos te marginan estando en crisis, porque no quieren estar con personas que “no les aportan nada”. Yo he sido igual que estos últimos en un pasado no muy lejano, cuidado. Y también hay muy bellas excepciones.

Ahora voy a OTL por las tardes y ese es un espacio de enorme alivio, es un descanso psíquico, es medicina sin pastilla; no soy de San Sebastián, ni vasco, ni español, ni de Europa. Soy de OTL. Es muy importante remarcar que lo que se forma allí no sería posible sin un par de monitores tan extraordinarios (por lo naturales y normales que son) que saben bien que no son superiores a nosotros y por eso da gusto estar con ellos, y dejarse dirigir por monitores que intentan dirigir o   ayudarnos a dirigir todo lo que allí se crea, a nosotros mismos, muy sutilmente, con gran respeto y cariño, con mucho cariño de hecho, para tomar la decisión de las actividades a realizar ; o incluso para colaborar con nosotros a realizarlas... Un ole por ellos. También es de justicia decir que sin AGIFES nada de esto existiría.

Desgraciadamente esto último no siempre es así. Hay algun@s, (repito, algun@s) monitores, y no sólo monitores, sino asistentas, educador@s, psicólog@s y hasta psiquiatras que confunden enfermo psíquico con niño. Hay un profesional que viene a veces, que cuando leemos el periódico entre todos, y después de tratarnos de forma demasiado condescendiente y paternalista, en el momento en el que dice algo que él debe de creer que nosotros no entendemos (confundiendo discapacidad psíquica con discapacidad intelectual; porque le entendemos, algunos le entendemos demasiado bien) se desentiende de nosotros y se dirige directa y exclusivamente al otro monitor presente, pensando que sólo esta última persona puede llegar a su altura intelectual. Se le puede excusar esa actitud, por tener todavía muy poca experiencia en el terreno. Cuando lleve años trabajando en él, cosa que le deseo de todo corazón, llegará a adoptar, por sentido común y sin darse cuenta, la actidud de los monitores antes mencionados. Vamos, que entenderá que estaba equivocado.

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Siendo la OTL un lugar extraordinario, no se pueden dejar pasar por alto algunas cosas. Una profesional (psicóloga) de la institución AGIFES, acudió un día a la OTL, con la intención de ensayar lo que en un par de días iba a ser una mesa redonda en la que cierta gente con enfermedad psíquica se ofreció para contar sus experiencias; yo me ofrecí también. Cuando hicimos una especie de ensayo, una chica contó una historia espeluznante. Tras ella, conté yo también mi historia: un pequeño relato, que no trataba, por cierto, de hechos idílicos; ese relato era tan fuerte o más que el de la de la chica que me precedió. Ocurrió que terminando yo mi monólogo, dije un muy inocente “Lo que deseo sobre todo es vivir tranquilo.” La profesional, ni corta ni perezosa, y tras acabar yo de hablar, dio por terminada la prueba con un “Yo también quiero vivir tranquila”, parafraseando mis palabras con un retintín en el tono, para mí, sarcástico (el sarcasmo es a veces muy agresivo, prefiero la ironía cariñosa ) que consiguió que se me reprodujeran en la mente todas las situaciones de alienación de mi existencia (ese tono con el que se dijo la frase que he entrecomillado, me hizo pensar que llueve sobre mojado). Vaya por delante que ya por el hecho de pertenecer a AGIFES tengo respeto a esta persona. Lo que me pareció criticable puede ser sólo una suspicacia mía. Yo pensé (probablemente dando importancia a algo que no la tenía, o probablemente de forma acertada) repito, pensé e interprete lo siguiente: “Es lógico que la gente que no sabe de estos temas, incluso a veces nuestros familiares, no puedan entender nuestra situación. O incluso pueden llegar a pensar que somos vagos e irresponsables. Pero que tras veintidós años de enfermedad, una profesional del tema deje caer un tipo de comentario que considero sarcástico y detrás del cual se pueden escuchar, y muy bien además, todas las frases fantasma del tipo 'Los demás también tenemos ansiedad, a nosotros también nos cuesta, poned de vuestra parte, hay que hacer un esfuerzo y poner ganas, la vida es dura para todos, hay que ser positivo; eres tú y no la enfermedad’ me parece cuando menos absurdo, pues entonces esa mesa redonda no tiene sentido. Si todos sufrimos por igual, ¿Qué necesidad tenemos de contar nuestra historia? ¿Si  la vida es igual para todos, qué sentido tiene la palabra desestigmatizar?”

Quiero creer, por el bien de todos, que aquel comentario que me parecía de reproche a “MI”, fue un comentario sin intención de ser una indirecta en plan “¿Y los demás como te crees que andamos?” Me cuesta, pero cabe la posibilidad. Pero sólo por prudencia y sensatez, yo no puedo asegurar si ella juzgó o soy yo el que lo hice. No se pueden lanzar acusaciones sólo interpretando una frase por su tono.

De todas formas, si lo que quiso dar a entender ella fueron los famosos fantasmas del “Pon de tu parte, los demás también tenemos que… etcétera, etcétera” le haría un intercambio: “Muy bien, coge los días de pánico, de exagerada ansiedad, de sudores fríos, siente que tu cerebro te anula la personalidad, colocándote en un sitio oscuro cerrado con candado, ingresa muchas veces donde todos sabemos, trata de marcharte al otro barrio varias veces, vive con obsesiones y pesadillas todos los días, despiértate y levántate con la pesadilla que tienes todavía dentro durante más de una hora despierta, toma medicina tan a lo bestia que te agotes con el mínimo esfuerzo, y después, después si que no tendrías que trabajar, te podrías dar la vida padre, aunque, te lo aseguro, seguirías sin vivir tranquila. Yo a cambió cogía gustoso tu salud mental, tu duro trabajo, con su estrés y sus fuertes sinsabores y sufriría SOLO por los disgustos que la vida trae consigo; cogería tu coche y tu independencia en el sentido de que no tendría que vivir en casa de mis padres. Muy a pesar de que me siento orgulloso de mis padres y de vivir con ellos actualmente.”

De verdad que no pienso desacreditar a nadie, sólo quiero ayudar a construir poniendo las cartas sobre la mesa. Y asumiendo el hecho de que puedo estar equivocado.

Hay profesionales con mucho carácter (presumen de ello llamándolo personalidad). Me pregunto qué es lo que ocurriría si a los usuarios de distintos centros de rehabilitación o de estancia psiquiátrica también nos diera por hacer uso de nuestro “carácter”. El problema es que, nosotros, ya incluso en casa de nuestros padres o en otras instituciones que acogen a enfermos psíquicos, nos tenemos que callar ante autoridades: Vuelvo a repetir: Hay algun@s (insisto con lo de algun@s) monitores, psicólog@s, asistentas sociales, o enfermer@s psiquiátricas de estos centros que se inmiscuyen a veces sin ningún derecho ni permiso en cosas personales de gente con discapacidad psíquica; dicen cosas del tipo, “no lleves esa bolsa, lleva esta otra” y “mañana sin falta a cortar ese pelo” o “A ver si nos portamos bien ¿eh?”. ¿Con qué tipo de autoridad moral creen que actúan estas personas? Estamos hablando de gente adulta por mucha enfermedad que tenga. Respeto, por favor. Por suerte esto no ocurre en OTL, pero sé de buena tinta que pasa en otros centros. Lo he padecido en primera persona. Poco, pero suficiente...
Aunque parezca una contradicción a lo dicho anteriormente, vuelvo a repetir lo dicho al principio; en ciertas ocasiones, la discapacidad psíquica y la discapacidad intelectual se juntan en la misma persona. En ESOS casos, la actitud de algunos profesionales de la psiquiatría es comprensible. Pero sólo en ESOS casos. Pues en ESOS casos, el comportamiento infantil del enfermo, es inevitable. Por eso pienso que cada caso es diferente. Generalizar, tanto por mi parte, como por parte de los profesionales de la psiquiatría, es, para mí, un error. Y peligroso.
 
