Había otra vez un batería de un grupo de música español. Los que le conocieron, dijeron que, estando medicado (padecía un Trastorno Bipolar), era muy buena persona. Cumplía perfectamente con todos los compromisos de la banda en la que tocaba; su mujer le quería horrores.
Un psiquiatra, como le veía muy bien al hombre (de la misma forma que a mí me ven muy bien a pesar de estar altamente medicado) decidió, así, de golpe y porrazo, suprimirle la medicación. Toda. De golpe. Aun cuando no esté demostrado que ese hombre necesitase medicación (de la misma forma en la que no está demostrado que exista Dios; al fin y al cabo nuestro cerebro se mantiene en el mismo misterio y silencio que Dios; el cerebro, diga lo que diga la ciencia, sigue siendo el gran desconocido, diga lo que diga también Internet al respecto; yo de este desconocimiento, un poquito ya me sé), aunque no esté demostrado que la salida sea el medicamento, digo, hay algo que el psiquiatra de este hombre debía de saber y que es de manual. Si tú acostumbras a un cuerpo, durante años, a una medicación (y repito, el hombre estaba muy bien, incluso a pesar de estar medicado, me atrevo a decir) que en el caso psiquiátrico es adictiva, este hombre, enfermo o no, va a padecer un mono de crisis de ansiedad monumental. El psiquiatra no lo sabía. Pienso que, por lo menos para el último año de especialización en psiquiatría, esto ya debería saberse. O más grave, un psiquiatra que hubiera leído, como debiera ser, los prospectos que acompañan a la medicinas que recetara o suprimiera, no haría esto. Parece que el psiquiatra ignoró al mismísimo Vademécum.
Consecuencia; llega el inevitable estado de bestial ansiedad de este hombre, cuya cabeza empieza a regir muy confusamente. Está en casa, con su mujer, muy nervioso y mal. No se cuenta lo que pasó en aquella casa, pero se sabe que alguien (probablemente la mujer del batería, asustada por la situación) llama a la policía. Viene la policía. El hombre, cuyo estado interno se subía por las paredes, se dirige hacia un policía con un tenedor (lo del tenedor se dice, lo otro es ambiguo, quizá iba ahí, en el lote también, algún cuchillo de cocina, no se sabe si afilado o inofensivo). El policía lo mata. Uno de ellos le dice a la esposa del muerto que acuda a comisaría a denunciar a este por violencia de género.
La información que se da en dos periódicos diferentes sobre los acontecimientos, es tan confusa y variable que lo único que se puede saber es lo dicho hasta ahora. Sin embargo, la mujer del asesinado, lejos de denunciar al marido, dice que era una bellísima persona, que lo amaba y llega a decir "X (el muerto), cariño, no permitiremos que manchen tu nombre".
Hay gente que no habiendo tenido enfermedades psíquicas graves (repito, graves (depresión mayor recurrente, trastorno bipolar, o esquizofrenia)) va en contra del medicamento diciendo que provoca efectos secundarios y que sirve para que los laboratorios farmacológicos y las farmacias ganen mucho dinero. Siendo esto último cierto, que alguien me diga qué tiene que ver una cosa con la otra. Porque la gente se forra con los medicamentos, ¿Los medicamentos no son efectivos?
La medicina psiquiátrica puede provocar muchos despropósitos. Un ejemplo; yo llevaba mucho tiempo tomando una cantidad muy alta de ansiolítico; en noviembre, diciembre de 2015, y la mayoría de los días del mes de Enero, tuve una gran ansiedad cuyo origen no entendía; las cosas me iban bien. Atribuía la ansiedad a este blog y al facebook, que en este momento no me provocan ninguna. ¿Por qué? El problema lo descubrí yo mismo: instrucciones: si alguien lleva mucho tiempo tomando una alta dosis de ansiolítico, puede llegar un momento en que se produzca un efecto paradójico. Paradójico querría decir contrario al efecto que el ansiolítico debería de producir; en origen, el ansiolítico baja la ansiedad. Si se abusa de él durante mucho tiempo, la sube. Sólución química sencilla: bajar la dosis de ansiolítico a la mitad reforzando la ausencia con otro que incida en la ansiedad de forma diferente. Desde el 29 de Enero estoy muy bien y no me da miedo el facebook ni tampoco el blogger. Es más, me encuentro fuerte. Alguien me dirá que es sugestión, placebo.
