domingo, 29 de mayo de 2016

CONEJILLOS DE INDIAS (Extenso final; descalabro, pelea de gallos y confusión)


La señora Vélez entró en la conversación de una forma que sólo puedo calificar de impertinente:
--Es que claro, con todos los respetos para el sufrimiento de este señor –qué raro se me hizo que me dijeran “señor” a mis veintitantos años—quién sabe si dejó de estar deprimido por el efecto de la medicación o porque se convenciera de forma inconsciente e intensa, de que con esa medicación él estaba salvado.Podría ser una sugestión, ya digo, que entrara directa y poderosamente a su parte consciente por medio del subconsciente; una sugestión que nada tuviera que ver con la medicación en sí, sino provocada por ejemplo por la muestra de convencimiento de su psiquiatra, quizá alguien en el que él creía ciegamente cuando le recetó el litio, una sugestión poderosísima que le hiciera creer que el medicamento le curó, lo que le hubiera ayudado a afrontar sus conflictos con mayor acierto y menos sufrimiento y con ello se sintiera psicológicamente salvado, en fin sería otro caso que viniera a demostrar el poder de la mente y no de la medicación—la señora Vélez terminó con cara de satisfacción, y el psicólogo Luis asentía vehementemente con repetidos movimientos de cabeza como diciendo “eso es, eso es”.
 


Y yo me enfadé.
 