Y ahora sí, sólo me queda reiterar mi inmensa gratitud a AGIFES que me ha sorprendido agradablemente con la OTL. Me han dado oxigeno y luz. Ha sido y es un lugar fundamental en donde poder llevar a cabo el cambio de pauta de comportamiento que tuve que hacer por consejo de mi psiquiatra. El dolor viene con la vida de cualquiera y aquí he aparecido yo, milagrosamente, ya completamente fuera de un túnel de nueve años de depresiones en los que si no fuera por mi muy querida pareja, yo no hubiera sobrevivido a la confusión y ahora no estaría vivo y coleando. Siento cariño y gratitud por los monitores, por ella y por él, por tratarnos con tanto respeto e incluso cariño, e incluso hacia las chicas que vienen a hacer prácticas (el hecho de que siempre sean chicas, para mí, responde más que a una simple casualidad. Demasiadas casualidades en dos años). Y sé que la OTL, no hubiera sido posible sin la existencia de AGIFES. Por tanto y sobre todo, muchas gracias. Y ahora repetiré lo que escribí cuando hice el borrador general de este texto y que me salió sin darme cuenta:





Nunca se podrá medir todo lo que yo te quiero Susana....




     ANTXON

lunes, 22 de febrero de 2016

THAT'S ALL FOLKS

 
      Bueno, con el texto "Queda la música" se cierra una etapa. Tras haber escrito un libro anteriormente, editado por amigos de entonces, hice otro llamado "Hacia fuera". No lo mandé a ninguna editorial. Muchas de las entradas del finalmente llamado blog "Mundu bitxia" (Mundo curioso) se han hecho arrancando las esencias que he podido arrancar a un libro, que, a diferencia del anterior no era una biografía novelada; sino más bien escritos sobre diferentes experiencias. Ha habido también bastantes textos que han ido saliendo de una forma más express y que no venían del libro "Hacia fuera" y que a pesar de ello no me quedaron tan mal. Por tanto, este blog, que en un principio quiso llamarse "Hacia fuera" pero dejó de llamarse así al ver que iba introduciendo historias que no estaban en ese libro sin publicar y que trataban de temas diversos, queda ahora en cierta suspensión.
      Pues ya no tengo material que depurar. No sé cuando vendran más textos, ni si vendrán. Intento vivir al minuto, aunque trabajito me da eso. El blog sigue abierto y como soy un escribidor (que no escritor) algo compulsivo y casi coherente puede que vengan más cosas. Lo que no entiendo es de dónde saca el tiempo A.M para escribir y escribir distintas historias, relatos, paseos, viajes en el facebook, gratis, y para nuestra alegría. Así, uno cada pocas horas. Mucho talento.
        Y, en lo que se refiere a "Hacia Fuera", de cuyos textos ha salido también y como último texto, cambiado, repeinado y con añadidos,  "Queda la música", repito,ese libro no publicado ha tocado a su fin.
         Han sido 64 entradas, del 30 de septiembre de 2015, al 22 de febrero de 2016. Cinco meses, en los que, salvo aprietos entre finales de año y principios de este, me lo he pasado bien. Algunas publicaciones me han parecido afortunadas, otras no tanto. Uno tiene que saber a lo que se expone cuando hace públicas sus historietas en forma de lo que ha intentado ser literatura. Me queda el consuelo de que en google alguien dijo sobre el primer libro, algo así como "gran talento literario". Es lo de menos. Lo de más es que alguna gente se haya sentido bien observando los textos que he escrito..
     Y como esto está empezando a ser una especie de onanismo psíquico autocomplaciente me despido de "Hacia fuera", con un gracias, un muchas gracias a los que han estado al otro lado de los hilos de la red.  
       Besos y abrazos. Me llamo Antxon. O eso es lo que me han dicho siempre mis padres.

QUEDA LA MUSICA


Una sangre, una vida



        Durante el año de 1993, a cuyos principios (enero) cumplí los 21 años, fui saliendo de (es que no tengo ya ni ganas de nombrar ese tema) una de ésas. Me preparé para sacar el Ega (título oficial más alto del euskera, y que que es muy efectivo a la hora de apuntarlo en tu curriculum); para completar el año empecé a recibir clases de Inglés en una academia llamada Inlingua.

Esas clases de inglés, yo las recuerdo como las más desfasadas y geniales a las que haya acudido nunca. El profesor se llamaba Stuart, y en clase había dos alumnos muy, pero que muy graciosos; pero destacaba sobre todo uno de ellos; el más gracioso, no sé si aprendió mucho inglés, pero lo pasamos genial gracias a él y también con las surrealistas conversaciones que tenía este alumno con Stuart, que también era todo un personaje, y que con su improvisada y también cómica manera de dar clase era un chorro de aire fresco en nuestras vidas (o quizá sólo en la mía). Stuart nos dejaba, y con mucho cariño además, tomarle el pelo cada dos por tres; no sólo eso, sino que él colaboraba para hacer más graciosas nuestras ironías y cachondeos; o sea, que no sólo encajaba bien las bromas, sino que además él mismo se apresuraba a reírse, con muchas ganas y gracia además, de él mismo. Diría que celebraba las bromas que le gastábamos.

El estudiante más gracioso de esas clases de inglés, tenía el nombre de Carlos (aunque en realidad se llamaba Hugo); ese tío era tan ingenioso, el cabrón, que me sacaba unas carcajadas que no me había escuchado a mí mismo desde dos años antes, allá por el año 91 del siglo pasado. Daba gusto ir a clase; bueno, aprender inglés, creo que no aprendimos mucho, pero ya nadie nos quitará aquel baile. Desenfado y bromas. ¿Qué haríamos sin ellas ante tanto análisis y actos calculados por medio de mi mayor imperfección, o sea el perfeccionismo?



       En una de las clases, Stuart nos repartió unas hojas. Vaya, era una canción del grupo U2; la letra quiero decir. Ya conoceréis muchos de vosotr@s estos ejercicios. La letra estaba escrita de tal manera que había huecos que teníamos que rellenar mientras escuchábamos la canción.



U2 a las siete de la mañana

Bueno, U2, ¿Qué era ese grupo?

Desde luego un grupo que yo conocí gracias a su mítica y archirepetida canción “With or Without you”, que, lo reconozco, me impresionaba mucho. De hecho, en mi segundo Cou (19 añitos y matrícula de horror; sería muy largo de explicar por qué “horror”) grabé de un vinilo que me pasó un amigo, el Álbum de U2, llamado “The Joshua tree”, a una cinta virgen. Aquel disco salió a la luz, me suena, en 1987. Me gustaba bastante, o incluso más que bastante. Tanto, tanto, que, cuando me levantaba a las 7 de la mañana para llegar a tiempo al instituto, y debido a que en aquel tiempo mis despertares eran bastante buenos, mientras me preparaba y me tomaba el desayuno, con energía además, solía tener el radiocasete encendido muchas veces, haciendo sonar la cinta virgen en la que había grabado del disco de U2 “The Joshua tree”.

Lo más gracioso de esos desayunos, era que mi hermana mayor aparecía en la cocina con su pijama rosa (es que la estoy viendo, con su gesto medio dormido y alucinado) y me decía “¡¿U2 a las 7 de la mañana?!!” Lo que sonaba a una especie de: “¿Pero tú estás loco?” Se llevaba el dedo índice a la sesera y repetía “¿A las siete de la mañana, U2?”. Yo bajaba el volumen y ella volvía a dormir a la cama, pues su hora de salida le permitía levantarse como una hora más tarde.

Efectivamente, U2 a las siete de la mañana. Año 1990-91

  
 Pues bien, ese era el recuerdo que tenía yo de aquel grupo cuando Stuart nos puso en el radiocasete una canción llamada “One” del disco “Actchung Baby”, una vez que ya teníamos en nuestro pupitre la letra de la canción con los huecos a rellenar. Entre el “Joshua Tree” que yo escuchaba a las siete de la mañana dos años antes, y el “Actchung Baby” (disco al que pertenecía la canción “One”) los de U2 habían hecho un disco algo fallido en mi opinión:“Ruttle and Hum”.