Tengo otra historia. El 12 de mayo de 2008 ingresé en el psiquiátrico de San Sebastián pues una psiquiatra consideró que allí me harían un ajuste de medicación que me sacase del agujero donde andaba metido. El psiquiatra que allí me atendió, aseguró que todo estaba claro. Toda la cantidad de medicación que tomaba, según él, me anulaba (hoy no tomo mucho menos que entonces y que pregunten a quienes me conocen si estoy anulado); había que quitar mucha medicación según aquel psiquiatra; yo ni tenía fuerzas para plantearme si una bajada brusca podría producir efectos de crisis de abstinencia.
Él médico, para hacer lo que hizo, estaría convencido de que no habría tal crisis de abstinencia. Es llamativo que la doctora que recomendó el ingreso dijera, en un tiempo anterior a dicho ingreso, que yo tomaba mucha medicina pero que si me la bajase estaría mucho peor. Sin embargo, el psiquiatra que me atiende me dice que ha hablando con esa misma doctora y que estaba de acuerdo en la bajada de la medicación. La estrategia del psiquiatra del psiquiátrico (hoy el estilo me importa mucho menos que el contenido) era, te bajo la medicación ( a lo bestia en mi opinión) y tú dinamízate con la gimnasia, la relajación, hablando con los auxiliares y la gente...Consecuencia: ingreso urgente en media estancia, otro centro. No sé cómo será el infierno de verdad, si existiera, que no me lo creo. Pero si existiera, no creo que sería muy diferente a lo que yo llevé dentro de mí durante cinco meses, en el centro de media estancia del que hablo. No tuve ideas de suicidio, porque la bellísima persona que era mi psiquiatra en aquel lugar, me sostuvo día a día, dedicandome a veces más de media hora a mantenerme, aunque fuera, por lo menos, afectivamente. Pero pasado un tiempo sí que tuve ideas de suicidio muchas veces...Demasiadas.
En el verano del año 1995 estuve yendo a un centro naturista, que descalificaba, sin ningún problema (y sin pruebas) el uso de las pastillas psiquiátricas. En septiembre, en la UCI, me daban por muerto, como he tenido que decir en otro sitio.
Y pudiera seguir y se me haría de noche; ¿Y para qué? Yo he llegado a oír disparates del tipo de "En la revista 'El Semanal' (del grupo 'El Correo Español'), ponía que el orfidal, pasado un tiempo era sólo un placebo, vamos que no hacía más efecto que el sugestivo." Y todos sabemos muy bien que la revista "El semanal" del grupo correo, es toda una autoridad en la materia de la que estoy hablando.
Y al explicar lo que me pasó con los ansiolíticos de noviembre de 2015 a enero de este año 2016, y sacando de contexto mi explicación, tengo que escucharle a una persona que quiero muchísimo que a ver qué tipo de médico me daba esas pastillas. Pues alguien con cincuenta años de experiencia en ese terreno, que nunca ha excluído de su tratamiento a naturistas, cosa que sí ocurre al revés (naturistas descalificando a psiquiatras) demasiadas veces. Y ese alguien me puso "esas pastillas" porque me estaban funcionando muy bien desde hace casi veinte meses; fue él quien me dio la razón por el móvil al explicarle lo de la necesidad del cambio de ansiolítico a finales de Enero de 2016; "sin ninguna duda", fueron sus palabras. La psiquiatra de la sanidad pública que me lleva ahora, como he dicho, lo llevó a cabo con éxito, sin que yo le dijera nada.
Es completamente cierto que una enfermedad psiquiátrica provoca muchos problemas psicológicos (que me lo cuenten a mí), y que a veces, aún estando la enfermedad controlada químicamente, si la persona no está lo suficientemente fuerte psicológicamente, caerá y caerá y caerá. Pero si no podéis demostrarme si es antes el huevo que la gallina os digo esto:
Así como se le pide a la Iglesia más derechona que deje en paz a los homosexuales, y con mucha razón además, yo pido, desde mi heterosexual condición psíquica, ya no sólo a los naturistas, sino a todo tipo de personas (la mayoría de las cuales no ha tenido nunca una enfermedad psíquica) que nos dejen en paz. Que ya está bien. Que ya iremos por nuestra cuenta a los naturistas si hace falta y si queremos, que combinaremos química con naturismo (¿Por qué siempre excluír uno al otro? ¿Por qué no unir fuerzas muchas veces?)
