Bien, ahora que no pasa nada, es cuando todo pasa y todo queda en suspense. En el velero del alma por fin desenganchaste tu pequeña ancla y con lo que aprendiste estás dispuesto a marchar a donde las olas marquen. No tienes miedo ahora.
No grandes condicionantes, ni metas impuestas, es fácil y difícil de lo fácil que es. Tú sigues caminando con los códigos aprendidos y sabes que tienes que pasar por los tedios y asperezas de todos. Reduces la ansiedad, aumentas el botón de la calma dejándote ser y caminando despacio, y disfrutas tanto con esas canciones que te grabaron el otro día que te preguntas por qué diablos te tomabas como obligación vivir de la manera en la que había que vivir. Hay gente que tiene que trabajar muchísimo y se encuentra en situaciones difícilísimas sólo para comer. Cómo te atrevas a quejarte ante eso, es que no te das cuenta de que siendo tan pequeñito y a pesar del carro de pastillas, eres privilegiado.
No te exiges y por eso haces tanto, porque sobre todo ERES y no entras a pensar en los eternos y cansinos soliloquios de tiempos pasados ni en las viejas y supuestamente grandes preguntas de siempre. Ha llegado la hora. O quizá no. Qué importa eso ahora mismo.
Qué más da que no sepas las respuestas, qué más da que no tengas llave para cada cosa. Improvisas bien porque sabes aguantarlo y tu compañía es lo más preciado que debes de pensar que tienes. Pues si vuelves a darte órdenes del tipo "A ver si este mes consigo hacer esto y lo otro, porque jo, yo antes hacía aquello y lo demás y ahora no sé que pasa"...Gilipolleces, bobadas, tú no tienes que hacer nada de lo que te marque una petulante cabeza que dice cómo se hacen las cosas. Tú tienes que ser, no pensar y las cosas se van haciendo.
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