Últimamente no hago más que repetir que, aunque no creo en el dicho de que "las casualidades no existen" (o sea, que todo tiene una razón de ser), y tampoco en el que más me asusta de todos, porque suele relacionarse con lo de las no-casualidades, o sea, ese que dice que "todos tenemos una función que cumplir en este mundo", están ocurriendo en mi vida más casualidades de las debidas, y que, según se mire, me podrían incitar a pensar que realmente, nada existe por casualidad.
Pero sigo creyendo que las casualidades, son, en gran parte, eso, sólo casualidades. Vamos, que no me gusta pensar en el hecho de que haya un destino a nuestro alrededor moviendo hilitos y marcándonos señales que debemos seguir. No me gusta pensar en ello, digo, aunque igual, me guste o no, las casualidades NO existen.
Todo esto viene a cuento de que antes de ayer, a última hora de la noche del 20 de septiembre, o ayer de madrugada, todavía veintiuno de septiembre (adiós veranito capullo) vi entre mis archivos un texto que hice hace mucho, a propósito de un desconocido amigo que despreció a Paul Auster (cuya obra me encanta) porque vendía mucho. Está más abajo que mi apoteósica foto y se titula "¿Populacho?". Es claro que es un texto muy brillante y de lectura obligatoria para todo gran aficionado a la alta literatura, por mucho que lo haya escrito yo (tengo dudas de si estropear este texto diciendo que no se nos olvide lo de la I-R-.....). Ese texto ya lo había publicado en el blog, pero en facebook ya no sé, y se me ocurrió reponerlo debido a su maestra calidad.
Como no quiero estropear el gran deleite que puede producir la lectura de ese texto titulado "¿Populacho?", no señalaré nada más que el hecho de que el arranque y el desarrollo de ese texto está marcado por lo ya nombrado en el párrafo anterior.
Y resulta que antes de ayer 20 de septiembre vi una parte de la película "El ladrón de palabras". Suelo ver los DVD-s a trozos, como los libros. Hoy he terminado de verla. El protagonista es Bradley Cooper, al que últimamente le veo asomar la cara en muchísimas películas. Será casualidad.
La peli me ha gustado mucho y no voy a destripar el argumento. A lo que no me atrevo es a recomendar a nadie nunca ni libros ni películas.
Y es que opino que los críticos que lo hacen (tanto en cine como en literatura), son personas cuyo gusto (que es sólo individual en cada uno de ellos, obviamente, pero parece que lo olvidamos) influye muchísimo más que sus supuestos conocimientos sobre cine y literatura, al calificar lo que es "bueno" o "malo".
Y aquí llega el lugar que le corresponde, otra vez a Paul Auster. En este caso, ha sido al revés que en el texto que supongo que seguirá debajo de una foto de alguien que se parece mucho a mí, y es casi seguro que sea yo.
Chorradas aparte, en esta película se narra una historia dentro de otra historia que está dentro de otra historia. Y esta técnica narrativa la ha solido desarrollar magistralmente Paul Auster en sus impactantes novelas. Para mi gusto.
Se me ha ocurrido mirar un par de críticas: Una mujer llamada Beatriz Maldivia hace uso de una página llamada www.blogdecine.com para decir que en esta película, sus dos directores, que firman el guión, han querido hacer lo que hace genialmente Paul Auster y lo hacen muy mal. Fatal. La peli es muy, muy, pero que muy mala según Maldivia. Puede ser. Sin embargo, otro crítico llamado Quim Casas, que escribe su crónica en la página www.sensacine.com la califica con un tres y medio sobre cinco, donde tres sería buena, cuatro muy buena y cinco obra maestra; o sea que para Quim Casas, la obra está bastante cerca de ser muy buena, aunque, con los números en la mano, la película sería buena, según ese tres con cinco. Aunque Maldivia y Casas tendrán quizá similares conocimientos cinematográficos, quizá no vieron la misma película, o la vieron con ojos muy diferentes.
Yo lo único que puedo decir es que a mí me ha gustado y que quizá reencontrarme con Paul Auster (ensalzado para machacar críticamente la película en este caso, y destruido por un conocido mío en otro caso por haber vendido mucho) en veinti-cuatro horas, no haya sido casualidad y mañana esté en el portal de mi casa, esperándome, para hablarme, él sí, muy bien, de la película de la que he hablado.
Esta vida es un carnaval.
nota: Es muy posible que este texto aparezca como escrito en el día 21 de septiembre, porque blogger se toma la vida con pachorra o como en Canarias, pero aseguro que hace bastantes minutos que es ya madrugada del 22.
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