AUN A COSTA DE ABURRIR
PUES ESCRIBIR ES VIVIR
Cuando A. se encuentra escribiendo una historia, placenteramente y por las noches (pocas veces lo pasó tan bien por las noches), y que parecía ir terminando con gusto, porque es su historia en el mundo que rodeó a su patología, en donde no hay elementos muy habituales (es por eso que le sale fácil, la historia estaba escrita a sangre en muchos años de su vida) se empieza a sentir eufórico sin causa aparente. Recuerda cuando se puso muy eufórico sin causa aparente, casi nueve años años antes (está entonces encerrado en las barreras del año 2005 y recuerda demasiado bien qué es lo que pasó a propósito de la gran euforia que tuvo en las barreras de 1996, o mejor dicho, a finales de ese año tocando frontera con 1997); recuerda que aquella euforia derivó en paranoia, o sea, en una interpretación disparatada de la realidad, una locura puntual, con especulaciones retorcidas y carentes de sentido común. Daba igual lo que otros opinaran. A. estaba seguro de que lo que él sentía (la falsa realidad) era la verdad.
Meses después, o un año después, con un aterrizaje en picado contra la realidad del fango depresivo, se da cuenta de que aquello pudo ser verdad (lo vivió con tanta intensidad, con tanta realidad, lo sintió y vio tan claro que no podía creer que no hubiera ocurrido lo que su locura puntual le hizo sentir-creer que ocurrió) pero que sería mejor dejarlo atrás. Hoy está seguro de que aquello, aquella realidad en donde la cabeza le decía que era alguien de trascendencia (él no fue arrogante, no se creía importante, era la euforia la que le engañaba diciéndole esa dañina irrealidad; de la misma manera que la depresión le solía decir que no valía) era falsa.
Meses después, o un año después, con un aterrizaje en picado contra la realidad del fango depresivo, se da cuenta de que aquello pudo ser verdad (lo vivió con tanta intensidad, con tanta realidad, lo sintió y vio tan claro que no podía creer que no hubiera ocurrido lo que su locura puntual le hizo sentir-creer que ocurrió) pero que sería mejor dejarlo atrás. Hoy está seguro de que aquello, aquella realidad en donde la cabeza le decía que era alguien de trascendencia (él no fue arrogante, no se creía importante, era la euforia la que le engañaba diciéndole esa dañina irrealidad; de la misma manera que la depresión le solía decir que no valía) era falsa.
Para colmo, sabe que hizo el ridículo a lo bestia en aquellos meses del "España va bien". Pues bien, ocho años y pico después, vuelve a sentir síntomas de euforia mientras escribe, y como es demasiado racional, dice, no, otra vez el ridículo no, corto con esto; va al psiquiatra de guardia y éste le pone un antipsicótico y decide, no sólo abandonar la escritura del libro en pos de que la euforia no le lleve al desastre, sino también a abandonar su vida, exceptuando a su novia y algunos amigos; decisión letal; para defenderse de algo peligroso toma una decisión que le llevará al despeñadero, desde el 2005 (finales) hasta el 2014 (mediados), por mucho que entre medias trabajara reciclando ropa; y durante esos años, hasta 2013 camina de psiquiátrico en psiquiátrico, sin encontrarse, sin dar consigo, y sintiendo desesperanza en su interior. En 2009 su psiquiatra le echa una bronca: "Tú terminaste la carera y echaste tu vida por la ventana, la última vez que te vi me dijiste que estabas trabajando con ropa (reciclaje), tú tienes inteligencia para retomar estudios y meterte en el mundo laboral, para no ser lo infeliz que eres ahora." .
A. no debía de ser tan inteligente si echó su vida por la ventana. Se puso a hacer de todo para recuperar el tiempo perdido, pero lo hizo con tal ansiedad y descontrol que en 2011 (tras haber hecho también el ridículo en 2010 sobre todo), el psiquiatra le para los pies. "Déjalo, tienes que estar más estresado que Obama, tal y como te lo tomas". El haz lo que te apetezca duró unos meses de 2011, y en 2014, la vida empezó de cero. Antes en 2011, en los meses en que duró el relax del haz lo que te apetezca retomó por azar la historia de 2005 puliéndola mucho. Hizo un escrito, el tonto de él.
A. no debía de ser tan inteligente si echó su vida por la ventana. Se puso a hacer de todo para recuperar el tiempo perdido, pero lo hizo con tal ansiedad y descontrol que en 2011 (tras haber hecho también el ridículo en 2010 sobre todo), el psiquiatra le para los pies. "Déjalo, tienes que estar más estresado que Obama, tal y como te lo tomas". El haz lo que te apetezca duró unos meses de 2011, y en 2014, la vida empezó de cero. Antes en 2011, en los meses en que duró el relax del haz lo que te apetezca retomó por azar la historia de 2005 puliéndola mucho. Hizo un escrito, el tonto de él.
Todo lo demás ya está contado. Desde 2014, con no pocas lágrimas y tortazos va saliendo, sigue saliendo, siempre estará saliendo, de la manera en que los budistas dicen que la rehabilitación de los males es una tarea de toda una vida; A siempre estará saliendo a mejor y como saben sus amigos facebookianos y no facebookianos se acaba de dar un buen golpe del que se está recuperando, pero cuidado, despacio.
Lo que escribe y termina en 2015 decide colocarlo por pedazos en blog y en facebook. En 2016 cae en antiguas trampas. Ahora, tras ellas, aquí está, en una pequeña cumbre, pero no de éxito, no le gusta esa palabra; demasiadas palabras, por su pasado, no le gustan, son estas: éxito, voluntad, fuerza de voluntad, superación, triunfo, victoria, gloria, eminencia, maestro, genial, conseguirlo, inteligencia, objetivos, retos. El objetivo está aquí ahora en estas mismas palabras, está en que ya se está en el objetivo, de que estas son las palabras en las que vive en este momento; qué sentido hacer planes en sus circunstancias. Por supuesto que vendrán problemas. Y tratará de tomar lo que venga con calma, como aventura, tal y como dijo un compañero. Toca respirar, y vivir aventuras con todos ellos, no sólo en facebook, sino todos los lugares en que la alta medicación (que reducirá) le vaya dejando estar. Nunca tuvo demasiada calma, ahora tendrá que ir aceptando su falta de ella, para estar cada vez más tranquilo.
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