Lo cierto es que tras el disco “Rattle and Hum”, U2 publicó el álbum llamado, sí, repito, “Actchung baby”. La primera vez que oí una o dos canciones de ese álbum pensé que los irlandeses U2 se habían vuelto locos y que no tenía intención de grabar o comprar ese disco, a no ser que fuera bajo amenaza de asesinato.

         Marzo de 1993, U2, esta vez entre las nueve y las diez de la mañana .

El título de la canción, cuya letra nos dio Stuart a cada uno de los alumnos, con huecos a rellenar, era, repito, “One” Yo no tenía ni idea de que con esa escucha estaba empezando una historia de amor apasionada y muy duradera. Hasta hoy mismo. De hecho, yo creo que la canción “One” la he escuchado más veces que los mismisimos componentes de U2.

Yo, en esa primera escucha, pensaba, hombre, ese guitarreo pues bueno, no está mal esta canción, y la voz, la cadencia es bien buena, que ya me gusta algo vamos...Estoy mintiendo, yo no pensé en la cadencia ni en cosas técnicas; esa canción me empezó a decir algo y nada más (algo que con el tiempo se convertiría en casi todo). Hoy pienso que, por lo menos en mi caso, las canciones que me han gustado muchísimo la primera vez, terminan por gastarse en el lugar de tu afecto hacia ellas. Al contrario, algunas canciones que al principio no me han dicho mucho y bueno, he pensado, no está del todo mal, pero nada más, han sido las que más me han gustado al final.. Este ha sido el caso de Achtung Baby.
Meses más tarde y durante el mismo año de las geniales clases de inglés, cuando ya me veía recuperado para siempre, iba yo en el coche de Txema, que conducía él, evidentemente, y tenía sonando en su cinta de casete varias canciones; entre ellas estaba “One”. Ostras, esta canción, le dije a Txema, qué buena. ¿Te gusta? Dijo él algo extrañado. Le dije que sí. A veces Txema era un gran detallista y me grabó el compact de U2 “Achtung Baby” también a cinta, con un buen detalle final. En esa cinta, la última canción era de un tal Springsteen, “I’m on fire” en concreto.

Sigo. La cinta de U2 que me grabó mi amigo (el extraordinario L.P "Achtung Baby"), ya para el año noventa y cinco y noventa y seis del pasado siglo me la había oído cientos de veces.

En la canción One se dicen cosas fuertes. “¿Te he decepcionado? ¿Te he dejado un mal sabor de boca? (…) Somos uno, pero no somos lo mismo....” A continuación la frase más dura de la versión original: “Bien, nos hacemos daño el uno al otro, entonces lo volvemos a hacer...” Posteriormente ,“Tú dices, el amor es un templo, el amor es la más alta ley...” (con una subida de voz potente y rasgada, de una belleza tal que me ha solido producir escalofríos): "love is a temple, love the higher law". Y a continuación, en la versión original, se dice algo que es casi una frase sinónima (si es que hay frases sinónimas) a la que solía añadir Bono, hasta hace muy poco tiempo, en vivo. (Advertencia para no herir racionales sensibilidades: dicen que Bono es muy inteligente; a pesar de ello cree en Dios, Jescucristo en su caso; yo, que soy mucho más tonto todavía, también) Tras el paréntesis de advertencia, escribo lo que entiendo que Bono decía al final de la canción, pero ya en vivo: “¿Me oyes llamando Señor, me puedes oír golpeando, golpeando la puerta,...,? y entonces me haces arrastrarme”.

La super mega estrella adorada mundialmente y odiada por muchos privadamente, BONO, confesando al final que interiormente se arrastra, (que pasa calvarios, vamos) y preguntándole a Dios de forma indirecta por qué. Y sin embargo, la melodía vocal prodigiosa, la guitarrra, el bajo y la batería como contrapuntos excepcionales e imprescindibles, han hecho de esa canción una de las más recordadas por algunos colectivos universales. Moraleja: hay dolor, cruz, nadie lo entiende, pero, a veces, más que a veces, también mucha belleza. Es más, a veces lo más bello, viene tras (o provocado por) un inmenso dolor. La bella planta o flor, salen en belleza por medio de una durísima raíz, que rompe  una porción de tierra para salir. También nacemos así. No pienso pedir perdón por pontificar. Este es mi sitio. Y siempre que quieras, el tuyo. Y me gustaría recordar también el “recíbeme hermano, con tu beso desleal, ¿o vamos a dejarnos solos el uno al otro, en las calles de filadelfia?” ¿Y por qué nunca nos recuerdan que resulta que los mega guays exitosos mundiales U2 (en especial Bono) o el mismísimo e impresionante boss Springsteen (los cuales viven de puta madre, dicen) también lo pasan fatal muchas veces?

Upss, ahora el que ha ido de guay soy yo. (ez zegok irtenbiderik, galtzailea)...


sábado, 20 de febrero de 2016

SIN TITULO




        No me gusta nada la expresión “salir del armario”, por
          mucho que tenga un amigo homosexual. Uno de estos días vi  un titular en un periódico que decía “Los locos salen del
 
armario.” Muchas gracias. Voy a tratar de ser conciso con este
 
tema; tratar de dejar los puntos y las comas en el lugar que les 
 
corresponda; dejarlo lo más claro posible para no tener que
 
andar explicándome a cada momento. Además, dado mi
 
tendencia a la obsesión, repito que repito las cosas.
El nombre que recibe una enfermedad que tengo es “trastorno
 