--O sea que todo es mi imaginación ¿no?
--Podría serlo, pero no tu imaginación consciente sino aquella que no controlas. No sólo la imaginación sino fuerzas de tu subconsciente que tú no has conseguido controlar.
Me estaba empezado a tocar las narices la de veces que repetía esta mujer la palabra “subconsciente”. Parecía apoyar todos sus argumentos en el significado que ella daba a la palabra.
--Pero bueno, esto ya es el colmo—entró por fin tronando José Esteban por el que por primera vez sentí una leve simpatía, pero que duró poco— Hay muchos estudios de psiquiatría, muchísimos, estudios científicos y verificables y sobre los que sería muy difícil extendernos aquí, sobre todo por falta de tiempo, que están legitimados y apoyados por eminentes autoridades médicas de muchos países, que demuestran que ni la imaginación (perdone señora Vélez, pero me parece imperdonable que haya utilizado ese término en un problema tan grave) ni la fuerza de voluntad tienen nada que ver o que hacer contra la depresión. Menos todavía deberían meterse en estos temas tan delicados ciertas teorías seudo místicas con pretensiones de omnipotencia. He estado escuchando muchas cosas y unas cuantas me han parecido irresponsables. La depresión con mayúsculas es una enfermedad psiquiátrica, y como tal incumbe sólo a la psiquiatría –aquí miró un momento al psicólogo posando luego sus ojos en los de la presentadora--; la psicología, con todos los respetos para este caballero que la ejerce —mirándole de reojo ahora-- puede servir para arreglar problemas de tipo familiar o doméstico; la psicología, en fin, no debería entrar para nada en temas como este, cuyo origen y tratamiento sólo puede ser bioquímico. Y es bioquímico en la gran mayoría de las depresiones. El yo y el no yo, el subconsciente, el afán por las psicoterapias interminables, las energías y fuerzas, la analítica estéril, toda esa palabrería, esa red de conceptos abstractos, no sirven más que para enredar la mente de los pacientes (ya bastante enredada) y empeorar la situación; he tenido muchos casos en mi consulta de gente que venía empachada de psicoterapia, hecha un lío, y que en cuanto vieron que la medicina funcionaba, comenzaron a olvidarse de si su yo consciente e inconsciente representaban X, o de si su yo ideal contra el real les hacía creer que bla bla bla, en fin, para qué seguir...
Señores, estamos hablando de algo muy serio, como para aumentar las dificultades con ese tipo de enfoques. La psicología puede ser útil para asuntos triviales, pero enredar en la mente del paciente, repito, sólo empeora las cosas. Vamos oiga—mirando ya directamente a Luis Miguel, alias Luis—¡que me diga usted que todo es cuestión de voluntad y de enfrentarse a los problemas, y eso de que es cómodo hundirse sin luchar! Pruebe usted a luchar dentro de un agujero oscuro y cerrado con llave. Pruebe usted si es cómodo quedarse ahí para no afrontar problemas ¿O sea que sus pacientes son masoquistas? Y no salen del horror por vagos ¿no? Buena manera de ayudarles diciéndoles semejantes disparates -terminó diciendo Esteban casi con ira, como si el asunto le afectara personalmente. Acababa de ganarse dos enemigos de golpe, si no se los había ganado ya; Vélez y Luis Miguel-Luis.
--Este es el gran problema de hoy en día en estos temas, la prepotencia ideológica de ciertos psiquiatras...--empezó diciendo el psicólogo.
      --Por favor, pido un poco de respeto, sin descalificaciones gratuitas.
         --Señor Esteban, no me interrumpa, yo le he dejado terminar –ya muy ofendido—Y para descalificaciones las suyas. Usted se erige en único salvador que no acepta colaboraciones y de paso se carga de golpe años de serios estudios psicológicos poco menos que diciendo que la psicología no sirve para nada.
--No he dicho para nada.
--Prácticamente.
Mucha tensión en el plató. Mucha. Yo me empecé a sentir realmente incómodo. Por unos segundos la cara del psicólogo era un poema de rabia y enfado; aunque enseguida debió de recordar que estaba en público y compuso un rostro de severidad tranquila, por aquello de las formas elegantes. La cara de Esteban rezumaba una ira contenida, también por unos segundos, pero enseguida también trató de mostrar por medio de su rostro algo parecido a la invulnerabilidad. Estaban los dos de morros, pero intentando guardar la compostura mientras Vélez mantenía una sonrisa tensa y ambigua.
--Bueno, bueno, por favor –entró esta última—me gustaría que pudiéramos reconducir el debate por terrenos algo más consensuados, y si no se pudiera por discrepancias de tipo ideológico o teórico, al menos no enconarnos en la animosidad.
--O sea que la moderadora ahora es usted ¿no?—dijo Esteban, comenzando a perder casi todos sus papeles.
--Mire señor Esteban: usted puede ser un eminente psiquiatra pero no le aceptaré ninguna falta de respeto. Yo no le he faltado, así que no se comporte infantilmente. Por favor, seamos civilizados; creo que todos estamos perdiendo un poco, o un mucho, los nervios. Vamos señores, que en el programa anterior a éste, en el debate de los niños, ellos lo han hecho mucho mejor que nosotros, desde luego en cuanto a las formas.
--Ahora nos quieren dar clases de buenas maneras, no te jode—dijo por lo bajo Esteban mientras se tapaba el micrófono con la mano y me miraba, no sé por qué, a mí. Por suerte para la calma general, Vélez no le oyó y continuó.
--No sé si se dan cuenta de que nos estamos haciendo un flaco favor a nosotros mismos, pues aunque tratemos a nuestros pacientes de formas muy diferentes, también hay que decir que muchos de ellos (pacientes de los cuatro, porque conozco también sus trayectorias) han salido adelante cada uno con un método y tratamiento diferente. Esto nos dice que no hay una única solución absoluta y que unas teorías no tienen por qué excluir a las otras; a cada persona, debido a sus especiales características, le puede sentar bien un tipo de camino diferente al de otros, y hay que respetar el tratamiento de cada especialista aunque cada uno crea que su tratamiento es el más acertado. Creer que alguien pueda tener la razón absoluta, la llave única de la curación, no tiene sentido en este caso tan complejo en sus enfoques.
Bien, pensé, aunque se está contradiciendo con su aparentemente firme convicción inicial, por fin la mujer de la autorrealización dice algo que me parece muy razonable y lanza algo de aire fresco al bochorno del debate. La presentadora interrumpió mis pensamientos con lo que sigue:
--O sea que, si no he entendido mal, el que haya diferentes enfoques y diferentes tratamientos al mismo problema no quiere decir que alguno tenga que ser totalmente ineficaz o que exista un único modo de solución— concluyó la presentadora.
--Exacto—respondió Vélez.
En realidad no le hicieron ni caso, pues los restantes invitados, menos yo, que permanecía callado por timidez y que ya empezaba formar parte del decorado, siguieron erre que erre con el tema de los orígenes.
--Bueno –entró de nuevo en faena el psicólogo Luis Maiz-- pues si hemos de continuar con el tema que nos ocupa y con aquello sobre lo que parece que no nos ponemos de acuerdo, yo querría apuntar (y esto está probado y escrito en los principales libros de la psicología moderna) que a día de hoy no se ha descubierto ningún cambio fisiológico que preceda invariablemente a la depresión. De manera contraria a este caso, tenemos que una deficiencia de vitamina C, sí que precede al escorbuto y no al revés.
        "Y repito, una vez más- qué pesao- diga lo que diga el señor Esteban, a día de hoy, no se ha descubierto ningún cambio fisiológico que preceda a la depresión, siendo pues, ésta, una creación de la mente como un mecanismo de defensa ante las dificultades. Por poner un ejemplo cotidiano, el hecho de que algunas personas se depriman un poco tras pasar una gripe no indica que la gripe sea la causa principal de dicha depresión pues hay otras muchas personas que no se deprimen tras padecerla. Por lo tanto el origen fisiológico queda descartado y es el señor Esteban quien se mete donde no le llaman.
--El hecho de que no se haya descubierto verazmente ningún cambio fisiológico que preceda a la depresión no indica que no lo haya –le respondió Ana Alonso, la psiquiatra-- Porque entonces, lo que no se ha descubierto, según usted ¿No existe? A principios del siglo XIX, no se conocían muchísimos fenómenos científicos y biológicos que luego se han descubierto, y que ya existían siglos atrás ignorados por el hombre; y gracias a esos afortunados hallazgos posteriores, se ha podido llevar a cabo la curación de numerosas enfermedades.
Miré directamente la cara del psicólogo, mientras la Sra. Alonso decía estas últimas palabras. Se puso alerta, parecía sentirse pillado, en su rostro había una leve señal de alarma después de haber mostrado durante todo el debate una actitud de quien pretende saber lo que dice y quiere demostrar que pisa fuerte en esta vida. Tras esos segundos, y de inmediato, recompuso de nuevo su rostro con una expresión muy seria, pero esta vez intentando reforzarla ambiguamente con una muy forzada sonrisa de forma aparentemente tierna para decir:
      --A ver, usted quizá me ha interpretado mal porque...
       
