Como ya habré dicho muchas veces, cuando me pongo a escribir no suelo saber sobre qué voy a escribir y esta ocasión no es diferente a las demás; y claro, hay que esperar a que mi cabeza empiece a hacer asociaciones. El hecho de que yo escriba por medio de asociaciones de ideas yo no lo sabía. Me lo dijo un amigo al leer una historia mía. Escribes una cosa, y esta te lleva a otra....Los grandes le llaman a esto “escritura de búsqueda”. Yo, con falsa humildad, digo que soy pequeño.
Lo malo de poder escribir por asociación de ideas es el precio que pagas antes y después de estar escribiendo. Cuando tu cabeza (pero no tú) comienza a asociar una cosa con la otra, si tienes un día un poquillo negro, una idea negativa engancha con otra, esta con otra más negra todavía y en progresión puedes terminar enganchando ideas y sentimientos insoportables que te pueden hacer sudar literalmente. En mi caso, todo lo que digo es en mi caso, necesito recordar, la asociación a veces va acompañada (debido el relativismo, que es base o consecuencia de la asociación de ideas) de un escepticismo a veces completamente insoportable pues a la mente le da por poner casi todo en cuestión, incluida mi propia persona; la cabeza, por medio del relativismo, se pone a mirar, o te presenta las mismas ideas desde muy diferentes puntos de vista; y esto, al final, puede llegar a ser torturador... Pero también suele suceder al revés. La asociación te puede llevar a lugares más lúcidos. Algunos filósofos dijeron que cuanto más conocimiento adquiriésemos, sentiríamos mayor dolor (con esto se constataría que la realidad más profunda es terrible). Otros, que cuanto más conocimiento, más alegre sabiduría tendríamos (la verdad en este caso sería muy positiva (kant))
Yo creo que el estado de ánimo no guarda relación con ese tipo de perspectiva. Si uno está desanimado enganchará ideas negras y al revés si uno esta animado. A veces pienso que el verdadero conocimiento no existe. Por última vez, todo lo que digo, lo hago basándome sólo en mi experiencia. Pontificar es ridículo; yo solo puedo hablar de lo que conozco algo y no pretendo generalizar. Incluso hay veces en que tengo muchas dificultades para entenderme.
Bueno sí todavía queda algún lector después de estos tres primeros párrafos en forma de un exordio tan obtuso como el que he hecho, ese alguien es un héroe. Enhorabuena.... Porque hay cosas mucho más interesantes que hacer que leer esos tres primeros párrafos tan, tan, tan...
Me llama la atención que se me haga mucho más fácil escribir que leer. O me concentro mejor sacando, lanzando palabras a la página digital que leyendo. Es más, escribir me ayuda a dispersarme, a tirar de mí en el sentido más terapéutico; dicen que la gran mayoría de escritores profesionales disfrutan mucho más leyendo que escribiendo. Pero generalmente quienes dicen eso son profesionales que se pueden tirar años fabulando y estructurando una novela, con un celo y un perfeccionismo, que supongo que a veces será gratificante, pero otras será un dolor enorme. Lo confesó una escritora en un libro híbrido que no era una novela. A veces le venía la Seca como llamaba Dámaso Alonso al bloqueo en la escritura. Puede que ni fuera Dámaso Alonso ni se le llamase la Seca al bloqueo total en la escritura, pero la idea del paralizador y torturador bloqueo en aquello en lo que has puesto ocho de tus cinco sentidos sí que la transmitió. Y muy bien. Y lo pasaba muy mal en esa situación.
Hay veces en que leo por obligación. Como me gusta escribir, suelo pensar que leyendo iré adquiriendo técnicas (por intuición y sin imitación concreta, pues lo haces por medio de diferentes autores) que luego enriquecerán tu escritura, y al contar con más recursos, intuitivamente adquiridos, disfrutaré más escribiendo; eso suelo pensar. Si la gran mayoría de escritores disfrutan más leyendo que escribiendo y la opinión de quien llegó a esa conclusión tras hacer la misma pregunta a éstos (si te obligaran a dejar una de las dos actividades (leer o escribir) ¿Con cuál de ellas te quedarías?)) y obteniendo casi siempre la contestación de que preferían leer, de los muy pocos que dejarían la lectura por la escritura, yo sería de los últimos, además de un impostor. Pues esa persona opinaba que los que preferían escribir a leer preferían alimentar su propio personaje a buscar la verdad por medio de la lectura. ¿La verdad? ¿Y cuál es la verdad?
Pero esto sería así, si yo pensara que soy escritor; no pienso que escribir dos libros te acredite para creerte eso, lo digo de verdad y sin hipócrita humildad, porque es que además yo no soy humilde; tengo un problema con el término "escritor"; no es falsa humildad, ni siquiera inseguridad de si escribo bien o no, sino que se me queda grande la palabra; es como si a alguien que ejerce de profesor de filosofía le llamara filósofo; ocurre que yo no aspiro a ser escritor. Escribo, y no sé por qué. Y además hay muchos escritores que se creen superiores a los demás por el hecho de serlo. Y esa actitud o pensamiento me da ganas de vomitar.
Mi intención al escribir pudiera ser que haciéndolo, puedo salir, salir de mi presión entrando en mí, darme un rapapolvo interno por medio de palabras, escribiéndome, ordenándome, contándome colocándome en tierra propia y liberándome con ello del peso de mi propia persona; y con la posibilidad de aburrir o cansar al lector hasta el hartazgo. O lo contrario.
Por último, una escritora dijo "Cuando escribo una novela la escribo para mí, escribo la novela que me gustaría leer a mí. Pero una vez escrita necesito a los lectores, como alimento (algo parecido a alimento)". Siendo así en todos los casos, es claro que los escritores serían gente con mucho ego. Aunque quizá esté interpretando mal esas palabras. Pero no creo. El caso es que yo sí que tengo ego. Pero viva ese ego, si gracias a él otros hicieron cosas que hacen pasarlo muy bien al lector. Una persona que quiero mucho era muy intensa con la frase "tenemos un ego tremendo"; esto ya lo había contado pero esa persona presentaba al ego como un gran problema. Lo que olvidaba esa persona es que si no llega a ser por su ego, mucha gente no nos hubiéramos reído tanto gracias a sus constantes ocurrencias humorísticas. De hecho es la persona con la que más me he reído jamás. Así que yo ya decidí dejarme de purismos perfeccionistas para ser felices y limpios de orgullo para no depender de nuestro ego tirano. Yo no sé cómo se escapa de eso, me rindo....
Y ya está. Si te has leído este texto algo extenso eres un/a campeón/a; vete ahora mismo a darte un premio en forma de suculenta consumición de café y cruasán (estos del Windows me tienen frito, me marcan como incorrecta la palabra cruasán, incluso su propio nombre Windows, lo dan por incorrecto; pero ¿Qué se toman, qué se meten?; pues toma: cruasán cruasán cruasán, pedazo de cruasán...) o lo que tengas a mano. Y si no tienes hambre, cuando la tengas, cómete algo que te guste mucho como modo de premio o de venganza feroz por el tiempo que te he hecho perder. Ala.
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