Retomando
a nuestro buen amigo Marías, contaré a modo de anécdota en relación
a él, lo siguiente: En manera de celebración de los cien años que
cumplió la editorial Alfaguara, ésta organizó una charla pública
de motivo literario, con tres escritores que han publicado muchos
libros por medio de aquélla. Los tres invitados para hacer una
desenfadada tertulia literaria eran Javier Marías, Mario Vergas
(perdón Vargas, Vargas, imperdonable error, quise decir Vargas)
Llosa, y Arturo Pérez Reverte. Cuando al final de esa charla, la
conductora de ésta les pidió a los tres escritores que cada uno de
ellos recitara algunas líneas de algún escritor/a, ocurrió algo
muy empobrecedor: Pues en el momento en el que le llegó el turno a Marías, a cuenta de
algo que se dijo, él señaló que no querría leer un soneto de
Shakespeare en castellano, a menos que lo hubiera traducido él; en
consecuencia leyó otra historia. Aquí también la crítica no es ni
necesaria. Por la boca muere el pez.
Ostras,
me estoy cebando con él. Estoy por borrarlo todo. Mi ángelito de
buena conciencia me dice “no hay que ser así”. Pero bueno,
admitiendo esa regla, la de que "no hay que ser así" o la más famosa de que no estoy libre de pecado para tirar la primera
piedra, haré una excepción. Eso es así, salvo cuando al que se
le tira esa piedra es alguien que tira piedras a todo el mundo cada
Domingo. Y
además parece no cansarse nunca de ello. Quizá en el pecado lleve
la penitencia. Se debe de sufrir mucho pensando que uno es de los
poquitos que piensan y actúan correctamente (como si eso fuera
cuestión de lógica; en mi opinión, aparte de no serlo, la realidad
es tan compleja y relativa, que aquí nadie tiene la exclusiva de
saber qué es exactamente “actuar correctamente” con toda
precisión). Hay demasiados elementos alrededor de cualquier conducta
para decir que un comportamiento cualquiera es correcto o no. En
graves y evidentes casos, como matar, robar, violar, torturar o
pegar, sobra decir que esas conductas son malas, muy malas; pero a
partir de ahí, los mismísimos Sócrates y Descartes (como base) lo
ponían todo en cuestión. El mismo Borges opinaba que la duda es uno
de los nombres de la inteligencia.
Es curioso ver cómo Marías utiliza esta “verdad” dicha por Borges, para hacer novelas digresivas que en algunos momentos rozan la incoherencia y luego en sus artículos, no sólo no dude nunca, sino que asegure cómo SON las cosas. Tengo un amigo que dice que, estar completamente seguro de que lo que uno hace o dice es lo CORRECTO, es enfermizo.
Es también curioso, el número de veces que yo suelo decir que algo es "curioso".
Es curioso ver cómo Marías utiliza esta “verdad” dicha por Borges, para hacer novelas digresivas que en algunos momentos rozan la incoherencia y luego en sus artículos, no sólo no dude nunca, sino que asegure cómo SON las cosas. Tengo un amigo que dice que, estar completamente seguro de que lo que uno hace o dice es lo CORRECTO, es enfermizo.
Es también curioso, el número de veces que yo suelo decir que algo es "curioso".
Vuelvo a repetir lo dicho en un texto anterior: unas cuantas novelas de Javier Marías me gustaron muchísimo; y por ello, sólo por ello, le estoy agradecido. Estoy hablando de sus novelas. Si en persona es como se muestra en sus artículos, bueno, hay y ha habido grandes escritores que fueron unos capullos prepotentes, o pijos y quejicas inaguantables; lo que cuenta es, desde mi punto de vista, lo escrito en sus novelas. Lo demás no me interesa.
Por otra parte, en una entrevista que le hicieron, Marías dijo que en Internet debería de haber “filtros”, porque no siendo así, “cualquiera” (¿Cualquier perroflauta? Pregunto) puede descalificar a personas como Vargas Llosa, Arturo Pérez Reverte, y a él mismo. Es curioso (¿Otra vez curioso, perroflauta?) que él critique, en otros asuntos, cualquier tipo de censura. Porque resulta que él se debe de creer alguien con gran autoridad moral sobre todos los ciudadanos. Da toda la impresión de creer que, él, por el simple hecho de ecribir novelas de “alta literatura”, y escribir artículos en los que indica indirectamente que él es siempre ejemplar, se considera con derecho a meterse con casi todos los ciudadanos que le rodean; o simplemente habla de las tendencias y actitudes ridículas de la gran mayoría de sus conciudadanos, poniéndoles de imbéciles para arriba. Evita la palabra imbécil, pero por medio de otras frases dice no sólo sinónimos de esa palabra sino cosas mucho más gravemente descalificadoras. Pero de él no se debe de decir nada malo, y según su opinión tiene que haber filtros en Internet para evitarlo (cosa muy parecida, o igual, a la censura) para que ningún "cualquiera" pueda tocarle un pelo. Y él sí que puede, repito por enésima vez, y nos afeita moralmente la cabeza a todos los que no pensamos tan correctamente como él.
Y como en mis escritos autobiográficos me exijo decir toda la verdad, no me queda más remedio que decir que hace quince años (quince años ¿eh?, lo digo porque desde entonces ha llovido demasiado) como columnistas me gustaban mucho Pérez Reverte y Javier Marías. De hecho en esa época leí libros enteros de artículos de Marías y me parecían geniales. Por suerte he cambiado mucho, muchísimo. Él no. Y por supuesto, no soy tan idiota como para creerme superior a él. Yo también tengo mediocridades morales.
En la siguiente entrega Marías estará acompañado de Pérez-Reverte.
En la siguiente entrega Marías estará acompañado de Pérez-Reverte.
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