      --Joven –entró en escena la visceral voz de Esteban- le ha interpretado, le hemos interpretado, perfectamente –lo dijo enfatizando las sílabas en un per-fec-ta-meen-te. --- ahora no esconda la mano. Y por otra parte sí que se han descubierto cambios fisiológicos antes de la depresión y como origen de ésta, vaya si se han descubierto; sí, y no me mires con esa cara de escéptica, Ana, tú deberías saberlo mejor que nadie. Se dice que no se ha avanzado nada en psiquiatría. Mentira. Miren todos los libros y estudios de los últimos años y díganme si no se ha avanzado y no se han descubierto cosas esenciales; y se ha trabajado mucho en el terreno que hoy pisamos. ¡Por favor, no se pueden hacer afirmaciones tan gratuitas!
     --Esta visto que no voy a poder hablar –dijo Luis—si ustedes me interrumpen y quieren interpretar las cosas según sus intereses y me dicen que...
         --Perdóname Luis—esta vez la que le cortó fue la presentadora-- y me da muchísima pena, de verdad lo siento mucho, muchísimo; repito, es una pena tener que interrumpirte ahora y tener que dar por finalizado el debate en este punto; pero es que el tiempo se nos ha agotado ya hace unos minutos y me hacen señas de que debemos dar paso a otros contenidos de la programación. Son cosas de la televisión y sus diversos contenidos, del directo que no se puede programar, como decimos siempre, pero no deja de ser realidad. Lamento que este debate no se haya podido desarrollar más ampliamente, aunque de todas formas, intentaremos volver a abordar este tema, con los mismos invitados, en otro programa, pues veo que se han quedado cosas importantes colgando. Por lo tanto quedan ustedes cinco, invitados para reiniciar este debate en nuestro plató en próximas fechas.
        “Así pues queridos telespectadores -mirando ya a cámara de frente- ha llegado la hora de despedir a nuestro “abejorro” de esta semana. No olviden que les esperamos la próxima semana, el Jueves a estas mismas horas, quiero decir, no a esta hora –se empezó a hacer un pequeño jaleo verbal- las 23 horas en este momento, sino a las veintidós horas. La próxima semana hablaremos del papel de la ecología en el siglo XX. Les espero aquí el jueves, ya lo saben, no nos fallen, y gracias por su atención.
Musiquilla y créditos finales. Al terminar el programa los especialistas dejaron de hablar de golpe y cada uno fue por su camino.
Ni que decir tiene que no hubo oportunidad de reanudar el debate (“ya saben, el mundo televisivo, el poco tiempo del que disponemos a veces para poder hablar en profundidad de tantos y tantos temas que preocupan hoy día a la sociedad y al hombre y a la mujer modernos; en fin a nosotros nos encantaría poder dar cobertura a todos los temas pero…)
Para rematar todo esto de forma radical, resultó que a las dos semanas, el programa al que acudimos, esto es, nuestro interesantísimo programa “El Abejorro”, fue eliminado de la programación por los bajos índices de audiencia. En concreto, el programa sobre la depresión tuvo una escasísima audiencia pues la gente a esas horas no estaría por la labor de aguantar rollos psiquiátricos y psicológicos. Lo que quiso ser un serio debate se quedó en el aire de la compulsión televisiva, y nunca pudo reanudarse con las mismas personas, las cuales siguieron ejerciendo su profesión diligentemente como si tal cosa.

Así que ahí quedó la historia.



 