bipolar”; sé que lo habré escrito en miles de lugares pero es
 
aquí, repito, donde quiero que quede claro de qué va toda esta
 
historia. El trastorno bipolar está caracterizado por el hecho de
 
que la persona que lo padece atraviesa periodos de gran
 
depresión, y, en contrapartida, otras veces, vive épocas
 
puntuales de euforia desbocada. A mí esta última situación
 
sólo se me ha presentado una vez en la vida (de forma aguda y
 
patológica) hace diecinueve años y cinco meses en concreto,
 
pero está dicho por psiquiatras renombrados (y no tan
 
renombrados) que es suficiente con atravesar un solo periodo
 
de manía (nombre con el que se define patológicamente a la
 
euforia desbocada) para que la persona que presenta estos
 
estados sea considerada bipolar. La manía, estado en el que la
 
persona con trastorno bipolar piensa a toda velocidad y como
 
consecuencia no duerme, suele derivar, muchas veces, en
 
paranoia (interpretación disparatada de la realidad): En estos
 
periodos paranoides se produce el hecho de que la mente de la
 
persona afectada por la enfermedad, le hace pensar a esta
 
última que todo el mundo está pendiente de ella; en los casos
 
de bipolaridad, la persona que la padece está en un estado
 
exageradamente optimista. Se piensa que hablan de uno en la
 
tele, o que los vecinos le vigilan y para qué seguir…. Cuando
 
me atacó la manía o euforia hace casi veinte años yo no sabía
 
que era patológicamente bipolar (todos somos bipolares; es la
 
patología la que lo puede mandar todo al mayor disparate en
 
los “subidones”) y también caí en paranoia. Y si anteriormente
 
he dicho “para qué seguir” es porque siento un gran rechazo
 
hacia ese estado psicológico, porque al derivar la euforia en
 
paranoia, mi mente hizo interpretaciones absurdas que me
 
llevaron a hacer el ridículo (aunque no lo sabía dentro de mi
 
euforia) muchas veces. De esto uno se entera tiempo después,
 
cuando baja a la realidad. Ni se me ocurre juzgar a un
 
compañero por encontrarse atravesando una euforia o
 
paranoia. Hay gente que dice que se lo pasa muy bien en las
 
subidas; yo no quiero ni verlas, porque te llevan, repito, a un
 
comportamiento que a mí no me gusta en absoluto y te
 
descalifica públicamente.
Por favor, a la gente que no tiene este problema y por
 
ignorancia estigmatiza e incluso se ríe de las personas que lo
 
padecen (que, de hecho, una vez medicadas se comportan
 
como personas comunes y corrientes, algunas incluso con
 
cualidades de expresividad brillante) le pido un respeto por las
 
personas que están en la situación antes descrita. La paranoia,
 
derivada de una euforia o de la esquizofrenia, es un estado
 
absolutamente insoportable que en algunos casos puede llevar
 
al suicidio (sobre todo en casos de esquizofrenia; en el caso de
 
la bipolaridad es distinto; la persona afectada está en un estado
 
auto-afirmativo, el ego se le dispara y también está
 
mentalmente fuera de la realidad). Y nadie está libre de las
 
irregularidades psíquicas o psiquiátricas… Que sepan pues,
 
que a estos estados puede llegar cualquier persona “normal”,
 
algunas veces vía droga, otras ni se sabe. Conozco a una
 
persona a la que le brotó la bipolaridad pasados ya los cuarenta
 
años. Hasta entonces no se le habían presentado
 
irregularidades psíquicas. En el pasado, para nombrar a una
 
persona con trastorno bipolar, se utilizaba el muy
 
desafortunado término “maníaco-depresivo”, haciendo
 
referencia, con maníaco a alguien que está demasiado
 
eufórico. Alguien que no duerme a causa de ello y que piensa
 
a tal velocidad que llega a hacer “plof” al final. Pero por suerte
 
la psiquiatría cayó en la cuenta de que el término “maníaco-
 
depresivo”, lejos de acercar a la gente “normal” al tema, lo
 
asustaba. Me suena haber escuchado el término maníaco como
 
sinónimo de psicópata, sexualmente enfermizo, peligroso al
 
fin y al cabo. Esa conexión (maníaco con enfermo perverso)
 
era un disparate, y el término “maniaco-depresivo” fue
 
enviado a la papelera de las patologías médicas. En este caso
 
el mal llamado “maníaco” no hubiera cometido otro crimen
 
que el de estar muy disparado interior y hasta exteriormente.
En cuanto a las depresiones, hoy en día, casi todo el mundo
 
sabe lo que son: derrumbamientos anímicos, sin causa
 
psicológica a veces, y en otros casos, producidos por
 
problemas psicológicos que pueden no necesitar tratamiento
 
medicamentoso, o sólo requieren medicina en un periodo
 
breve. Una persona como yo, a la que la bipolaridad se le ha
 
presentado sobre todo en depresiones, puede atravesar meses e
 
incluso años, en los que vivir es muchas veces sufrir, con
 
escasas treguas. Esto no es auto-compasión, pues se ha
 
superado o controlado; aunque con una enfermedad de estas
 
características uno no debe de bajar la guardia, pues puede
 
volver a aparecer alguna crisis de este tipo, aún muchos años
 
después de haber conseguido una estabilidad sobrellevable
 
incluso con alegría; una persona muy cercana a mí, y que
 
padece el mismo trastorno, lleva nada menos que dieciséis
 
años de estabilidad controlada con un regulador del ánimo. Por
 
otra parte, uno puede rozar, como me ha pasado no hace
 
mucho, el ciclo maníaco un día o unos días sin llegar a entrar
 
en una interpretación demasiado desparatada de la realidad. En
 
ese estado la persona está más “lúcida”, más “inteligente” más
 
“amable” e incluso más “ingeniosa” que en un estado llamado
 
eutímico (ni muy arriba, ni muy abajo, lo que se daría en
 
llamar estable o “normal”), pero la persona que está en esa
 
situación, no es, en su estado natural así de “inteligente”, o de
 
“lúcida” o de “amable o de “ingeniosa” o de bella.. En estado
 
natural, esa persona, yo, es alguien vulgar y corriente, que en
 
momentos puede ser brillante y en otros comportarse como un
 
zoquete cascarrabias, y hasta como un imbécil. Esa persona no
 
se considera “especial”; debe de tratar de huir de esa tentación
 
además. Le digan lo que le digan.
Sobre todo porque hay que tener mucho cuidado con el ego en
 
este tipo de situaciones; tanto a la baja como a la alta. Puede
 
no parecer tener relación con esto pero a mí hay una frase que
 
siempre me ha hecho relacionar lo que estoy tratando de
 
explicar con lo que dice dicha frase. El cantante del grupo
 
musical “Siniestro total” dijo una vez que entre lo sublime y lo
 
ridículo hay sólo un paso, que sería un equivalente a la
 
expresión “pasarse de listo”, o “irsele a uno la olla por pasarse
 
de graciosillo”.
          Aunque no todo lo que dice el Dalai Lama es
 
sabiduría (como ser humano y como todos los seres humanos puede
 
llegar a decir tonterías) este hombre dijo una frase básica pero muy
 
universal y muy acertada: “Hay que coger tanta distancia de los
 
halagos como de las críticas destructivas”. Que todos somos
 
humanos y que aquí nadie es más que nadie. Hay algunas
 
cualidades que están sobrevaloradas; por ejemplo escribir “bien” o
 
“bonito". Por mucho que uno lo pueda hacer, eso es sólo una faceta
 
de las miles que tiene la vida y pobre de aquél que por creerse,
 
sobre todo y por encima de todo, artista (y aquí da igual el terreno:
 
escritura, música, cine, pintura, escultura y todas las artes
 
restantes), piense que con eso está todo hecho; por mucha fama y
 
éxito que puedan darle esas cualidades. La teoría del éxito, la del
 
sueño americano, es un error fatal. El éxito consiste en encontrarse
 
bien con uno mismo, digan lo que digan los otros; y por mucho que
 
aplaudan, abucheen, o pasen de largo, hacer depender la felicidad
 
de aquello que llaman “reconocimiento social", es equivalente a
 
comprarse todos los boletos para el primer premio de la frustración
 
y para una bajada de autoestima que puede resultar letal. Porque
 
muchas veces se pierde, pues la gente puede pasar del aplauso al
 
linchamiento en menos que canta un gallo...Y el que no pueda
 
asumir eso, tiene un problema.
     En mi opinión, lo más importante es el amor. Pero no el amor
 
exaltado sino el diario, porque no siempre estamos en condiciones
 
de amar; pero creo que hay que tratar de estar en condición de
 
apertura ante el amor que te dan los demás. El tuyo hacia ellos
 
saldrá sólo y sin darte cuenta, cuanto menos te presiones y si estás
 
tranquilo.

   Última cosa: todo lo que aparece en este texto es, sólo, mi muy subjetivo punto de vista.













CORTA VIDA DE UN TEXTO

          Aquí yace un texto que salió a la vida en la mañana del veinte de febrero de 2016. Falleció a las 15:31 del domingo veintiuno de febrero de 2016. Fue bautizado con el nombre de Russians, con el que vivió poco más de 24 horas. Su corta vida se debe a que el padre del texto lo parió estando completamente borracho y como consecuencia, el texto no tenía ni pies ni cabeza y estaba lleno de ideas inconexas y delirios del autor. Sólo ha quedado el siguiente párrafo; párrafo que ni su mismo padre llega a reconocer como hijo legítimo, poque sigue estando borracho.

          "Tú te lo guisas y tú te lo comes"  celebrada frase del emperador romano Arcadiano, del que cuentan que se reunió con Angel Mosterin en un viaje espacio-temporal de cuarta fase para tomar un par de vinos en amena conversación.
       
              

martes, 16 de febrero de 2016

LUZ


A ver cómo hacemos para hablar de esta persona sin caer en la loa fácil y gratuita. Misión casi imposible.

