lunes, 29 de febrero de 2016

MAS PROS QUE CONTRAS


       
 Algo muy importante a señalar, y que volverá a ser señalado al final: en ocasiones la discapacidad psíquica y la discapacidad intelectual, se juntan en la misma persona. En ESOS casos, la actitud de algunos profesionales de la psiquiatría es comprensible. Pero sólo en ESOS casos.



Estoy muy a gusto en la asociación OTL (Ocio y tiempo Libre) creada, en mi opinión, con muchos puntos positivos, para personas como yo (tormento anímico mañanero que se suaviza al acudir ahí; aunque eso era  más al principio). Y este lugar fue creado por AGIFES (asociación guipuzcoana de enfermos y familiares de enfermos psíquicos) y por tanto, le debo bastante a esa institución. Allí nos reúnimos enfermos psíquicos que por medio de actividades lúdicas, tenemos la posibilidad de hermanarnos sin nombrar la enfermedad. Es un espacio extraordinario. Nos entendemos con la mirada. Nadie margina a nadie, cosa que, es evidente, ocurre muchas veces fuera de ese lugar. Quizá porque todo el que va allí sabe muy bien cómo se pasa cuando algunos te marginan estando en crisis, porque no quieren estar con personas que “no les aportan nada”. Yo he sido igual que estos últimos en un pasado no muy lejano, cuidado. Y también hay muy bellas excepciones.

Ahora voy a OTL por las tardes y ese es un espacio de enorme alivio, es un descanso psíquico, es medicina sin pastilla; no soy de San Sebastián, ni vasco, ni español, ni de Europa. Soy de OTL. Es muy importante remarcar que lo que se forma allí no sería posible sin un par de monitores tan extraordinarios (por lo naturales y normales que son) que saben bien que no son superiores a nosotros y por eso da gusto estar con ellos, y dejarse dirigir por monitores que intentan dirigir o   ayudarnos a dirigir todo lo que allí se crea, a nosotros mismos, muy sutilmente, con gran respeto y cariño, con mucho cariño de hecho, para tomar la decisión de las actividades a realizar ; o incluso para colaborar con nosotros a realizarlas... Un ole por ellos. También es de justicia decir que sin AGIFES nada de esto existiría.

Desgraciadamente esto último no siempre es así. Hay algun@s, (repito, algun@s) monitores, y no sólo monitores, sino asistentas, educador@s, psicólog@s y hasta psiquiatras que confunden enfermo psíquico con niño. Hay un profesional que viene a veces, que cuando leemos el periódico entre todos, y después de tratarnos de forma demasiado condescendiente y paternalista, en el momento en el que dice algo que él debe de creer que nosotros no entendemos (confundiendo discapacidad psíquica con discapacidad intelectual; porque le entendemos, algunos le entendemos demasiado bien) se desentiende de nosotros y se dirige directa y exclusivamente al otro monitor presente, pensando que sólo esta última persona puede llegar a su altura intelectual. Se le puede excusar esa actitud, por tener todavía muy poca experiencia en el terreno. Cuando lleve años trabajando en él, cosa que le deseo de todo corazón, llegará a adoptar, por sentido común y sin darse cuenta, la actidud de los monitores antes mencionados. Vamos, que entenderá que estaba equivocado.

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Siendo la OTL un lugar extraordinario, no se pueden dejar pasar por alto algunas cosas. Una profesional (psicóloga) de la institución AGIFES, acudió un día a la OTL, con la intención de ensayar lo que en un par de días iba a ser una mesa redonda en la que cierta gente con enfermedad psíquica se ofreció para contar sus experiencias; yo me ofrecí también. Cuando hicimos una especie de ensayo, una chica contó una historia espeluznante. Tras ella, conté yo también mi historia: un pequeño relato, que no trataba, por cierto, de hechos idílicos; ese relato era tan fuerte o más que el de la de la chica que me precedió. Ocurrió que terminando yo mi monólogo, dije un muy inocente “Lo que deseo sobre todo es vivir tranquilo.” La profesional, ni corta ni perezosa, y tras acabar yo de hablar, dio por terminada la prueba con un “Yo también quiero vivir tranquila”, parafraseando mis palabras con un retintín en el tono, para mí, sarcástico (el sarcasmo es a veces muy agresivo, prefiero la ironía cariñosa ) que consiguió que se me reprodujeran en la mente todas las situaciones de alienación de mi existencia (ese tono con el que se dijo la frase que he entrecomillado, me hizo pensar que llueve sobre mojado). Vaya por delante que ya por el hecho de pertenecer a AGIFES tengo respeto a esta persona. Lo que me pareció criticable puede ser sólo una suspicacia mía. Yo pensé (probablemente dando importancia a algo que no la tenía, o probablemente de forma acertada) repito, pensé e interprete lo siguiente: “Es lógico que la gente que no sabe de estos temas, incluso a veces nuestros familiares, no puedan entender nuestra situación. O incluso pueden llegar a pensar que somos vagos e irresponsables. Pero que tras veintidós años de enfermedad, una profesional del tema deje caer un tipo de comentario que considero sarcástico y detrás del cual se pueden escuchar, y muy bien además, todas las frases fantasma del tipo 'Los demás también tenemos ansiedad, a nosotros también nos cuesta, poned de vuestra parte, hay que hacer un esfuerzo y poner ganas, la vida es dura para todos, hay que ser positivo; eres tú y no la enfermedad’ me parece cuando menos absurdo, pues entonces esa mesa redonda no tiene sentido. Si todos sufrimos por igual, ¿Qué necesidad tenemos de contar nuestra historia? ¿Si  la vida es igual para todos, qué sentido tiene la palabra desestigmatizar?”

