viernes, 14 de octubre de 2016

RECAPITULEMOS



      Yo, el burro por delante de todo el texto (si lo hay al final, pues no sé de qué hablaré; eso es lo interesante para mí) cuando me he solido poner a escribir, nunca he pensado en el asunto de las musas. Yo creo, que esa inspiración o musas son para gente que quiere hacer muy buena poesía (y muchos lo consiguen) y se toman como obligación ABSOLUTA, por ejemplo, escribir un libro. Que es lo que comencé a hacer yo el 29 de mayo, de este año. No sabía dónde me estaba metiendo. No sabía que aquello que me impuse, el mero hecho de obligarme a escribir un libro (¿Qué necesidad tenía? Ya tenía dos libros escritos) me terminaría haciendo mucho daño; mientras lo combinaba con el blog, me hizo un daño terrible, pues me ponía a escribir por obligación. Para colmo, poco después de empezar a hacerlo un/a escritor/a que está de rabiosa actualidad en estos momentos me dijo, tras un email que le mandé, que yo escribía muy bien, y que debería escribir de forma más formal, "un libro" algo, dijo. Ahí comencé a desestabilizarme yo solito.

 Terrible; me puse a obedecer al/la escritor/a profesional. El problema es que, salvo para las cosas esenciales y necesarias para sobrevivir en mi vida (exceptuando afeitarme) y salvo para cosas que me gustan mucho, yo no puedo hacer las cosas de manera formal. Por eso necesito la informalidad de un blog express en facebook express. Eso no es formal y lo puedo hacer. Es una sensación bastante liberadora, pues aunque sólo una vez me he obligado a escribir en el blog (hace más de tres horas y pico, son  las ocho y pico de la mañana del sábado 15 de octubre, o sea que tras dormir de once a a cinco (seis horas)) he dicho, me voy a meter al blog a escribir; la primera vez que me obligo, y entre el trancazo, entre que estaba medio dormido, entre el hambre, y entre la estupidez de obligarme a escribir (cuando no me paga nadie por ello, y cuando nunca lo había hecho antes en blog), me he quedado, por primera vez, bloqueado en el blog susodicho. Acabo de desayunar y como hoy es sábado, iré, tras despachar  esto a cumplir con el deber de dormir algo más, a la cama, me refiero.
         
 La verdad es que te he contado cosas super interesantes en el segundo párrafo, que son preocupaciones universales y que son muy atractivas. Aunque me he desviado. Tengo la sensación (estoy casi seguro, porque dado mi pasado no saco conclusiones radicales, sobre las razones que me han hecho daño recientemente) de que lo que me desestabilizó (y mucho) durante fines de mayo, junio, julio, agosto, y hasta septiembre, fue lo de obligarme a escribir el maldito libro. Quiero decir, hay veces, demasiadas, y sobre todo en el pasado, en el que los consejos me los tomaba como órdenes. Me lo dijo mi psiquiatra, ya desde hace más de veinte años. "Te tomas los consejos como órdenes"; cierto, ahora mucho menos pero todavía a veces soy un niño obediente, y ante la simpática sugerencia de la escritora que está presentando su último libro por todas partes, y no sé cómo aguanta ese ritmo, yo digo; "uy uy  uy, si me lo dice ella, que está entre los top, lo TENGO que hacer, tengo que subir al podio donde están ellos". ¿Se puede ser más imbécil? Bueno, se puede, pero lo mío no dejó de ser muy pero que muy imbécil, porque además, yo soy capaz de hacer obras maestras (para quien no me conozca, no me tomes en serio, y no lo tomes todo al pie de la letra), pero el médico me dijo, como último consejo antes de retirarse: "Tú con la disciplina y la culpa no vas a ninguna parte, te bloquearás siempre; vive y ya está; has tenido una vida muy puteada, descansa; tienes don literario pero eso no quiere decir que estés obligado a hacer uso de él. Si sale, sale, y si no, pues nada."

  El TENGO QUE, además de la enfermedad, destrozó, mi vida; a principios de Agosto de 2014, tras nueve años estupendamente horribles, me lancé a disfrutar, como método de salida del agujero, pues una mañana de agosto de ese año me levanté con ganas de acabar conmigo. Y decidí hacer lo que me dijo el psiquiatra tres años antes: haz que tu cabeza sea un balneario, haz una convalecencia larga y vete haciendo lo que el cuerpo te diga: haz lo que te apetezca. Puf, las madres de mi generación dirían: "¿Lo que te apetece? Pero qué barbaridad, en esta vida hay que trabajar y luchar y luego divertirse". El problema es que para explicar lo que hay detrás de toda esa frase, aparentemente escandalosa, tendría que hablar de rollos de problemas de conciencia, del deber y la culpa, de mi educación y entorno y de cosas muy aburridas y  NO ME APETECE hacerlo. Mira cómo le hago caso al médico, mira qué majo, obediente y buen niño  soy. Una persona que aprecio me  llegó a decir,al respecto de "¿hacer lo que te apetezca? sí, joder, pero,  si te apetece pegarle a alguien no lo puedes hacer".

