Recuerdo que en uno de mis numerosos ingresos en el hospital de agudos de San Sebastián ( y es que no quiero decir la palabra psiquiátrico, qué pensarían de mí, ni pensar) le pregunté a un psiquiatra que pasaba por poco de los treinta años, lo siguiente: "¿Oiga y usted sabe si esto me ha ocurrido porque al haber pensado yo que si actuaba de una forma X pero al hacer Y y producirse Z me encontré algo desorientado y entonces todo explotó en H?" Bueno, alguna burrada parecida.
El joven psiquiatra se me queda mirando serio, con cara de póker, se acaricia la barbilla, y me dice tras unos segundos: "Estee, si yo pudiera responder a esa pregunta yo no sería un psiquiatra, sino una especie de mago".
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