domingo, 31 de diciembre de 2017

N.P.I


 Recuerdo que hace unos cuantos años, cuando finalizaba un ingreso hospitalario, le hice al psiquiatra joven que me atendió una pregunta algo rebuscada o retorcida (como correspondía al estado de mi mente en aquellos días): La pregunta fue del tipo: "¿Ud cree que mi relación de tipo X con la persona H y mi reacción ante el hecho M, pudo haber provocado,  al no hacerme efecto la medicación Y, esta situación Z en la que me encuentro?"
   El joven doctor, para tapar la estupefacción que debió de sentir ante semejante metralla, puso ante mí los labios prietos y me dirigió un tipo de mirada penetrante, como de alguien que parece  estar absorbido por profundos pensamientos; pero supo responder lo siguiente: "Bien, si yoooo, pudiera responderle a esa pregunta, no sería un médico, o no sólo médico, sino más bien un mago". En mi vida he visto una forma más elegante y certera de decir lo que más vulgarmente correspondería afirmar como respuesta a semejante tipo de pregunta y que seguro que respondería mejor a lo que  el psiquiatra  en realidad estaba pensando tras mi pregunta; o sea, un "No tengo ni puta idea chaval, por quién me has tomado..."

      Por otro lado, quien esto escribe, quiere declarar que tras haber estado ingresado en un hospital de media estancia (tres meses exactos, del 28 de septiembre al 28 de diciembre) después de 21 días precedentes en otro de corta estancia (del  7 al 28 de septiembre), piensa que es un poco inadecuado que la psiquiatra que le atendió en media estancia (de una manera humana, inteligente, cercana, empática, tremendamente profesional e incluso eficaz) le diera un informe en el que uno tenga que verse retratado en estos términos: "Aunque el sufrimiento psíquico es intenso, el paciente en la actualidad descarta la posibilidad de autolisis, amparado en (...)  En el aspecto caracterial, ha tendido a mostrarse rumiativo, auto-exigente y con sentimiento de culpa, generándole importante repercusión emocional y conductual (condicionando por ej. su hábito lector)" Y no dice todo lo que he disfrutado leyendo (seis libros de más de 400 páginas, (uno tenía 957)), en semejante lugar. Cómo se pasan.
  El paciente, que soy yo, considera que las palabras que van entre comillas y que vienen en el informe que se le ha dado en mano por parte de su psiquiatra, le hacen sentirse como un esquema o diagrama aséptico y susceptible de análisis y diagnóstico de un modo demasiado cosificador, olvidándose de que ese paciente es y  sobre todo quiere ser, sólo, un ser humano. 
Sé que están obligados a hacer esto (entregar esos casi insultantes informes) pero por mí se lo podrían haber ahorrado, porque si se dice que el paciente se muestra rumiativo, se está diciendo algo tan redundante como si se indicara que el paciente se ha mostrado con el pelo de color tirando a negro, que es algo con lo que nació y figura como un dato inapelable de su ADN (si es que estas cosas las contempla el ADN, cosa que no me voy a poner a buscar en Google).

Firmado: un ser humano rumiativo que rumia a veces la idea de que el mundo hubiera ido todavía mucho peor sin seres rumiantes o rumiativos. Y está muy bien que lo diga yo, por paciente.

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