viernes, 9 de febrero de 2018

UN AGRADABLE DÍA EN SAN JUAN



 Cuando esa mañana me paseaba por los pasillos, Lupe me preguntó qué hacía. Con lo bien que se está en la cama, me decía. Sí, pero es que últimamente estoy bien en general, y cuando estoy bien, tengo pesadillas. En la cama lo estaba pasando fatal. ¿Y si estás mal? Preguntó ella obligada. Pues entonces duermo genial.  

 Tras hacer la cama, ducha y afeitado. Mi compañero seguía, como siempre a esas horas, dormido. A las nueve desayunamos. Ese día yo estaba animado así que el tiempo que quedó hasta las diez no se me hizo largo. A las diez bajamos los que íbamos a pasear con Manolo. En su coche, buena música; fuera buen clima otoñal asombroso. Café con leche, Paseo Nuevo, Concha, Peine de los Vientos y vuelta. A buen ritmo. Volvimos. 

A la una buena comida. Era miércoles, y como tal, tocaba helado de postre. Eché una buena siesta. La peli de tres a cinco menos diez me gustó mucho ese día.
Las cinco, salir... Otra vez aire libre... Bajaba las escaleras de atajo con cuidado y llegado abajo me iba a la casa de cultura. Me estaba encantando aquel libro que me estaba leyendo esos días. En todo el año no me había leído ninguno por falta de concentración. Allí pude terminarme cinco que me gustaron mucho. Hacia las siete de la tarde, subir para llegar a y cuarto. Con los cascos, leer para evitar la tele y Cataluña. Cena a las ocho. Y de ocho y media a diez y media agradable lectura. Día buenísimo, pero a la cama.

Lástima que me encontrara en el psiquiátrico de San Juan de Dios (estuve tres meses). Por algún lugar leí que San Juan de Dios era el patrón de los incurables. Esperemos que no fuera cierto. Lo cierto es que cuando salí hace más de un mes, toda seguridad se derrumbó y hay que vivir en la realidad. Pensemos que nunca, nunca, el tiempo es perdido. Y como decía mi prima sabiamente el otro día, lo malo también forma parte de la vida y la vida hay que vivirla. A veces maravillosa, otras, otras, mejor callar hoy.....

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