Conocí a Luz hace muchos años. Digamos que tiene un curriculum de dolencias y males corporales de impactar. Sólo me sé unos cuantos, pero ha pasado por varios procesos de cáncer; le han quitado un pecho (o los dos, no sé), un riñón, una parte del colon, ha pasado por quimios y todo tipo de torturas físicas (ella no diría tortura, cuida mucho su lenguaje y lo mantiene limpio de rabias), tiene una espalda que está hecha trizas, hoy en día le cuesta mucho esfuerzo andar y pasa muchos días en su cocina o en la terraza mirando al exterior, al que no muchas veces sale por su cuenta. Los días en que está fuerte, coge aire y se atreve a bajar la basura (que otras veces le bajan amigas o sus hijos); para algo tan simple como bajar la basura tiene un pequeño problema: Primero, sólo tiene que bajar, pero luego, para alcanzar su casa, de vuelta, la cuesta es muy empinada. A veces, si el clima es bueno y si ella está animada, antes de volver a su casa, camina unos metros, con el fin de poder ver una huerta y jardín que una persona anónima lleva meses creando cerca del aparcamiento que hay frente a nuestras casas.

Siempre que le pregunto qué tal está, la respuesta es ésta: “Bien, dentro de un orden”. Y yo sé que tiene muchos dolores. Le pregunto por ellos. “Bueno a esos ya les he hecho amigos íntimos.”

Yo sé que por dentro a veces se asusta y sufre como todos pero no quiere amargar a nadie con la explicación de sus dolencias. Su único lema es “ama a tu prójimo como a ti mismo” y todo lo demás, dice, son complicaciones. Creo que ese lema entrecomillado, a la gran mayoría de la gente, le suena a rancio, vetusto y casi reaccionario. Pero algunos cristianos les sirve para no tener que andar buceando en la Biblia, tan ambigua ella, y hasta para no ir a misa. Quedamos muy poquitos.
Desde hace unos cuatro o cinco años, quizá seis, solemos ir mi pareja y yo a estar con ella, y con sus ochenta y seis años, nos lo hace pasar bien. La cosa tiene narices.

Un extracto: de un diario mío.

He estado con Luz. Persona maravillosa. Tiene el doble de años que yo y qué cabeza. Muy digna de conocer. Le llama por teléfono un montón de gente. Normal. Cuando fallezca, y que no lo haga demasiado pronto, no va a caber gente en toda la Iglesia.”

En su cocina me acoge con una sonrisa que le sale de dentro. Cada uno con un vaso de agua, no le dejo que se levante, la conversación fluye fácil, sin forzar, con ella no hay que disimular. He llegado bastante tocado, me salían unas lagrimillas: “Nos ha tocado la china a ti y a mí” dice sin autocompasión, con una sonrisa cercana a la risotada corta, con un cariño en la expresión casi inexplicable con semejantes dolores. Qué persona más positiva y curiosa Dios mío. No se habrá sacado estudios (creo que nos dijo que empezó a trabajar con 12 o 14 años; algo así), pero tiene un espíritu del que le sale una empatía y una conversación de todo tipo, menos tópica; es una conversación amable, agradable e inteligente, se pone en tus zapatos (como dicen los ingleses), bromea sobre el malísimo tiempo, sin quejas, aquí estamos, castigados, con otra sonrisa natural y espontánea, casi celebrando la desgracia con una broma, sin quejas, sí, ya sé que lo he dicho antes…”.

Otro extracto:


Hoy, con Luz, S. y yo hemos pasado tres horas de incontestable paz. Tremenda, Luz. Tres horas. Ella presidiendo muy humildemente la larga mesa, S. a su izquierda (cómo se quieren) y yo enfrente de S. Ese es un espacio absolutamente genial, que solemos formar unas tres veces al año y no tiene desperdicio. Y no tiene desperdicio porque Luz es, sencillamente la encarnación de algo muy poco dado en nuestros días: amor (con humor, humildad, sabiduría y alguna falta de ortografía). Y allí flota la conversación sin guión, lejos del fácil topicazo, con Luz empatizando con el ambiente y con nosotros (ténganse en cuenta las edades; 86 ella, 49 S, 43 yo); somos tres chiquillos jugando con las palabras, formando momentos sin ninguna hipocresía (bueno, alguna se nos habrá colado). Y encima nos había puesto en la mesa chocolates, pastas, bombones, frutos secos, chorizo, con el inevitable empacho posterior como consecuencia de ello."
         Lo que yo conozco de Luz es lo que ha quedado escrito; y lo que apoya al hecho de que mi subjetividad se acerque bastante a la objetividad es que todo el mundo habla bien de ella. Mucha gente la quiere, y es que ha sido capaz de sembrar muy bien, desde la más absoluta sencillez y a años luz de teorías artificiales. Pero más importante que clasificarla moralmente, es, que (y esto es aquello a lo que ella le da más importancia), repito que, lo más importante, es, que, a pesar de nuestra abismal diferencia de edad, somos grandes amigos. Amigos, muy amigos.


TODA LA VERDAD

Ayer le entregué estas páginas a Luz. Primero se las leí. Me dijo que me había pasado. Que su hija no opinaba lo mismo de ella y que también tenía sus momentos de mala leche. Que también tenía momentos en los que decía una palabra más alta que la otra. Que no era TAN buena. Bueno, pues como aquí no se trata de engañar a nadie, todo tiene que quedar dicho.

Quizá, salvo en el insólito caso de S. (a la que algunos ya han tenido que empezar a odiar de tan estupenda que la pongo siempre) no haya personas buenas--buenas y personas malas malísimas y todos nos movemos bajo unos principios, sí, pero las circunstancias que nos rodean nos moldean hacia un lado o a otro. Probablemente. La idealización siempre es peligrosa y es un error en el que he caído muchas veces. Y sin embargo, por qué será, hay ciertas personas que siempre me reconfortan. No creo que los prejuicios se hagan siempre en el sentido negativo sino también en el contrario, si es que me explico. Yo voy en una disposición muy buena hacia personas que ya tengo metidas en un cuadro definitorio positivo y mis juicios y valoraciones son, tan subjetivos… Pero esto le pasa también a la mayoría de la gente. Siempre estamos valorando y juzgando sin tener todos los datos sobre la mesa. Es imposible pues la objetividad.

             De todas maneras, hay una cosa clara. Luz se empeña mucho en poner la nota positiva a todo en su actitud hacia los demás y eso yo ya lo valoro mucho, porque hay mucha gente que hace todo lo contrario y va arrastrando negatividad por todos los sitios por donde pasa. Y no se trata tampoco de glorificar a unos y condenar a otros, pero no se puede negar que hay personas que te hacen la vida más agradable y con la que te hace mucha ilusión estar. Ahí se dan cita el cariño y el amor.

¿Buenismo, o extraordinario?




domingo, 14 de febrero de 2016

LOS ANTI-MEDICAMENTO

      Este cansino seguirá y seguirá volviendo sobre un tema en el que está en juego la VIDA de algunas personas; cada vez que este cansino opine que hay despropósitos al respecto.
     Había otra vez un batería de un grupo de música español. Los que le conocieron, dijeron que, estando medicado (padecía un Trastorno Bipolar), era  muy buena persona. Cumplía perfectamente con todos los compromisos de la banda en la que tocaba; su mujer le quería horrores.
      Un psiquiatra, como le veía muy bien al hombre (de la misma forma que a mí me ven muy bien a pesar de estar altamente medicado) decidió, así, de golpe y porrazo, suprimirle la medicación. Toda. De golpe. Aun cuando no esté demostrado que ese hombre necesitase medicación (de la misma forma en la que no está demostrado que exista Dios; al fin y al cabo nuestro cerebro se mantiene en el mismo misterio y silencio que Dios; el cerebro, diga lo que diga la ciencia, sigue siendo el gran desconocido, diga lo que diga también Internet al respecto; yo de este desconocimiento, un poquito ya me sé), aunque no esté demostrado que la salida sea el medicamento, digo, hay algo que el psiquiatra de este hombre debía de saber y que es de manual. Si tú acostumbras a un cuerpo, durante años, a una medicación (y repito, el hombre estaba muy bien, incluso a pesar de estar medicado, me atrevo a decir) que en el caso psiquiátrico es adictiva, este hombre, enfermo o no, va a padecer un mono de crisis de ansiedad monumental. El psiquiatra no lo sabía. Pienso que, por lo menos para el último año de especialización en  psiquiatría, esto ya debería saberse. O más grave, un psiquiatra que hubiera leído, como debiera ser, los prospectos que acompañan a la medicinas que recetara o suprimiera, no haría esto. Parece que el psiquiatra ignoró al mismísimo Vademécum.
      Consecuencia; llega el inevitable estado de bestial ansiedad de este hombre, cuya cabeza empieza a regir muy confusamente. Está en casa, con su mujer, muy nervioso y mal. No se cuenta lo que pasó en aquella casa, pero se sabe que alguien (probablemente la mujer del batería, asustada por la situación) llama a la policía. Viene la policía. El hombre, cuyo estado interno se subía por las paredes, se dirige hacia un policía con un tenedor (lo del tenedor se dice, lo otro es ambiguo, quizá iba ahí, en el lote también, algún cuchillo de cocina, no se sabe si afilado o inofensivo). El policía lo mata. Uno de ellos le dice a la esposa del muerto que acuda a comisaría a denunciar a este por violencia de género.
      La información que se da en dos periódicos diferentes sobre los acontecimientos, es tan confusa y variable que lo único que se puede saber es lo dicho hasta ahora. Sin embargo, la mujer del asesinado,  lejos de denunciar al marido, dice que era una bellísima persona, que lo amaba y llega a decir "X (el muerto), cariño, no permitiremos que  manchen tu nombre".

