Prologo
Te estoy leyendo el pensamiento lector (si es que al final, alguien, además de mí, se lee estas líneas). Piensas quizá que me estoy comparando con Van Gogh y con el mismísimo Cervantes. Pues no. Los tiros no van por ahí. Los tiros van por aquí: se puede seguir haciendo lo que te gusta, pienses lo que pienses respecto a si te van a hacer caso o no, gustes o no. Te hagan caso o no. Bueno, en realidad no lo sé seguro. Lo que sí sé es que estoy escribiendo este libro sin pensar en el resultado. Es decir, sabiendo que cabe la posibilidad de que no llegue a ningún lector. Porque no me lo van a editar. No sé si se auto-editan libros electrónicos. Pero QUIERO escribir esto.
Yo creo que se me subió a la cabeza el hecho de que empezaran a llegar al blog más de cien entradas (113, 180, 103, 140, 130 y hasta 228, pero esta última cifra se debía a una polémica morbosa, la del 228) y me ha sentado mal la baja audiencia. Yo qué sé.
Es cierto Pepito, pero ¿sabes qué? Soy FELIZ a pesar de mis desastres, acepto mi incoherencia, no busco la excelencia. Ya no me afectan algunas cosas, o mucho menos que antes.
Comienzo ahora, con un ánimo algo
contrariado, un escrito que no sé en qué derivará. No hay ideas preconcebidas,
no he tomado notas ni me he documentado, no he preparado ninguna
trama, no sé lo que va a pasar, en fin, que hasta este momento de mi primer borrador,
sé, sobre lo que viene a continuación, exactamente lo mismo que tú (si es
que llegas a existir). Nada. Pero ahora sí, sin imposición alguna; sin
presionarme a mí mismo, ME APETECE escribir el libro que aquí empieza.
Sé que estoy cansado de que mi
estado de ánimo dependa del hecho de que me lean o no me lean para
sentirme de una manera u otra. Es infantil e inmaduro: Si me leían mucho,
según los números de blogger, estaba contento; si me leían poco, me
ponía triste.
Me convertí pues en un vasallo del
gusto de la gente del lugar donde publico, infantilmente feliz si veía muchos
me gustas, infantilmente triste si veía tres dos uno o cero me gustas. Bueno,
digo yo que lo importante debiera de ser el proceso. Aquel por medio del cual
quiero disfrutar. Quiero escribir para mí sobre todo, teniendo en cuenta que
quizá puede haber alguien que disfrute leyendo esto, que pase un buen rato
mientras lo lea y voy a ir despacito. ¿Bueno, cómo puedo saber de qué
manera voy a ir? Pero haya o no haya lector voy a escribir este libro.
Por necesidad.
Hace años dije a un amigo que iba a
dedicarme a escribir. Que tenía la quijotesca idea de estar un año leyendo y
que luego escribiría. Dando por hecho que ninguna editorial querría vender
mi libro, me dijo, "y entonces, cuando termines de escribir el primer
libro, qué harás luego, ¿escribir para ti?" Se puede pensar que este amigo
pensaba que yo escribía fatal y que por eso no tendría lectores. Yo sé que no
era eso lo que pensaba exactamente. Él había trabajado en el mundo editorial
literario, sabía que uno podía hacerlo bastante decentemente, y no tener
lectores, incluso si lo hacía muy bien. Y en aquel momento (2010) quizá no
pensó si yo lo hacía bien o mal, pero año y pico después sí lo
pensó, o mejor dicho pensó que le gustaba lo que escribí. Esto de escribir
bien, cantar bien, pintar bien, en fin…Gustos, eso sí, algo de base; pues tras
arreglar un escrito que había hecho muchos años antes de ese año (2010) en el
que él me habló de esa manera, en 2011, al leérselo, me dijo que el escrito
(decir libro suena casi pretencioso aunque en tal se convirtió) estaba bien.
Meses después, él y su cuadrilla y tal y como he contado miles de veces,
y me da algo más que vergüenza decirlo, me lo editaron.
No, no era que él pensara que yo lo
hacía mal y que no tenía futuro. Él pensaba que no tenía futuro económico ni de
lectores. La pregunta del “¿qué vas a hacer? ¿escribir para ti?” iba por ahí.