sábado, 28 de mayo de 2016

VOSOTROS

Para aquellos a los que vivir no les compensa; ellos que están encerrados en el infierno de su enfermedad, encerrados en un psiquiátrico. Ellos que son cachos de pan; maltratados por la vida. Incomprendidos. Día a día en el infierno sin tregua. Ellos, que no merecen nada de eso. Ellos, cuya presencia dolorosa llena de pánico interno reflejado en el rostro, molesta. Ellos, que además de no poder ser como se debe ser, viven horrores diarios y sueñan con descansar; si me muero todos los problemas desaparecen, me dijo uno de ellos.
“Anda con el niño, los demás también tenemos problemas pero seguiremos; hay que ser fuerte y valiente”. Bien, ese no es asunto de esas personas a los que se lo decis porque no me creo vuestra integridad moral. No me creo que sigáis por virtud. Seguís, sí, pero porque pensáis que todo se arreglará y que ya pasará la racha mala y estáis ilusionados con ese algo. Vosotros no sabéis que aquellos a quienes decís esto no ven ninguna salida. No sabéis que piensan, traicionados por una cruel enfermedad, que ellos van a seguir igual siempre. No me habléis de virtud o de que la vida es un deber además de un derecho. No os creo; vosotros queréis vivir porque le sacáis algún jugo. Os mentís y pretendéis que os creamos.
Pero aquellos de los que hablo no le ven sentido a nada, no le ven sentido a seguir ni un minuto más vivos. Piensan que la vida no merece la pena, que es demasiado, demasiado, y que no pueden, que no pueden hacer el esfuerzo que les pedís. Y que están en un agujero negro, solos, rodeados de multitudes incoherentemente alegres desde su punto de vista. Ellos no entienden cómo la gente puede reír, cómo tienen ganas de hacer cosas, que ellos además de no tener ganas, no pueden hacer.
A vosotros que estáis en la oscuridad y sólo véis oscuridad. A vosotros un abrazo; de vosotros me acuerdo en los despertares más infernales. En los despertares de catástrofe interna absoluta. De vosotros me acuerdo; que estáis desarmados y nadie quiere saber nada de vosotros, y vuestra existencia se hace molesta para los que os rodean, pues no quieren malos rollos. A vosotros, en vuestra soledad os mando las pocas fuerzas que tengo con todo mi amor deshecho en lágrimas. Vosotros, vosotros sí que me importáis. Los demás dicen que están muy bien. Que sigan así.
Yo deseo que me escuchéis, que sintáis que en este momento puedo entenderos sin hablar, puedo saber qué es eso que lleváis dentro. Los psiquiatras, psicólogos, asistentas, monitores etc no pueden saberlo por muy buenas personas que sean. A vosotros os quiero. Mucho. Muchísimo. Fuera de toda barrera y por encima de todos los dolores más altos. Yo os quiero. Sentid el dolor. dejad que caigan la lágrima, recibid con fuerza a quien se digne a daros un abrazo. Quizá nadie quiera daroslo, como si fuerais leprosos. Yo quiero dároslo y recibid en vuestra impotencia, que mezclada con la mía nos da descanso en el abrazo y nos hace uno en el dolor y ene esos breves instantes nos sentimos menos solos. A vosotros todos, que os preguntáis qué sentido tiene todo esto y que es absurdo, que ya no podéis más, que es un castigo infernal. Tenéis razón. No lo merecéis, no tenéis por qué estar así, pero lo estáis.
Os metéis a la cama felices, os despertáis en Auschwitz; psicológico claro, claro, obviamente psicológico...Por supuesto, no sabéis enfrentaros a la vida, no sabéis hacer frente a las dificultades. Mandad internamente a la mierda a la ignorancia de quien os dice esas cosas. A  ti Carlos que buscaste el tren como salida, a tí Pello, a todos para los que vivir es morir. Que sepáis que me acuerdo de vosotros en cada despertar infernal. Con vosotros, por vosotros, para vosotros y gracias a vosotros yo soy. Sólo por vosotros.

UN EPILOGO SUBVERSIVO


UN EPILOGO QUE NO ESTA DONDE DEBIERA
 
 
Porque el significado de epílogo es: "Parte final de un discurso o de una obra literaria en la que se ofrece un resumen general de su contenido"
Este epílogo que rompe las reglas se presenta aquí en medio para explicar algunas cosillas sobre los textos englobados bajo el título “Conejillos de indias". En seguida se entenderá por qué. Aunque igual no se entenderá porque el otro día un amigo me dijo que a veces no entendía lo que yo quería decir. Contando conmigo ya somos dos en ese estado, algunas veces.
Los textos que se están publicando con nombre “Conejillos de indias” pertenecen a un capítulo de un escrito más extenso. Este extenso escrito vio la luz pública (en pequeña proporción) en el año 2012, pero fue escrito en 2005.
La forma de relatar este debate televisivo sobre el tema de la depresión, está demasiado filtrada por la presentación maniquea de quien lo relató. Se me dirá que esto ocurre con casi todo escrito que además del fondo se preocupa por pretender ser literario en la forma, pero en este caso, al ser yo uno de los “personajes reales” de la “trama” del asunto, aprovecho para dejar en buen lugar a quien dice lo que yo pienso (pensaba, mejor dicho) y en mal lugar a quienes piensan diferente. Por tanto la tendenciosidad de este relato es mucho más pronunciada de lo que suele serlo habitualmente (toda subjetividad es tendenciosa y sesgada; por lo menos a nivel personal, pero en este caso todavía mucho más).
        
 De manera que lo escrito fue hecho tras un periodo “bueno” (1998-2005) de mi vida. Si se entrecomilla “bueno” es porque yo entonces viví con una autosatisfacción absolutamente inmadura, por mucho que los de alrededor pensaran que yo llevaba bien mi vida. Desde finales de 2005 hasta mediados de 2014, la caída fue monumental.
Desde agosto de 2014 hasta el día de hoy me encuentro en un proceso rehabilitador mucho más sano. Y entonces, así como la cuarta asistente al debate de nombre “Begoña Vélez” fue injustamente ridiculizada por mi autosatisfacción de 2005, ahora opino que así como el psiquiatra radical o el psicólogo radical se descalificaron solos y pienso que lo siguen haciendo. (opino que sus análisis eran y siguen siendo cuadriculados, o por el contrario, obtusos; desastrosos a fin de cuentas), las ideas de Begoña Vélez también tienen su valor dentro de lo que se da en llamar “La verdad”.
Ahora bien, la psiquiatra que opina que el origen tiene trazas de ser orgánico aún cuando también hay mucho de psicológico (yo en mi caso creo que el esencial origen orgánico provocó problemas psicológicos fuertes; problemas que llevo cierto tiempo tratando de resolver y nunca terminaré de resolver del todo (nadie llega a la absoluta madurez, desde mi punto de vista)) en mi opinión y por experiencia, tiene razón. Volviendo a la cuarta invitada “Begoña Vélez”, que habla de cosas relacionadas con la mente y el alma (aún sin nombrarla), y del subconsciente, pienso ahora y repito, que desde mi punto de vista, pueden ir por buen camino. Un camino a explorar con mucha calma; por lo tanto la indirecta descalificación de sus perspectivas, en este momento, para mí, no son justas. Pero como el texto tiene cierto valor literario y muestra como me sentía yo al respecto de una efermedad con la que llevaba 13 años de compañía, lo publico. Tuvieron que pasar más de diez años para llegar a este punto de vista.
Por último, si esos nueve años de calvario yo no podría haber publicado en facebook lo que siento realmente sobre la gente que vive crónicamente en psiquiátricos y con el sufrimiento agudo dentro, día tras día. Y eso que siento es verdad. Yo hice un viaje de ida y vuelta al infierno. Muchos siguen allí, los llevaron hace tiempo a Mondragón y no han vuelto de su infierno, en el que viven; algunos lo seguirán haciendo hasta el fin, pues se cuidaran, sus “cuidadores”, muy mucho de que se vayan de la vida por la puerta de atrás, que es lo que haría yo en ese caso. Cuando vivir es un infierno constante los moralistas debieran de callar. Pero no lo hacen, porque su vida NO es un infierno. Si lo fuera, otro gallo cantaría....
Agradezco a la vida que me haya dado una segunda oportunidad y también al hecho de que, debido a esos 9 años infernales, yo, nunca, JAMAS, me olvidaré de aquellos que están y siguen en el terrible lugar interno donde estuve y del que pude salir y seguiré saliendo; yo no puedo olvidarme de los que sufren día a día (sean refugiados o enfermos psíquicos) cuando yo fui uno de ellos.
También agradezco al cariño enorme de la gente dentro y fuera del facebook, aún no habiendo pasado esas personas por mi experiencia. Esas personas son tesoro.