       Hay gente que no habiendo tenido enfermedades psíquicas graves (repito, graves (depresión mayor recurrente, trastorno bipolar, o esquizofrenia)) va en contra del medicamento diciendo que provoca efectos secundarios y que sirve para que los laboratorios farmacológicos y las farmacias ganen mucho dinero. Siendo esto último cierto, que alguien me diga qué tiene que ver una cosa con la otra. Porque la gente se forra con los medicamentos, ¿Los medicamentos no son efectivos?
      La medicina psiquiátrica puede provocar muchos despropósitos. Un ejemplo; yo llevaba mucho tiempo tomando una cantidad muy alta de ansiolítico; en noviembre, diciembre de 2015, y la mayoría de los días del mes de Enero, tuve una gran ansiedad cuyo origen no entendía; las cosas me iban bien. Atribuía la ansiedad a este blog y al facebook, que en este momento no me provocan ninguna. ¿Por qué? El problema lo descubrí yo mismo: instrucciones: si alguien lleva mucho tiempo tomando una alta dosis de ansiolítico, puede llegar un momento en que se produzca un efecto paradójico. Paradójico querría decir contrario al efecto que el ansiolítico debería de producir; en origen, el ansiolítico baja la ansiedad. Si se abusa de él durante mucho tiempo, la sube. Sólución química sencilla: bajar la dosis de ansiolítico a la mitad reforzando la ausencia con otro que incida en la ansiedad de forma diferente. Desde el 29 de Enero estoy muy bien y no me da miedo el facebook ni tampoco el blogger. Es más, me encuentro fuerte.  Alguien me dirá que es sugestión, placebo.
       Tengo otra historia. El 12 de mayo de 2008 ingresé en el psiquiátrico de San Sebastián pues una psiquiatra consideró que allí me harían un ajuste de medicación que me sacase del agujero donde andaba metido. El psiquiatra que allí me atendió, aseguró que todo estaba claro. Toda la cantidad de medicación que tomaba, según él, me anulaba (hoy no tomo mucho menos que entonces y que pregunten a quienes me conocen si estoy anulado); había que quitar mucha medicación según aquel psiquiatra; yo ni tenía fuerzas para plantearme si una bajada brusca podría producir efectos de crisis de abstinencia.
          Él médico, para hacer lo que hizo, estaría convencido de que no habría tal crisis de abstinencia. Es llamativo que la doctora que recomendó el ingreso dijera, en un tiempo anterior a dicho ingreso, que yo tomaba mucha medicina pero que si me la bajase estaría mucho peor. Sin embargo, el psiquiatra que me atiende me dice que ha hablando con esa misma doctora y que estaba de acuerdo en la bajada de la medicación. La estrategia del psiquiatra del psiquiátrico (hoy el estilo me importa mucho menos que el contenido) era, te bajo la medicación ( a lo bestia en mi opinión) y tú dinamízate con la gimnasia, la relajación, hablando con los auxiliares y la gente...Consecuencia: ingreso urgente en media estancia, otro centro. No sé cómo será el infierno de verdad, si existiera, que no me lo creo. Pero si existiera, no creo que sería muy diferente a lo que yo llevé dentro de mí durante cinco meses, en el centro de media estancia del que hablo. No tuve ideas de suicidio, porque la bellísima persona que era mi psiquiatra en aquel lugar, me sostuvo día a día, dedicandome a veces más de media hora a mantenerme, aunque fuera, por lo menos, afectivamente. Pero pasado un tiempo sí que tuve ideas de suicidio muchas veces...Demasiadas.
   
          En el verano del año 1995 estuve yendo a un centro naturista, que descalificaba, sin ningún problema (y sin pruebas) el uso de las pastillas psiquiátricas. En septiembre, en la UCI, me daban por muerto, como he tenido que decir en otro sitio.
        Y pudiera seguir y se me haría de noche; ¿Y para qué? Yo he llegado a oír disparates del tipo de "En la revista 'El Semanal' (del grupo 'El Correo Español'), ponía que el orfidal, pasado un tiempo era sólo un placebo, vamos que no hacía más efecto que el sugestivo." Y todos sabemos muy bien que la revista "El semanal" del grupo correo, es toda una autoridad en la materia de la que estoy hablando.
         Y al explicar lo que me pasó con los ansiolíticos de noviembre de 2015 a enero de este año 2016, y sacando de contexto mi explicación, tengo que escucharle a una persona que quiero muchísimo que a ver qué tipo de médico me daba esas pastillas. Pues alguien con cincuenta años de experiencia en ese terreno, que nunca ha excluído de su tratamiento a naturistas, cosa que sí ocurre al revés (naturistas descalificando a psiquiatras) demasiadas veces. Y ese alguien me puso "esas pastillas" porque me estaban funcionando muy bien desde hace casi veinte meses; fue él quien me dio la  razón por el móvil al explicarle lo de la necesidad del cambio de ansiolítico a finales de Enero de 2016; "sin ninguna duda", fueron sus palabras. La psiquiatra de la sanidad pública que me lleva ahora, como he dicho, lo llevó a cabo con éxito, sin que yo le dijera nada.

        Es completamente cierto que una enfermedad psiquiátrica provoca muchos problemas psicológicos (que me lo cuenten a mí), y que a veces, aún estando la enfermedad controlada químicamente, si la persona no está lo suficientemente fuerte psicológicamente, caerá y caerá y caerá. Pero si no podéis demostrarme si es antes el huevo que la gallina os digo esto:
        Así como se le pide a la Iglesia más derechona que deje en paz a los homosexuales, y con mucha razón además, yo pido, desde mi heterosexual condición psíquica, ya no sólo a los naturistas, sino a todo tipo de personas (la mayoría de las cuales no ha tenido nunca una enfermedad psíquica) que nos dejen en paz. Que ya está bien. Que ya iremos por nuestra cuenta a los naturistas si hace falta y si queremos, que combinaremos química con naturismo (¿Por qué siempre excluír  uno al otro? ¿Por qué no unir fuerzas muchas veces?)

      Yo no puedo demostrar nada, pero puedo pedir que se tenga mucho cuidado, no sólo con lo que se dice alegremente sobre estas cosas, sino sobre todo con lo que se HACE. Repito, suele haber vidas humanas en juego.

