Conozco genios de la vida, que en su setentena, o rozando y pasando la ochentena de vida, siguen peleando por ella cada día, casi sin darse cuenta, por ellos y en buena medida por otros.
Por otros que les necesitan todavía o que sienten que les necesitan. Son gente humilde y entregada, gente sencilla que haría lo que fuera por cambiar algunas cosas esenciales para ellos, no importantes universalmente. Son personas que tengo el privilegio de conocer y tratar casi cotidianamente y todo un ejemplo cercano.
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