El
escritor Javier Marías, escribió un artículo sobre la lectura
en marzo de 2015. En ese artículo, Marías dijo que según alguna
encuesta, el 55% de la gente que vive en España, no lee. Esto le
entristecía. Hasta ahí de acuerdo. A partir de dar ese dato, Marías
se empieza a comportar, escribiendo, como una auténtica bestia que parece
creerse iluminada por todos los dioses ateos del universo. Antes
de pasar a lo que dijo, diré, que en los artículos de Javier Marías,
EL, se muestra con una autoestima (es feo decir soberbia u
omnipotencia, no hay que insultarle, para no ponerse a su altura y aunque autoestima no es un sinónimo exacto lo usaré como un mal eufemismo) que no
cabe en un solo universo. En este artículo del que hablo se supera a sí mismo.
Para
Marías, el que no lee es un primitivo en todos los sentidos de la
palabra. Venía a decir que el gran conocimiento de todas las
ciencias y el disfrute de la alta literatura está en la lectura de
muchas obras; da a entender que lo bueno de la vida (qué digo lo
bueno, lo mejor y más interesante) está reflejado en los mejores
libros; y añade cosas del tipo de que el individuo (o individua
como a él le gusta burlarse) que no lee, pasa por la vida sin
interesarse por lo más interesante. Por qué está él o ella en
este mundo, por qué cree o no cree; qué paso anteriormente a su
nacimiento en el lugar donde nació y creció. No le interesa la
historia ni la geografía, con las que uno puede saber dónde está
situado territorial, ideológica e históricamente. Y eso para él es
tener “serrín en la cabeza”; claro, él no lo dice con esas
palabras pero utiliza otras casi sinónimas, e incluso más
insultantes. Se escandaliza al pensar que los que no leen, tampoco
sabrán qué pensaron y dijeron Montaigne y Shakespeare, Platón,
Proust, Elliot, Rilke, y tantos otros. No hay ni una sóla mujer aquí;
de hecho, Marías sólo nombró a una mujer (Isak Dinensen) cuando
aseguró cuáles fueron (porque me suena que no dijo, “en mi
opinión”, suele ser típico de él decir cómo SON las cosas)
los mejores escritores del siglo XX.
Dijo
también, con esa humildad y bondad que le ha caracterizado siempre,
que las personas que no leen, están dispuestas a pasar por la vida,
como si fueran percebes; o quizá ni eso; una lechuga; o ni siquiera;
un taburete. El título del amable artículo de Marías, era, como
no pudiera ser de otra forma “Percebes o lechugas o taburetes”.
Cuando Marías dice que el cincuenta y cinco por ciento de las personas que no leen, pasarán por la vida o por la tierra, como percebes o lechugas o taburetes, quizá ni se le pasa por la cabeza que está insultando a mucha, muchísima gente, y es que además, está claro que se considera muy superior a los que no leen.
Yo no quiero entrar mucho a este jardín porque no creo que merezca la pena; aunque eso sí, sólo una acotación: conozco personas con un bellísimo fondo interior, muy buena gente; gente por cierto que no desprecia ni juzga a los demás, incluso gente muy mayor que no pudo alfabetizarse bien, que, o no lee nada, o sólo un cuarto de hora a la noche, antes de dormir, y tienen una sabiduría y cultura de la vida , que para mí es la más importante, casi ejemplar; de hecho, para mí son un ejemplo, por mucho que yo sí lea, aún siendo un lector mediocre y esas personas no lean. Pienso, sin rabia, que esas palabras de Javier Marías le descalifican directamente a él mismo.. Y además, por lo visto, entre los numerosos conocimientos de gran interés que relatan muchos apasionantes libros, no se hace mención de civismo, de respeto al semejante, de humildad y de todas las cosas que para mí son las más importantes. Sí, ya lo sé, tipos duros que me miráis desde lo alto: practico un buenismo ingenuo.
Cuando Marías dice que el cincuenta y cinco por ciento de las personas que no leen, pasarán por la vida o por la tierra, como percebes o lechugas o taburetes, quizá ni se le pasa por la cabeza que está insultando a mucha, muchísima gente, y es que además, está claro que se considera muy superior a los que no leen.
Yo no quiero entrar mucho a este jardín porque no creo que merezca la pena; aunque eso sí, sólo una acotación: conozco personas con un bellísimo fondo interior, muy buena gente; gente por cierto que no desprecia ni juzga a los demás, incluso gente muy mayor que no pudo alfabetizarse bien, que, o no lee nada, o sólo un cuarto de hora a la noche, antes de dormir, y tienen una sabiduría y cultura de la vida , que para mí es la más importante, casi ejemplar; de hecho, para mí son un ejemplo, por mucho que yo sí lea, aún siendo un lector mediocre y esas personas no lean. Pienso, sin rabia, que esas palabras de Javier Marías le descalifican directamente a él mismo.. Y además, por lo visto, entre los numerosos conocimientos de gran interés que relatan muchos apasionantes libros, no se hace mención de civismo, de respeto al semejante, de humildad y de todas las cosas que para mí son las más importantes. Sí, ya lo sé, tipos duros que me miráis desde lo alto: practico un buenismo ingenuo.
Pero
como lo temerario no debe de quitar lo cortés, no me queda más
remedio que decir o repetir, pues ya lo dije en el texto referente a Paul Auster, que me gustaron algunas novelas suyas: “Corazón
tan blanco”, “Mañana en la batalla piensa en mí”, “El
hombre sentimental” (regalo de mi prima, a quien debo la
literatura), “Todas las almas” y la primera parte de “Tu rostro
mañana”. Nada es negro del todo. Nada del todo blanco. O igual
sí, ya está bien de aguantar la dictadura de los dichos.
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