     Hablando, por último, de medicinas psiquiátricas:  Al interrumpir su consumo cuando hay dependencia se desencadena una reacción grave, aterrorizante y potencialmente mortal, muy parecida al delirium tremens, cuyos síntomas principales son debilidad, malestar general, depresión, temblores, deshidratación, delirio, insomnio y alucinaciones.

sábado, 13 de febrero de 2016

MEMORIA DE UN PROFESOR (PARTE 1)

AGUSTIN HIERRO


Si la infancia es el periodo que abarca el tiempo que hay entre poco después del nacimiento, hasta, digamos, los doce años, donde a los trece empezaría la adolescencia, yo puedo decir que tuve una infancia muy feliz. La verdad es que hasta lo que se llamaba cuarto de básica yo iba a una Ikastola donde estaba bastante integrado; el aprendizaje de leer, sumar y todo lo demás no era nada más que un juego en el que la presión no asomaba por ningún lado y fui muy feliz. Además estaba el fútbol, el eterno fútbol, horas y horas tras las clases ante una portería chutando y jugando partidos, uno tras otro, disfrutando como los enanos que éramos.

Y los partidos en la playa de la Concha, con equipos oficiales de benjamines y alevines y la Real en Atocha, con todos aquellos postes debido a los cuales, había veces en las que no veíamos bien ni al mismísimo Arconada (mítico guardameta de la Real Sociedad); los cromos de futbolistas, las canicas, y un montón de cosas más. La adolescencia fue un periodo de lo más desagradable del que no tengo ninguna gana de hablar aquí. Aunque puede que lo haga alguna vez con tono irónico y si hace falta sarcástico para ajustar cuentas con ese periodo de mi vida.

Cuando iba a pasar a quinto de básica mi madre decidió que yo debía de estudiar en un colegio en castellano porque se decía que en las Ikastolas no se enseñaba lo suficientemente bien, algo que es absolutamente falso. Y sobre todo porque en la Ikastola no se impartía una materia que a mi madre le interesaba mucho que yo asimilara, la Religión Católica. A mí, la religión, como materia, no me ha enriquecido mucho precisamente. Me ha provocado, por el contrario, sentimientos muy encontrados. Aunque soy creyente (creo que quedamos dos o tres creyentes), pasé ciertas épocas creyendo que no creía en nada. No entiendo mi creencia, pero creo que creo.

La verdad es que en principio, aquel cambio de colegio me dolió mucho, pero a ver quién se oponía a la decisión de la madre a esas edades. Además yo era un buen niño que obedecía.

Para colmo, me mandaron a un centro que se encontraba a unos metros de la ikastola donde yo estudié y , cuando yo todavía iba a ésta, ese centro estaba lleno de macarras que daban un miedo impresionante. Ese colegio, se unió al Colegio “Manuel de Larramendi”, o mejor dicho, este último lo absorbió. “Manuel de Larramendi” era un colegio “católico” en sus principios, como lo fue “San Sebastián Mártir” (el colegio absorbido), y anteriormente a ese año, sus cursos empezaban en quinto de básica, en una no muy pequeña ubicación de lo que era, y sigue siendo, el Seminario de San Sebastián.

Justo en el año en el que yo entré a estudiar quinto de básica, se decidió que en la antigua edificación de “San Sebastián Mártir” comenzaran a impartirse los cursos correspondientes desde lo que entonces se llamaba parvulario hasta Octavo de básica (hoy equivalente a segundo de ESO) y lo que entonces eran Bup y Cou se estudiaban ya en las instalaciones del Seminario, situado algo más arriba de las edificaciones a las que he hecho referencia.

Llegó el primer día del curso del antes llamado quinto de básica. Nuestro profesor, se llamaba Agustín Hierro y había sido director del antiguo colegio San Sebastián Mártir.

Agustín Hierro, que nos dijo, en el año 1982, nada menos que, para dirigirnos a él, le podíamos llamar Agustín, o don Agustín y que nos hacía rezar el padre nuestro a la entrada y a la salida de las clases; que nos dijo que cuando viniera una persona adulta a la clase, nos teníamos que levantar todos a la vez, en señal de respeto. Bueno, a los diez años no teníamos mucho criterio para opinar sobre algo así.

Agustín Hierro daba bastante miedo al principio; le rompió la regla en la cabeza a un alumno al principio del curso. “¡Mal empezamos López!” le dijo, y puedo asegurar que ese alumno sí que se apellidaba López. Agustín Hierro exigía mucho silencio en sus clases. Yo iba muy a disgusto al colegio en los primeros tiempos. Le tenía manía al tal Hierro.

Agustín era considerado por los profesores más jóvenes como alguien de la vieja escuela. ¿Sería muy de derechas? ¿Habría tenido algún tipo de simpatía hacia el Franquismo (movimiento que no puedo ver ni en pintura, a pesar de no haberlo conocido personalmente; tenía tres años cuando Franco murió)?

Pues sinceramente, en estos momentos en el que lo recuerdo, eso me importa un rábano. Porque pasadas unas semanas o meses (no puedo ser preciso ahí; estamos hablando de hace más de treinta años) yo llegué a sentir mucha simpatía por ese hombre.

¿A qué se debió un cambio tan radical? No sé con demasiada exactitud qué es un maestro de la vieja escuela, pero el comportamiento de este hombre con nosotros no fue, ni de lejos, el correspondiente al de “la letra con sangre entra”. O al de algunos ogros que he visto en películas por televisión que representaban quizá a “maestros de la vieja escuela”. Los del “porque lo digo yo y tú te callas, impertinente.” Y es que Agustín Hierro no era así ni de lejos.

Nosotros, cuando empezamos a recibir sus clases, sólo llevábamos 10 años en esta vida y éramos esencia inocente con ilusión de aprender, aunque no fuéramos conscientes de ello entonces.

Y pasados los primeros tiempos del miedo, resulta que don Agustín se quedó con nosotros, con nuestro aprecio (sí, claro, muchos lo negarían hoy en día, pero no pudo pasar lo que pasó si eso no fuera cierto).

Puede parecer tremendamente sorprendente que un profesor que en el año 1982 nos pedía que hiciéramos cosas tan anacrónicas como las que han sido mencionadas más arriba, terminara quedándose con nuestro afecto desde antes de la navidad hasta el final de curso, incluido el insólito último día. Pero es que nosotros éramos unos críos de 10-11 años y el hecho de que no nos lavó el cerebro ni nos manipuló en ningún momento, lo confirma el dato de que yo, más de 30 años después, considere que Agustín Hierro fue y ha sido el mejor profesor que he tenido nunca. Y también otra cosa; nosotros tendríamos sólo 10 años, pero teníamos algún que otro profesor añadido a Agustín Hierro, para una asignatura que él no nos impartía; y a ese profesor no le teníamos ninguna clase de simpatía, más bien al contrario… Así que, que pase, Agustín Hierro Mulas, con todos los honores:

Ese señor alto, calvo y con gafas se convirtió en una especie de mago de la enseñanza con la que muchos disfrutábamos (por mucho que ahora lo negarían muchos, repito).

Era un auténtico placer escucharle y perderse en sus divagaciones; hablaba a corazón abierto, y aunque tuviéramos diez años, se le entendía; bajaba su nivel de intelectualidad al nuestro sin dejarse llevar, sin caer a pesar de ello en la apatía; al contrario, su comunicación era muy intensa y entusiasta, se le veía disfrutar con las materias que conseguía comunicarnos (las materias y el entusiasmo que pueden provocar éstas, tratadas con amor al conocimiento(¿amor al conocimiento? ¿De que lugar me salen a mí esas expresiones rancias y académicas? Se lo tendré que preguntar al médico de cabecera)), interactuaba mucho con nosotros y se sentía satisfecho al vernos aprender con ilusión.

Él amaba la enseñanza, el aprendizaje sano y sin coerciones y terminó queriéndonos, porque, quién sabe por qué circunstancias, terminamos respondiendole muy bien; sólo él transmitía esa pasión por las materias de estudio, de forma a veces seria, otras de forma desenfadada y divertida, sin controles amenazantes. Nos hacía participar y participes a todos de lo que ocurría en aquella clase. Pasábamos de lengua a literatura y de ésta a matemáticas, sin estrecheces, ni corsés horarios que obligaran a hacer cada materia a cada X tiempo.

