NUNCA. SOLO A SUS CONSECUENCIAS POSITIVAS
Conozco a una persona que dice estar agradecida al hecho de haber sido atrapada por una enfermedad psíquica (trastorno bipolar) a la edad de 40 años. Ahora tiene más de cincuenta, y dice que le gusta mucho más cómo es ahora, que del modo en que era antes de que se le manifestase la enfermedad (trepas, ambiciosa y con pocos escrúpulos en la búsqueda del éxito, triunfo o como se le quiera llamar). Llega a decir que el sufrimiento de la enfermedad le salvó del egoísmo absoluto y ahora tiene una humanidad con la que disfruta; una sensibilidad que le permite dar mucho cariño. Y dice, repito que está agradecida a su sufrimiento.
Se lo oí decir a otra persona también. Suena bien.
Yo no estoy agradecido a la enfermedad, nunca lo estaré. No repetiría mi vida por nada del mundo. Demasiado. Demasiados demasiados.
Ahora bien, yo he llegado a otro planteamiento que aún no siendo igual a la de la persona que menciono en el primer párrafo, tiene cierto parecido. Con 19 años empecé a estudiar periodismo. Había habido señales, que yo nunca vi como avisos precedentes, que marcaban, vistas a posteriori, un camino lleno de jolgorio infernal. Si cuando tenía 20 años no hubiera comenzado el recorrido al que la enfermedad y mi mala cabeza me llevaron (primero desde los 20 años hasta los 25; posteriormente desde los 33 años, hasta pasados los 42 (tengo 44 años)) yo hubiera sido otra persona; otra persona que no deseo ser por nada del mundo.
Estoy contento de cómo soy ahora; es claro, repito, que el recorrido tortuoso, hizo de mí una persona que valora cosas imprescindibles, por extraordinarias, que no hubiera valorado sin dicho recorrido. Son cosas y recompensas muy gratas que han empezado a ocurrir cuando la enfermedad empieza, por fin, a controlarse; o por lo menos me deja disfrutar bastante en ocasiones. En ocasiones.
Yo no me voy a suicidar, pero no le tengo ningún miedo a la muerte. Por eso me llama la atención lo preocupadísimas que están algunas personas con el tema de que esto se acaba. En fin, todo dependerá supongo, de como haya ido "todo" a la persona que pueda considerar un fraude una vida que te dan, para luego quitártela.
Amar o agradecer una vida pasada (de momento parece pasada, esto no es una buena racha, de hecho tuve muy cortas y pocas buenas rachas en años; no, esto es una realidad, esto es verdad), cuando acabo de empezar a vivir, me parece un disparate; en mi caso; siempre en mi caso. Y estoy contento del lugar en el que estoy,. por mucho que tenga pánico de irme a la cama a veces. Allí me secuestra el subconsciente y me manda los posos del pasado a lo bestia. Digamos que dormir es una actividad agotadora para mí. Pero, a pesar de ello soy feliz, por lo menos todo lo feliz que he conseguido llegar a ser jamás.
Y además, todas las personas buenas que he conocido y conozco, mi propia pareja, y algunos hechos maravillosamente insólitos de las que estoy siendo actor o alegre y calmado espectador, son cosas a las que estoy muy agradecido. Estoy agradecido a mi vida actual a pesar de los pesares que todo ser humano tiene que llevar. A la enfermedad como dolor pasado no.
No hay comentarios:
Publicar un comentario