 


CONEJILLOS DE INDIAS (5)


Yo no sabía si reír o llorar ante lo que había estado escuchando. Recordé fugazmente lo que mi doctora me dijo una vez en uno de mis primeros ingresos en el psiquiátrico. En medio de una de las largas conversaciones que mantuvimos, le solté de sopetón: “Y cuando salga de aquí, igual, igual hasta estudio psiquiatría para saber qué leches os traéis entre manos” Ella dijo con aire tranquilo y sonriente (como riéndose de su ignorancia, de la mía y de la del resto de los humanos): “Si tú estudiaras psiquiatría, después de todos los estudios y aunque ejercieras posteriormente, te darías cuenta de que no sabes nada de nada.” En cuanto lo dijo y al ver mi cara perpleja y descompuesta debió de darse cuenta de que no debía haber dicho eso a alguien que buscaba desesperadamente una mínima certeza a la que amarrarse para salir de su desastre, pues enseguida hizo un nervioso y tenso amago de rectificación, con una frase breve que pretendía desdecirse de lo que se le había escapado. Digo que se le había escapado porque estoy seguro de que ella creía en lo primero que me dijo, ya que el tono de la frase que lo rectificaba era muchísimo más tenso y menos convincente que cuando dijo lo de “te darás cuenta que no sabes nada de nada”. Y es que eso es lo que me parece a veces, más veces de las que me gustaría, aún sin haber estudiado psiquiatría al final.
No tengo ni idea de quién hizo la selección de los cuatro expertos pero parecía ser alguien con bastante mala leche y con ganas de que se crease una confusión espectacular. No se explica de otra forma el hecho de que las cuatro personas invitadas (gente que trataba a otra gente con problemas muy graves y comunes) tuvieran puntos de vista tan diferentes y en algunos casos diametralmente opuestos sobre el mismo tema, del que además decían ser especialistas. Y esto, quien lo organizó, lo sabía, y sabía lo que podía provocar, estoy seguro. Quizá, pensó, venga, un poco de polémica no vendrá nada mal para dar chispa al soporífero tema. Por si esto fuera poco, en sus presentaciones, los cuatro especialistas, en vez de ser escuetos y observar la situación general de los interlocutores antes de entrar en opiniones serias, para luego amoldarse de una forma flexible al tono del debate y a la situación, entraron a matar directamente, cada uno con su singular discurso que excluía a los demás. Parecía que iban por libre, como si no estuvieran en un debate. Esto explica por qué posteriormente la tensión fue creciendo progresivamente más y más en el toma y daca.
La situación no dejo de darme pena, pero era un exponente de lo que me había ocurrido en mi recorrido por todo tipo de matasanos. Muchas ideas diferentes, muchas sugerencias y afirmaciones opuestas entre gente “muy profesional y reconocida”. Al final, mucha confusión general.
La pena aumentó al darme cuenta de que yo estaba completamente de sobra en aquel debate. Pues ¿qué iba yo a aportar ante gente que decía saberlo todo? (aunque no tanto la tal Ana Alonso, que, repito, me convenció bastante antes de su desfase final.) No entiendo para qué me invitaron, pues mi experiencia, por lo que pasó luego, parecía no interesarle demasiado ni a la presentadora ni a los demás. Pero de algo estaba seguro: esa gente no tenía ni idea de lo que era padecer una depresión internamente salvaje, cruel y prolongada en carne propia. En fin, hasta hubo un momento en el que tuve un impulso interno que me decía: “Lárgate de aquí. Esto es otra encerrona televisiva que no sirve para nada” Afortunadamente no lo hice y aguanté con relativa dignidad el chaparrón de ellos, que no dejó de mojarme de todas formas, pues en mi intervención yo ya no estaba lo suficientemente tranquilo como para razonar demasiado bien. Pero es que si me hubiera ido habría dado una imagen pésima de la gente con trastorno del ánimo (en mi caso nunca he aceptado el término “trastorno mental”, pues para mí ese término se referiría a personas que no tienen una capacidad de raciocinio medianamente objetivo no sólo en sus crisis sino también fuera de ellas; o que interpretan la realidad de forma totalmente disparatada y fuera del sentido común de una manera crónica; gente, por otro lado, contra la que no tengo nada, faltaría más, son de mi equipo aunque se diga que están locos; pero, con todo, opino que el termino trastorno mental no se ajusta a mi caso ni al de otros muchos.)