      Y esto continuará dentro de un par de días, donde se comprobará que no todo el monte es orégano. Bienvenidos a todos los que hayan llegado hasta este párrafo, y muy sinceramente, gracias por tú atención lector, si es que tú solo has hecho el esfuerzo de leerme de principio a fin y por propia voluntad y libertad de elección...Nos vemos en dos días; con Agustín. Y con una sorpresa final, más agria que dulce (la que me llevé yo al documentarme sobre el pasado de Agustín Hierro, sin haber buscado documentarme sobre él. Me lo contaron)…

MEMORIA DE UN PROFESOR (2)

AGUSTIN HIERRO (II)


Como cuando estudiábamos en quinto de básica pasábamos casi todo el tiempo lectivo con Agustín Hierro, él decía, ahora abrid el libro de lengua, más tarde, religión. Ahora que lea uno, luego el otro, venga usted, no se esconda. Se apasionaba tanto con la naturaleza como con la religión. La verdad es que a mí me tenía un poco de pelota y eso habrá ayudado. Agustín me convencía. Me transmitía muchísimo. Nos transmitía

        Lloró al terminar el curso (al salir de clase, algunos de los que jugábamos a fútbol en una portería cercana a unas escaleras por las que se dirigía a su casa, pudimos observar las lágrimas en sus ojos) y dijo que habíamos sido la mejor clase que había tenido nunca. Incluso llegó a dar clase la última tarde; unos polígonos me parece que eran, y seguía despertando nuestro interés. Yo creo que él nos consideraba importantes y nos lo hacía sentir así.

Agustín Hierro Mulas. Que, repito, nos dijo que le podíamos llamar Agustín o don Agustín al principio del curso. Nos hizo sentirnos personas: un hombre que probablemente no estudió ni a Nell, ni el constructivismo, ni sabría qué demonios era el feed-back, ni habría oído hablar de tantos términos pedagógicos que luego se pusieron de moda, ni de nuevas ideas teóricamente muy bonitas en la enseñanza, ni de un montón de pavadas (cómo dicen los latinoamericanos tan acertadamente).

Agustín murió unos cuatro, cinco, seis, siete u ocho años después de aquel espectacular curso. Qué más da que fueran nueve o diez. En fin, murió.

      Que en la paz del Dios que tanto amaba (era profundamente religioso y también nos hablaba del tema, siempre respetando mucho al que no creyera) descanse aquel hombre bueno y amante devoto de la enseñanza. Demostró que se podía aprender con ilusión.

     Un mes y pico después de escribir la semblanza sobre Agustín, me enteré de algo fuerte y dí cuenta de ello en este escrito.

Y ahora, pasado un mes y medio desde que escribí esta semblanza y mientras corrijo, me encuentro con un dilema moral. Hace unos días estuve con una persona que había sido joven profesora cuando Agustín Hierro se encontraba en sus últimos años de enseñanza. Ella formaba parte de su mismo claustro. Incluso fue profesora mía.

Resulta que Agustín Hierro era falangista. Bastante convencido además y gracias a ello (y a sus aptitudes, supongo yo) fue colocado como director de la escuela de San Sebastián Mártir. Un seguidor de Franco. Qué fuerte. Y digo arriba, en los primeros párrafos, que me importa un rábano que tuviera simpatía por Franco. Pero esto no puede ser así de tajante, en este caso particular.

Una cosa es que yo no me documente para hacer este escrito, que no pretenda hacer crónica precisa ni detallada de nada (Ya sea ésta histórica, social, literaria, psiquiátrica, psicológica o política) y que sólo quiera ofrecer pedazos de vida, de sensaciones y reflexiones, sin ambiciones de enseñar nada nuevo sino sólo de expresar ideas y sentimientos o de contar historias por medio de la escritura, dándome ésta muchas satisfacciones. Pero otra cosa es dejar pasar esta situación por alto.

Franco se dedicó a realizar barbaridades criminales que todos conocemos. Aunque haya por ahí, todavía hoy, algunos, o bastante más que algunos, individuos de extrema derecha que le justifiquen, que minimicen estos actos y que no los consideren barbaridades, aquello, lo sabe cualquiera, supuso un pisotón de muchos años a la libertad. Aunque todavía siguen produciéndose hechos muy caciques en España y en Euskadi, por lo menos existe libertad de expresión y de organización. Entonces ni eso. Entonces fusilamientos sin ton ni son una vez acabada la guerra, cárceles de exterminio, cobijo a los nazis que huyeron del juicio de Núrenberg, intento de aniquilación del euskera, y un sin fin de atrocidades más… Lo sabemos todos.

Cuando mi amiga profesora me comentó la “militancia” falangista de Hierro, yo le dije: “Pero bueno, él debía de saber las cosas terribles que hizo Franco ¿No?” Entonces mi buena amiga, con sólo ocho años más que yo, pero con muchos más ambientes conocidos, muchísima experiencia en la vida, leída, y gran observadora de la realidad en muchos aspectos, me corta: “Bueno, vamos a ver, para ellos aquí hubo una guerra justa, y cada uno viene de vivirla y de ganarla de una manera y te cuenta o le cuentan la historia a su manera. Ellos se creían los buenos…” Algo así le entendí.

El ser humano es tremendamente complejo. Tengo en mi memoria el recuerdo de un hombre cariñoso y bueno con cada uno de sus estudiantes (excepto al principio de curso, para poner orden) y sobre todo respetuoso; lo que se da en llamar una “buena persona”; y sin embargo perteneciente a algo que, es obvio, muchos hemos detestado; aunque algunos muy a posteriori porque casi no nos afectó (eramos recién nacidos), y con muchísima menos intensidad por esa misma razón.

Pero el caso es que aunque yo pueda criticar (y critico) a Franco, como ciudadano que soy, ¿Quién soy yo para criticar a Agustín Hierro por pertenecer o ser seguidor del llamado Movimiento? Nadie.

Porque los dirigentes del país al que pertenezco (es un decir) y los dirigentes de las naciones europeas a los que el “nuestro” pertenece y apoya, no han sido nada ejemplares a la hora de conseguir "algunos beneficios" para llegar al mal llamado “bienestar social” en un lugar que se autodenomina “primer mundo”. Y de ese bienestar me he aprovechado yo porque a mis padres les fue bien en este lugar. 
Y digo lo anterior,  para hacerme a la idea de que yo no puedo criticar a Agustín Hierro por ser lo que fuera él políticamente, porque yo, por complicidad acomodaticia e indirecta, no puedo tirar la primera piedra.
 Una última cosa: Había escrito otras matizaciones que podrían enfadar mucho a los más acerrimos defensores de los países "desarrollados", con lo cual me estaba pudiendo ganar todo un ejercito de buenas amistades, pero que aún siendo ellas buenas, quizá no vieran con muy buenas ojos  lo que había escrito. Y no dudarían en machacarme...Si es que este escrito tuviera más repercusión que la domesticamente bloggera, situado como está en una de las millones de esquinas de un espacio cibernético más que galáctico (cuando leo "epacio cibernético más que galáctico", pienso en la cantida de chorradas que se pueden escribir. Y gratis.)
 Pero qué puedo decir, soy una persona bastante miedosa, y algunas personas no tienen escrúpulos a la hora de decidir destruírte anímicamente si les haces una crítica que ellos consideren injusta. Tengo que proteger mi salud anímica.

Lo peor de todo es que  éste no era un sitio para hablar de política, pero claro, enterado yo de lo que me enteré, tenía, inevitablemente, que hacerlo; cosa que me desagrada mucho, pues aunque sigo la política, lo que hacen los que se dedican a ella, me pone bastante triste.
 Por tanto, Agustin, que una una vez, cuando fuí el único que te contestó a una pregunta y te enfadaste por el pasotismo de los demás, me dijiste: "Gracias Rabella, majo, gracias", rescato un pasaje de tu vida con este texto, y te rescato del olvido.

Gracias Agustin, gracias. Descansa en paz que te lo ganaste a pulso.