Él decía, bueno, es que como yo esto siempre me lo he planteado en plan, si
cantas es para que te escuchen, si bailas para que te vean, si escribes para
que te lean, quizá el problema sea mi planteamiento.
Pienso que si Van Gogh, a pesar de
no vender más que un cuadro, siguió pintando, sería porque él sentía la
necesidad de hacerlo. De pintar. Y Cervantes parece que empezó su ambiciosa
(literariamente hablando) novela en la cárcel, después de numerosos fracasos.
Pero Cervantes empezó sin expectativas, y sin éxitos que le precedieran
para tener alguna seguridad mínima sobre el hecho de si sería leído; ni
imaginaría que estaba escribiendo una obra maestra. Yo creo que eso le daba
igual. Yo creo, que hubiera escrito "El Quijote" en la cárcel o en
otra parte, Cervantes escribió por necesidad de expresar sus sentimientos por
medio de la escritura de ficción, pues no podía saber si habría lector, y si
miraba para atrás, contaba con todos los números en contra para no tener un
mínimo éxito; para colmo era casi pobre, y no había manera de que llegara a fin
de mes con sus escasos ingresos; quizá lo hizo por hacer un ajuste de cuentas
con los libros de caballería y con la vida y tratar de mostrar literariamente
la CRUDA realidad, por lo menos de su vida. Si mucha gente se sintió
identificada, no es como para estar muy contentos.
Te estoy leyendo el pensamiento lector (si es que al final, alguien, además de mí, se lee estas líneas). Piensas quizá que me estoy comparando con Van Gogh y con el mismísimo Cervantes. Pues no. Los tiros no van por ahí. Los tiros van por aquí: se puede seguir haciendo lo que te gusta, pienses lo que pienses respecto a si te van a hacer caso o no, gustes o no. Te hagan caso o no. Bueno, en realidad no lo sé seguro. Lo que sí sé es que estoy escribiendo este libro sin pensar en el resultado. Es decir, sabiendo que cabe la posibilidad de que no llegue a ningún lector. Porque no me lo van a editar. No sé si se auto-editan libros electrónicos. Pero QUIERO escribir esto.
En cuanto a lo escrito en blog y en
facebook, tan mal no me ha ido; ha habido bastantes entradas. Pero al final
bajaron a 30 entradas (también cuenta el factor de que esas bajadas
coincidieron con que yo publicaba también directamente en facebook y cuando no
lo hacía había más entradas); quizá hubo quince lectores de esas 30 entradas; o
sea que quizá dos o tres lectores ya tendré. ¿Por esos dos o tres escribiría?
En parte sí, porque necesito pensar que voy hacia donde alguien concreto; en
parte no es por ello, porque para que mi vida tenga sentido necesito hacerlo.
Bueno, tampoco es así de radical, no pienso que escribir le daría sentido a mi
vida; he descubierto que necesito desahogarme escribiendo, necesito sacar las
cosas fuera de forma escrita. Desahogarme del peso de mí mismo que en momentos,
como los de todos, es insoportable.
Pero quizá me convertí en un
vasallo en el Facebook; queriendo atraer a la gente como si fuera un
hombre anuncio. Y no soporto el marketing. Bueno el marketing está en todas
partes, empezando por el ascensor. Qué tal todo, bien ¿no? Y yo lo practico, no
queda otra. Pero hay niveles, y yo me vi, en alguna situación, igual que un
muñeco que desde luego no era yo. Y dependiendo de los me gustas. Pero es que
luego sale una persona delante de un café en una foto y con un texto que dice
tal que así: "Desayunando al sol" y a esa publicación le sucede un
“a 78 personas les gusta esto”. El cliente siempre tiene la razón y hay
que ser humilde. Una persona querida tomando café con sol gusta más que una de
mis chapas. Pero seguiré.
Yo creo que se me subió a la cabeza el hecho de que empezaran a llegar al blog más de cien entradas (113, 180, 103, 140, 130 y hasta 228, pero esta última cifra se debía a una polémica morbosa, la del 228) y me ha sentado mal la baja audiencia. Yo qué sé.
Antxon, soy tu Pepito Grillo, estás
hecho un desastre incoherente.
Es cierto Pepito, pero ¿sabes qué? Soy FELIZ a pesar de mis desastres, acepto mi incoherencia, no busco la excelencia. Ya no me afectan algunas cosas, o mucho menos que antes.
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