La presentadora debió de haberse olvidado de mí por un momento, pues con cara de quien recuerda algo de pronto, al mirarme, dijo:
--Perdónenme que me desdiga un poco y no comencemos ya el debate pues no debemos olvidar –ella parecía haberlo hecho-- que tenemos con nosotros a una persona que ha sufrido graves depresiones durante su vida. Sería interesante escuchar su experiencia, aunque brevemente y antes de entrar al toma y daca del intercambio de opiniones. ¿Tú, desde la descarnada experiencia, cómo ves todo esto?- me preguntó, de una forma que me pareció muy de cumplido y casi cómica; además, increíblemente, dijo lo de “descarnada experiencia” con una media sonrisa que podía llegar a ser insultante. Lo pasé por alto, pues ya había empezado a dejar de irritarme por ese tipo de cosas.
--¿Todo esto? ¿El origen y eso? –dije para salir del paso.
--Bueno, tu experiencia; cómo la afrontaste, cómo crees que conseguiste salir de tus depresiones, por ejemplo.

--Es que no sé si he salido del todo todavía. Llevo unos años sin recaídas graves, y llevando vida normal --¡¿cómo demonios pude decir esto último, ¡¿Vida normal?! Sólo se me ocurre pensar que nos traicionamos convencional e hipócritamente en sociedad, y por lo visto, más en televisión-- pero eso no significa que todo esté solucionado. No sé, yo no tengo los estudios y conocimientos de estos señores pero mi vida cambió desde que empecé a tomar la medicación adecuada. En mi caso pienso que fue el litio. No puedo decir mucho más—dije algo nervioso y agobiado por los focos.

CONTINUARA


viernes, 27 de mayo de 2016

CONEJILLOS DE INDIAS (4)

--Bueno—la presentadora jovial nuevamente-- en cualquier caso vemos que nos encontramos ante un tema más complejo de lo que se pueda pensar en primera instancia, pues ya entre distintos especialistas tenemos distintos puntos de vista. Querría escuchar ahora la opinión de Begoña Vélez pero les rogaría desde ahora que, dentro de lo posible, sus opiniones no se extiendan demasiado, pues ya saben que en un programa de televisión en directo el tiempo es oro.

