El para mí interesante escritor Enrique Vila-Matas, dice en un libro suyo (tras mencionar a un escritor que no quería ser recordado sino olvidado y que odiaba la vanidad) lo siguiente: "La vanidad y la fama son ridículas. Séneca decía que la fama es horrible porque depende del juicio de muchos". Mucha razón.
Ahora bien, sin ningún deseo de atacar a alguien que me hace pasar buenos ratos leyéndole quisiera matizar una cosa: sin la fama editorial de sus libros y de su persona como escritor, Vila-Matas no habría podido vivir por cuenta de lo que ha escrito (a no ser de que tenga ingresos económicos por medio de otras fuentes). Y aunque es bien cierto que la vanidad es ridícula, esto no es óbice para que, en mi humilde opinión, sea bastante difícil de controlar, pues independizarse del ego me parece una empresa casi imposible, y pienso que la fama y el ego son hermanit@s. Por lo menos en el tipo de cultura y sociedad en la que vivimos. Pero no descarto que Vila-Matas haya podido llegar a una situación en la que sea capaz de omitir su ego, ignorando olímpicamente la fama.
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Por otra parte, hoy he visto a una amiga, y hablando con ella me he traicionando. En el texto "Cobayas" me comento a mí mismo que "la gente" manda indistintamente el mensaje de "Hay que ser positivo" o el de "Qué mal está todo, qué situación tan difícil." Pues bien, esta mañana, conversando con la amiga mencionada, le he dicho, a cuenta de su estresante trabajo, que lo mío será duro por cuestiones de salud, pero que ella y muchos otros, también lo tienen muy difícil en el mundo laboral. Ante lo que le he dicho ella responde con un "Bah, se sale adelante, no pasa nada..." Y entonces yo, en la misma conversación le digo, "Esa, esa es la actitud..." ¿Aprenderé algún día a no tirar la primera piedra?
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