Yo no puedo demostrar nada, pero puedo pedir que se tenga mucho cuidado, no sólo con lo que se dice alegremente sobre estas cosas, sino sobre todo con lo que se HACE. Repito, suele haber vidas humanas en juego.
Hablando, por último, de medicinas psiquiátricas: Al interrumpir su consumo cuando hay dependencia se desencadena una reacción grave, aterrorizante y potencialmente mortal, muy parecida al delirium tremens, cuyos síntomas principales son debilidad, malestar general, depresión, temblores, deshidratación, delirio, insomnio y alucinaciones.
Consecuencia; llega el inevitable estado de bestial ansiedad de este hombre, cuya cabeza empieza a regir muy confusamente. Está en casa, con su mujer, muy nervioso y mal. No se cuenta lo que pasó en aquella casa, pero se sabe que alguien (probablemente la mujer del batería, asustada por la situación) llama a la policía. Viene la policía. El hombre, cuyo estado interno se subía por las paredes, se dirige hacia un policía con un tenedor (lo del tenedor se dice, lo otro es ambiguo, quizá iba ahí, en el lote también, algún cuchillo de cocina, no se sabe si afilado o inofensivo). El policía lo mata. Uno de ellos le dice a la esposa del muerto que acuda a comisaría a denunciar a este por violencia de género.
La información que se da en dos periódicos diferentes sobre los acontecimientos, es tan confusa y variable que lo único que se puede saber es lo dicho hasta ahora. Sin embargo, la mujer del asesinado, lejos de denunciar al marido, dice que era una bellísima persona, que lo amaba y llega a decir "X (el muerto), cariño, no permitiremos que manchen tu nombre".
Hay gente que no habiendo tenido enfermedades psíquicas graves (repito, graves (depresión mayor recurrente, trastorno bipolar, o esquizofrenia)) va en contra del medicamento diciendo que provoca efectos secundarios y que sirve para que los laboratorios farmacológicos y las farmacias ganen mucho dinero. Siendo esto último cierto, que alguien me diga qué tiene que ver una cosa con la otra. Porque la gente se forra con los medicamentos, ¿Los medicamentos no son efectivos?
La medicina psiquiátrica puede provocar muchos despropósitos. Un ejemplo; yo llevaba mucho tiempo tomando una cantidad muy alta de ansiolítico; en noviembre, diciembre de 2015, y la mayoría de los días del mes de Enero, tuve una gran ansiedad cuyo origen no entendía; las cosas me iban bien. Atribuía la ansiedad a este blog y al facebook, que en este momento no me provocan ninguna. ¿Por qué? El problema lo descubrí yo mismo: instrucciones: si alguien lleva mucho tiempo tomando una alta dosis de ansiolítico, puede llegar un momento en que se produzca un efecto paradójico. Paradójico querría decir contrario al efecto que el ansiolítico debería de producir; en origen, el ansiolítico baja la ansiedad. Si se abusa de él durante mucho tiempo, la sube. Sólución química sencilla: bajar la dosis de ansiolítico a la mitad reforzando la ausencia con otro que incida en la ansiedad de forma diferente. Desde el 29 de Enero estoy muy bien y no me da miedo el facebook ni tampoco el blogger. Es más, me encuentro fuerte. Alguien me dirá que es sugestión, placebo.
Tengo otra historia. El 12 de mayo de 2008 ingresé en el psiquiátrico de San Sebastián pues una psiquiatra consideró que allí me harían un ajuste de medicación que me sacase del agujero donde andaba metido. El psiquiatra que allí me atendió, aseguró que todo estaba claro. Toda la cantidad de medicación que tomaba, según él, me anulaba (hoy no tomo mucho menos que entonces y que pregunten a quienes me conocen si estoy anulado); había que quitar mucha medicación según aquel psiquiatra; yo ni tenía fuerzas para plantearme si una bajada brusca podría producir efectos de crisis de abstinencia.
