Cambiando
de tema, (de manera relativa), debo de decir que, así como Loquillo me hizo un gran favor gracias al cual no me tuve que tragar enterito un tedioso documental sobre Bob Dylan, cuando en dicho documental Loquillo ridiculizó a Manolo García (al que adoro), para ensalzar a Dylan (momento en que dejo de ver ese documental de forma radical) el
actor vasco Unax Ugalde también me hizo otro favor, en una película
esta vez.
Alquilé
en una biblioteca también, la película “Lasa y Zabala”; es un
caso real: dos jóvenes pertenecientes a ETA que según todos los
indicios fueron torturados brutalmente y luego asesinados por el GAL
(mucho más que presuntamente). Comencé a verla. Era muy, muy
dura. Veía un problema. Unax Ugalde. Ése era el problema. Unax
Ugalde hacía el papel de Iñigo Iruin, que fue el abogado defensor
de la familia de Lasa y Zabala y de la causa para esclarecer los
asesinatos y torturas previas infligidas por el GAL.
Unax
Ugalde se presentaba en su papel como un perdonavidas policíaco
americano. Con una autosatisfacción de justiciero perdonavidas que
echaba para atrás. Echaba para atrás porque aquél a quien él
interpretaba no es así, nunca fue así. Iñigo Iruin siempre me
pareció un hombre de apariencia humilde. No es ni de lejos como lo
representaba Unax Ugalde. Iñigo Iruin es un trabajador silencioso
que no ha buscado la foto ni la medalla nunca. Nunca estuve de
acuerdo con sus ideas políticas, y siempre me ha parecido increíble
que buena gente que conozco, apoyara a la izquierda abertzale que no
condenaba nunca las mayores brutalidades de ETA; pero Iñigo Iruin me
parecía, en sus entrevistas, y hasta en vídeos donde se le ve
defendiendo la causa de Lasa y Zabala, un hombre sencillo y listo, (a
pesar de no gustarme la postura ética de la izquierda abertzale,
insisto, a la cual él representó en los años más duros, no como
dirigente principal, pero más que secundario).
Y
Unax Ugalde, en esa película, destroza la realidad, representando a
un Iñigo Iruin que jamás existió. Probablemente no era su culpa,
sino que le dieron un guión en el que se tenía que presentar como
se presentaba. Un tipo duro. Qué horror. Fatal el director y el
guionista entonces si la idea de presentarlo así era de ellos.
O fatal yo, cuando releo esta historia. Quiero decir, se trataba de representar lo que allí ocurrió y quizá la pose de Iñigo Iruin (la que digo que nada tiene que ver con la realidad cuando la representa Ugalde) no modificaba la verdad de lo contado y quizá también, el guionista y el director pensaron que convirtiéndolo en un tipo duro (que siguen siendo muy atractivos para muchos fantasmas, entre los que a veces puedo estar yo), la película obtendría mayor tensión y fuerza narrativa. Atraería más. Podría ser.
O fatal yo, cuando releo esta historia. Quiero decir, se trataba de representar lo que allí ocurrió y quizá la pose de Iñigo Iruin (la que digo que nada tiene que ver con la realidad cuando la representa Ugalde) no modificaba la verdad de lo contado y quizá también, el guionista y el director pensaron que convirtiéndolo en un tipo duro (que siguen siendo muy atractivos para muchos fantasmas, entre los que a veces puedo estar yo), la película obtendría mayor tensión y fuerza narrativa. Atraería más. Podría ser.
Pero
cuando Unax Ugalde, interpretando a Iñigo Iruin, me hizo un gran
favor, fue, cuando, para hacer perder credibilidad a algún militar
que no niego que fuera feroz y, apela al trastorno bipolar de este
militar como un dato que le incriminaría claramente para hacer algo
bestial; entonces ya, entonces sí, apago. (Y, todo venga de paso, me ahorro ver más escenas sangrientas y dolorosas.)
Porque
conozco a varias personas con trastorno bipolar. Bellísimas
personas, y ese trastorno no les convierte en monstruos; estoy
pensando en dos de ellas y sólo veo bondad. Resulta que yo también
lo tengo y aunque santo no soy, nunca he sido ni la décima parte de bestia de lo que
parece que fue aquel militar. Unax Ugalde-Iñigo Iruin dice lo del
trastorno afectivo bipolar, con cara de tipo duro que saca su as de
la manga, con una arrogancia y un tono de prepotente salva-patrias
que me produjo un gran malestar; y me dije, estupendo, no tengo que
seguir viendo esto. Stop. No niego que el militar con trastorno bipolar fuera una bestia torturadora. Pero quiero recordar que hay penales psiquiátricos.
Hola, Antxon. No he visto esa peli porque no quiero cabrearme con lo que buscan como objetico final que es adoctrinar en "nuestra democracia". Sobre mi blog y facebook no sé bien a que reseña te refieres. ¿Quizá sea esta? http://labasquebondissante.blogspot.com.es/2016/05/el-reino-del-terror.html Con fb no sé, con lo que me meto mucho es con twitter, que me parece la herramienta perfecta para demostrar lo descerebrado que uno puede ser en sólo 140 caracteres. Saludos.
ResponderEliminarGracias Juli. Besos
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