Begoña Vélez era la autora de los libros de auto-realización personal, además de otras cosas antes mencionadas. Entró en la conversación (si es que así pudiera llamarse a lo que allí ocurría) con lo que sigue:
--Buenas noches. Veo que la presentadora quiere llevarnos a ritmo de carrera de coches —comenzó diciendo con una abierta sonrisa de corte clerical-- Por una parte es de entender, pues no es ella, la presentadora digo, quien establece el horario. El problema que veo aquí es que será difícil que en esta media hora que nos queda podamos aportar cierta claridad sobre estos temas, existiendo puntos de vista tan diversos y muchos temas sobre los que convendría hilar fino o cuando menos tratar de matizar lo más posible.
Estaba escuchando a mis predecesores a modo de espectadora televisiva como si yo no formara parte del debate. Es curioso que mientras los escuchaba sintiera pena de que todos estos temas se reduzcan siempre a explicaciones (de origen y solución) bioquímicas, o por el contrario a planteamientos del tipo de terapia psicoanalítica o terapias psicológicas de apoyo. En el primer caso se provoca el consiguiente tratamiento con drogas legales vendidas en farmacias que muchas veces no hacen sino aborregar al paciente, habiendo como hay por otra parte productos naturales en el terreno de la homeopatía que producen beneficios sin efectos secundarios prácticamente. Por otro lado, con la psicoterapia se obtienen muy pocos beneficios comparados con la inversión de dinero y tiempo que este tipo de enfoque y trabajo exige.
Es pues un error, en cuanto a los orígenes de la depresión, reducirlos a razones químicas o psicológicas. Todo esto es demasiado racional. Los orígenes, creo yo que sí serían en parte psicológicos, pero también sociales o culturales, sí, no me ponga usted esa cara señor Esteban; lo que quiero decir es que se nos ha enseñado a vivir de una forma muy superficial; vivimos de cara al exterior cuando no sabemos que la auténtica fuerza está en el interior de cada uno, y sería por ahí por donde habría que comenzar.
--Por favor, señora Vélez, yo le rogaría que fuéramos directos al problema de la depresión sin entrar en temas demasiado filosóficos o sociológicos, para poder iniciar cuanto antes un debate abierto sobre el tema- terció otra vez la presentadora con una cara muy seria.
--Pues es que precisamente a eso iba ––respondió Vélez con otra amplia sonrisa, no pude distinguir si falsa o verdadera, más bien parecía falsa, no podría asegurarlo—con lo que estaba diciendo. Como decía el gran maestro de la autorrealización Antonio Blay, los orígenes de la mayoría de las depresiones, aunque no digo que no existan raras excepciones, están sólo en la mente, en el psiquismo consciente e inconsciente de cada individuo.
En ese momento Esteban pronunció un indignado y muy audible ‘¡por favor, un poco de seriedad!’ Pero Vélez hizo caso omiso de esto y siguió con su parlamento:
--En el caso de la depresión, el individuo hace una valoración errónea de la realidad al pensar que no sólo no llega en absoluto al ideal de ser feliz o no infeliz que se ha marcado, sino que concluye también que nunca llegará a ello, por lo tanto siente y piensa (erróneamente) que no tiene energías para evitar su tormento depresivo y ahí llega la derrota absoluta. Pero las energías siguen ahí, aunque retenidas. Es un bloqueo de energías. Es la convicción de que no hay energía cuando de hecho la hay.
En fin, desde nuestra perspectiva, la depresión y todas las enfermedades, todas, incluido el cáncer, las crea la mente --eran dignas de ver en aquel momento las caras de Ana Alonso y José Esteban que con sus gestos faciales parecían querer decir “¡Esto es increíble!”-- En este orden de cosas—prosiguió Vélez-- estamos convencidos -hablaba en plural, supongo que representando a otros, o en nombre de alguien, quizá del nombrado y fallecido Antonio Blay- del tremendo poder curativo de la misma mente, sobre todo con ayuda de la parte inconsciente de cada individuo (por ejemplo si se accede a ella por medio del yoga, por medio de la expresión a todos los niveles, o a través de meditaciones, espiritualidad etc) Creo que logrando descargar las energías retenidas en el subconsciente, así como poniendo en práctica constante el amor a uno mismo (lo que traerá el amor a los demás) y el pensamiento positivo, se puede conseguir eliminar todo tipo de angustia y estados emocionales negativos y dolorosos, incluida la depresión, pues el mayor poder contra estos males lo tenemos dentro de nosotros. Contamos con energías de amor y de inteligencia suficientes dentro de nosotros para hacer frente a todo sufrimiento psicológico. No decimos que no haya casos realmente patológicos y de excepción que necesiten de medicación psiquiátrica, pero incluso en algunos de estos casos, por medio de medicina natural y procedimientos de control mental o yoga se pueden atenuar muchos de los síntomas.
No es mi intención deslegitimar a mis compañeros, o hacer las cosas más complicadas, pues admito que todos podemos tener nuestra parte de razón, ninguna teoría tiene porque tener un carácter excluyente; pero desde mi experiencia e investigación creo firmemente que hay que realizar un trabajo interior, no quizá demasiado psicoanalítico, sino por medio de otros muchos aspectos de tanta o mayor importancia. La depresión es un gran mal y necesita grandes remedios, sin tener que recurrir siempre a la fácil salida de unos medicamentos. Se requiere un esfuerzo que no se haga por medio de la fuerza de voluntad sino de forma indirecta; hemos de sacar toda la energía positiva que llevemos dentro; pero lo que digo es válido también para la gente sin problemas agudos de ánimo pero que quiera llevar una vida mucho más plena y feliz. Y esto se puede conseguir. Pero con trabajo y tiempo. La felicidad está alcance de todos. Y esto, es lo más grande que tenemos dentro de nosotros. Lo que nos eliminará todas las tristezas y malestares psicológicos, pues la felicidad, repito, la descubriremos en nuestro interior.
Mientras hablaba Begoña Vélez hubo un par de comentarios cerca de mí y fuera de micrófono que me llamaron mucho la atención. El primero de ellos me hizo gracia y fue hecho por un ayudante de cámara que estaba al lado mío y que le dijo a un compañero: “Menudo coñazo, vaya chapa tío, este programa a esta hora no va a durar en parrilla ni dos semanas. Te apuesto una birra.” El otro comentario fue hecho en un susurro. Resulta que yo me encontraba sentado entre un psiquiatra (Esteban, el de las teorías químicas) y la otra (Ana Alonso.) El primero, mientras se tapaba con la mano el micro, le dijo a la segunda mientras hablaba Begoña Vélez y señalando a esta última disimuladamente: “Psicosis de omnipotencia infantil” Los dos sonrieron.

--Bien señores –intervino la presentadora-- veo que no se han limitado a responder a mi primera pregunta sino que de alguna forma han comenzado a responder a la que tenía preparada para comenzar el toma y daca del debate. Soluciones. Cómo superar la depresión. Ya se han dicho algunas cosas pero tratemos de concretar. Se abre el debate y a partir de ahora me gustaría tener que intervenir sólo en el papel de moderadora moderada (se rió de su chiste) para que ustedes puedan intercambiar sus puntos de vista de forma espontánea, contestar a alusiones o matizar lo que no quede claro.

CONTINUARA....



jueves, 26 de mayo de 2016

CONEJILLOS DE INDIAS (3)

Psicólogo Luis Maíz sigue..