Él médico, para hacer lo que hizo, estaría convencido de que no habría tal crisis de abstinencia. Es llamativo que la doctora que recomendó el ingreso dijera, en un tiempo anterior a dicho ingreso, que yo tomaba mucha medicina pero que si me la bajase estaría mucho peor. Sin embargo, el psiquiatra que me atiende me dice que ha hablando con esa misma doctora y que estaba de acuerdo en la bajada de la medicación. La estrategia del psiquiatra del psiquiátrico (hoy el estilo me importa mucho menos que el contenido) era, te bajo la medicación ( a lo bestia en mi opinión) y tú dinamízate con la gimnasia, la relajación, hablando con los auxiliares y la gente...Consecuencia: ingreso urgente en media estancia, otro centro. No sé cómo será el infierno de verdad, si existiera, que no me lo creo. Pero si existiera, no creo que sería muy diferente a lo que yo llevé dentro de mí durante cinco meses, en el centro de media estancia del que hablo. No tuve ideas de suicidio, porque la bellísima persona que era mi psiquiatra en aquel lugar, me sostuvo día a día, dedicandome a veces más de media hora a mantenerme, aunque fuera, por lo menos, afectivamente. Pero pasado un tiempo sí que tuve ideas de suicidio muchas veces...Demasiadas.
En el verano del año 1995 estuve yendo a un centro naturista, que descalificaba, sin ningún problema (y sin pruebas) el uso de las pastillas psiquiátricas. En septiembre, en la UCI, me daban por muerto, como he tenido que decir en otro sitio.
Y pudiera seguir y se me haría de noche; ¿Y para qué? Yo he llegado a oír disparates del tipo de "En la revista 'El Semanal' (del grupo 'El Correo Español'), ponía que el orfidal, pasado un tiempo era sólo un placebo, vamos que no hacía más efecto que el sugestivo." Y todos sabemos muy bien que la revista "El semanal" del grupo correo, es toda una autoridad en la materia de la que estoy hablando.
Y al explicar lo que me pasó con los ansiolíticos de noviembre de 2015 a enero de este año 2016, y sacando de contexto mi explicación, tengo que escucharle a una persona que quiero muchísimo que a ver qué tipo de médico me daba esas pastillas. Pues alguien con cincuenta años de experiencia en ese terreno, que nunca ha excluído de su tratamiento a naturistas, cosa que sí ocurre al revés (naturistas descalificando a psiquiatras) demasiadas veces. Y ese alguien me puso "esas pastillas" porque me estaban funcionando muy bien desde hace casi veinte meses; fue él quien me dio la razón por el móvil al explicarle lo de la necesidad del cambio de ansiolítico a finales de Enero de 2016; "sin ninguna duda", fueron sus palabras. La psiquiatra de la sanidad pública que me lleva ahora, como he dicho, lo llevó a cabo con éxito, sin que yo le dijera nada.
Es completamente cierto que una enfermedad psiquiátrica provoca muchos problemas psicológicos (que me lo cuenten a mí), y que a veces, aún estando la enfermedad controlada químicamente, si la persona no está lo suficientemente fuerte psicológicamente, caerá y caerá y caerá. Pero si no podéis demostrarme si es antes el huevo que la gallina os digo esto:
Así como se le pide a la Iglesia más derechona que deje en paz a los homosexuales, y con mucha razón además, yo pido, desde mi heterosexual condición psíquica, ya no sólo a los naturistas, sino a todo tipo de personas (la mayoría de las cuales no ha tenido nunca una enfermedad psíquica) que nos dejen en paz. Que ya está bien. Que ya iremos por nuestra cuenta a los naturistas si hace falta y si queremos, que combinaremos química con naturismo (¿Por qué siempre excluír uno al otro? ¿Por qué no unir fuerzas muchas veces?)
Yo no puedo demostrar nada, pero puedo pedir que se tenga mucho cuidado, no sólo con lo que se dice alegremente sobre estas cosas, sino sobre todo con lo que se HACE. Repito, suele haber vidas humanas en juego.
Hablando, por último, de medicinas psiquiátricas: Al interrumpir su consumo cuando hay dependencia se desencadena una reacción grave, aterrorizante y potencialmente mortal, muy parecida al delirium tremens, cuyos síntomas principales son debilidad, malestar general, depresión, temblores, deshidratación, delirio, insomnio y alucinaciones.
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