     Vamos a  ver, partimos de la base de que tonto no soy y de que pegarle a alguien me traería muchos problemas; hacer lo que se quiere, sin evitar las cosas que no queda otro remedio que hacer (y no son tantas) no quiere decir que te salgas del tiesto, y que hagas cosas que te meterán en problemas, por mucho que te apetezca, y además no soy tan mala persona. Pero aquella decisión cambió mi vida. Es más, al final, cumplo, lo mínimo y necesario, salvo para afeitarme.

      Hasta que en mayo de 2016 los mecanismos del TENGO QUE, volvieron a ponerse en marcha, con el libro de la mierda. Hasta que me dí cuenta hace unas semanas de que estaba en un nivel de auto-exigencia absurdo. Por ejemplo, la persona, que dice, qué bien escribes, hazlo de manera más formal, dijo en un libro suyo, que le gustaba mucho más leer (como a la mayoría de los escritores) y que escribir una novela era muchas veces algo tedioso y rutinario a más no poder. Que se llegó a pasar más de cuatro años escribiendo ciertos libros y que en ciertos momentos le atrapo LA SECA (que es como Dámaso Alonso llamaba a la etapa en que  si la memoria no me jode,    alguien que está escribiendo alguna cosa mastodóntica, se bloquea, y se pone delante del ordenador y no consigue escribir, ni una letra.) Ese bloqueo viene de la inevitable exigencia y disciplina tediosa que se le forma a alguien que se ha propuesto escribir una novela. De una persona que quiere ser escritor/a, aunque tenga un trabajo con el que pueda sobrevivir. Pero es que gracias a ese tedio, yo he disfrutado mucho ya con cuatro libros de Rosa Montero (lo había dicho ya ¿no?), así que el sacrificio nos mereció la pena a los que le leemos. Pero yo no quiero ser escritor, soy alguien que escribe, porque por medio de la escritura me olvido de mis trancazos, problemas y malestares varios. Me abstraigo, me encuentro bien al hacerlo

. Encima, en pleno desbarajuste de un verano horrible, me metí con alguien muy leído en facebook, porque dijo que él era malo de por sí, en mi blog, y me pareció una provocación; sigue pareciéndomelo... Sigue sin gustarme, pero las respuestas que le di meses después, tampoco me gustan ya; hay que olvidar y tener cuidado; o discrepar pero no de forma tan radical y bestia eliminándolo de tu lista. Le agradezco que me acogiera de nuevo, ayer o antes de ayer, pero tengo que tener cuidado, pues no sé cuando  Angel habla en serio o en broma; o sea que en parte le pasa lo mismo que me pasa a mí, pero yo soy mejor que él. ¿Estás volviendo a tomarme en serio? Gracias a él conocí a Maria José Valor, Ana M. Cachaza Cal, Magdalena Barcenas (vuestra humildad positiva, Ana y Magdalena, ha calado hondo en mí), Ignacio Ferriz, (al que nunca se le agradecerá suficiente que recomendara a más de 2000 amigos míos mi blog), Celia, y a alguien que no entendió nada; y además fui directo a leerle en cuanto me metí al facebook, donde me recibió con los brazos abiertos, pues le gustaba mucho a mi ídolo-amigo Roberto, a veces como un hermano que me aconseja siempre con un respeto alucinante, y me suelo fiar de los gustos de Roberto. Del puñetero libro que hice, hace ya muchos años, lo único que me hizo ilusión fue conocerle, y ver que humanamente era igual de sensato y buen tío como en la radio, una persona con la que una charla o intercambio es muy  agradable. Que no finge mucho vamos.. 

En fin, que indirectamente le debo bastante  a Angel. Borré todos los comentarios ayer mismo. Ahora, cómo gusta el morbo, esa página, en la que yo me pongo todo digno contra él ha tenido casi 230 entradas, como lo oyes. Los máximos suelen andar por encima los noventa, ciento y pico, ciento setenta o ciento ochenta, pero últimamente, siempre hay más de 60 entradas mínimo, también 85, más o menos, de todo. Con lo que alucino, porque lo hago fácil y me da vida. Y las cosas fáciles se me hacen difíciles. Pero se me haría imposible escribir un libro largo ahora. Las razones son dos: 1-Nadie lo editará. 2- Funciono fatal en el terreno de la disciplina. Y para escribir un buen libro hay que tenerla. El que salió bueno salió sin querer, sin más disciplina que el placer que sentí al escribirlo. hace mucho.

 Muy satisfactorio conocer también a Cristina González, Pablo Pablo, Marjo Garel, y Marcos Galindo que miman la palabra con humildad y cariño, y Pablo ha leído tanto que más de un texto suyo impresiona. Y comunicarme con Cristina Añorga, Elena Villoch, Yolanda Barreiro, aunque las vea en persona. Y Edurne siempre por ahí. Capítulo aparte para Mercedes Elorza, humana, y empática, emana cariño, y encima te saca cada poema.... Eskerrikasko.

               Pues eso, miro los párrafos anteriores y pienso, oh Dios mío yo no me lo leería.

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