Quiero creer, por el bien de todos, que aquel comentario que me parecía de reproche a “MI”, fue un comentario sin intención de ser una indirecta en plan “¿Y los demás como te crees que andamos?” Me cuesta, pero cabe la posibilidad. Pero sólo por prudencia y sensatez, yo no puedo asegurar si ella juzgó o soy yo el que lo hice. No se pueden lanzar acusaciones sólo interpretando una frase por su tono.

De todas formas, si lo que quiso dar a entender ella fueron los famosos fantasmas del “Pon de tu parte, los demás también tenemos que… etcétera, etcétera” le haría un intercambio: “Muy bien, coge los días de pánico, de exagerada ansiedad, de sudores fríos, siente que tu cerebro te anula la personalidad, colocándote en un sitio oscuro cerrado con candado, ingresa muchas veces donde todos sabemos, trata de marcharte al otro barrio varias veces, vive con obsesiones y pesadillas todos los días, despiértate y levántate con la pesadilla que tienes todavía dentro durante más de una hora despierta, toma medicina tan a lo bestia que te agotes con el mínimo esfuerzo, y después, después si que no tendrías que trabajar, te podrías dar la vida padre, aunque, te lo aseguro, seguirías sin vivir tranquila. Yo a cambió cogía gustoso tu salud mental, tu duro trabajo, con su estrés y sus fuertes sinsabores y sufriría SOLO por los disgustos que la vida trae consigo; cogería tu coche y tu independencia en el sentido de que no tendría que vivir en casa de mis padres. Muy a pesar de que me siento orgulloso de mis padres y de vivir con ellos actualmente.”

De verdad que no pienso desacreditar a nadie, sólo quiero ayudar a construir poniendo las cartas sobre la mesa. Y asumiendo el hecho de que puedo estar equivocado.

Hay profesionales con mucho carácter (presumen de ello llamándolo personalidad). Me pregunto qué es lo que ocurriría si a los usuarios de distintos centros de rehabilitación o de estancia psiquiátrica también nos diera por hacer uso de nuestro “carácter”. El problema es que, nosotros, ya incluso en casa de nuestros padres o en otras instituciones que acogen a enfermos psíquicos, nos tenemos que callar ante autoridades: Vuelvo a repetir: Hay algun@s (insisto con lo de algun@s) monitores, psicólog@s, asistentas sociales, o enfermer@s psiquiátricas de estos centros que se inmiscuyen a veces sin ningún derecho ni permiso en cosas personales de gente con discapacidad psíquica; dicen cosas del tipo, “no lleves esa bolsa, lleva esta otra” y “mañana sin falta a cortar ese pelo” o “A ver si nos portamos bien ¿eh?”. ¿Con qué tipo de autoridad moral creen que actúan estas personas? Estamos hablando de gente adulta por mucha enfermedad que tenga. Respeto, por favor. Por suerte esto no ocurre en OTL, pero sé de buena tinta que pasa en otros centros. Lo he padecido en primera persona. Poco, pero suficiente...
Aunque parezca una contradicción a lo dicho anteriormente, vuelvo a repetir lo dicho al principio; en ciertas ocasiones, la discapacidad psíquica y la discapacidad intelectual se juntan en la misma persona. En ESOS casos, la actitud de algunos profesionales de la psiquiatría es comprensible. Pero sólo en ESOS casos. Pues en ESOS casos, el comportamiento infantil del enfermo, es inevitable. Por eso pienso que cada caso es diferente. Generalizar, tanto por mi parte, como por parte de los profesionales de la psiquiatría, es, para mí, un error. Y peligroso.
 
Y ahora sí, sólo me queda reiterar mi inmensa gratitud a AGIFES que me ha sorprendido agradablemente con la OTL. Me han dado oxigeno y luz. Ha sido y es un lugar fundamental en donde poder llevar a cabo el cambio de pauta de comportamiento que tuve que hacer por consejo de mi psiquiatra. El dolor viene con la vida de cualquiera y aquí he aparecido yo, milagrosamente, ya completamente fuera de un túnel de nueve años de depresiones en los que si no fuera por mi muy querida pareja, yo no hubiera sobrevivido a la confusión y ahora no estaría vivo y coleando. Siento cariño y gratitud por los monitores, por ella y por él, por tratarnos con tanto respeto e incluso cariño, e incluso hacia las chicas que vienen a hacer prácticas (el hecho de que siempre sean chicas, para mí, responde más que a una simple casualidad. Demasiadas casualidades en dos años). Y sé que la OTL, no hubiera sido posible sin la existencia de AGIFES. Por tanto y sobre todo, muchas gracias. Y ahora repetiré lo que escribí cuando hice el borrador general de este texto y que me salió sin darme cuenta:





Nunca se podrá medir todo lo que yo te quiero Susana....




     ANTXON

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