"y sinceramente, me niego a creer que todos ellos padezcan la enfermedad por orígenes exclusivamente químicos o por problemas en el organismosi hablamos de depresión, la historia de cada persona con esas características es demasiado compleja como para sacar esa conclusión, metiendo todo en un mismo saco. De hecho, estoy convencido de que muchos de los deprimidos, por no decir todos, han llegado a esos estados no por razones químicas o fisiológicas, sino por graves conflictos emocionales o psicológicos; y mayoritariamente por haber trabajado muy poco su vida interior, amarrándose así a la depresión y al hundimiento como mecanismo de defensa para no afrontar las dificultades de la vida y así no tener que pelear ante ellas. Por tanto, estos pacientes, no necesitarían medicación para sanarse, sino otro tipo de enfoque y de trabajo psicoterapéutico. Hay mucha gente que ante problemas graves en su vida, han sabido afrontarlos y superarlos sin caer en depresión y otra gente que ante los mismos problemas no es capaz de afrontarlos y cae en depresión. Es muy tentador y cómodo dejarse hundir sin enfrentarse a los problemas, aunque estos sean sólo estrictamente psicológicos. Y tratar a la gente deprimida por medio de pastillas también es demasiado cómodo y poco eficaz para conseguir un restablecimiento pleno; las pastillas solo anestesian y aborregan al paciente; aunque puntualmente y nunca prolongadamente reconozco que pueden ayudar, pero nunca es la solución porque..."
.

En medio de esta entrada dialécticamente kamikaze del psicólogo Luis, el señor Esteban, a quien se le había puesto una cara llena de indignación, entró en la conversación bruscamente.

--Pero cómo se puede ser... cómo se pueden decir semejantes...  quiero decir, su opinión, su idea no puede estar avalada científicamente pues no es más que una intuición caprichosa suya, que me parece cuando menos irresponsable y no es nadie para deslegitimar...
--Déjeme terminar por favor—le cortó, severo, Luis Maíz-- A usted no le hemos interrumpido mientras hablaba.
Esteban cedió mostrando una cara de lo más ofendida y diciendo por lo bajo “¡intolerable!”
-- Lo que digo no lo he descubierto yo, pobre de mí, ni es mi capricho. Podíamos empezar por citar a toda la tradición del psicoanálisis que confirma esto de alguna manera, uno de cuyos pioneros fue un tal Sigmund Freud, no precisamente un desconocido, y cuyas investigaciones y descubrimientos en el ámbito del subconsciente, entre otros muchos, contradicen gran parte de lo que acabamos de escuchar al señor Esteban; por no hablar de toda una serie de estudios de la psicología moderna que han sido llevados a la práctica por eminentes y prestigiosos psicoterapeutas con un éxito considerable y que no aceptan en sus tesis el hecho de que el origen primero de la mayoría de las depresiones profundas sea bioquímico, corporal para entendernos; por supuesto puede haber excepciones y…
--Bueno, por alusiones, yo quiero decir a este se...— volvió a terciar José Esteban, pero la presentadora le cortó diciendo:

        --Perdone que le interrumpamos de nuevo señor Esteban, pero ya sabe que en televisión solemos disponer de un tiempo bastante reducido. Si le parece vamos a escuchar la opinión de nuestros restantes invitados y luego tendrá oportunidad de rebatir todas las opiniones que quiera, pues le daré su tiempo —se dirigió entonces a su tercera invitada diciendo lo que sigue:
Estoy segura de que Ana Alonso, psiquiatra de la que hemos hablado al principio en la breve presentación, va a poder aportar también un punto de vista interesante. Adelante:

--Veo que hemos entrado en materia de forma caliente (dijo con una sonrisa benévola), pues nada más empezar, ya hemos escuchado dos opiniones contrapuestas entre dos personas cuyo fin es el de tratar de ayudar a gente con problemas de depresión, la cual, en bastantes casos, acarrea problemas muy graves.
Esta situación, en pleno final del siglo XX, no es nueva para nadie que trabaje como psiquiatra o psicólogo. Al fin y al cabo es muy difícil  conseguir demostrar, no digo teorizar, sino demostrar con exactitud, un tipo de teoría u otra(es imposible, soy el quinto invitado; pero que siga Ana Alonso). De ahí que haya tantas teorías y tratamientos diferentes ante el mismo problema. Y me explicaré. La teoría aparentemente simplista de que el origen de estos trastornos depresivos, sean bioquímicos u orgánicos, debería demostrarse viendo in situ (en un cerebro vivo) que los neurotransmisores—aquí le cortó de nuevo, la presentadora.


--Ay, neurotransmisores. Yo les insistiría, en el hecho de que, por favor, ustedes intentaran amoldar el vocabulario más técnico a otras palabras o conceptos más asequibles para nuestros telespectadores, la mayoría de los cuales supongo que no sabe lo que es un neurotransmisor. Lo digo para que esto no se convierta en un debate sólo para entendidos o iniciados y así poder llegar a toda la gente que esté viéndonos desde sus casas y que sepa muy poco o nada del tema.
--Bien, intentaré ser más concisa, y más simplista todavía, como parece que se me pide, pero si usted no me deja terminar las frases no sé como podríamos llegar a un puerto comprensible para todos—lo dijo en tono sinceramente jovial pero se empezaba a palpar cierta tensión en el plató-- Bien pues, más prosaicamente dicho, resulta que en la sangre que corre entre las neuronas o células del cerebro, actúan sustancias llamadas neurotransmisores (entre ellas dos de las más importantes en el caso que hoy nos ocupa serían las denominadas serotonina y noradrenalina.) Cuando estas sustancias o neurotransmisores se encuentran en poca cantidad, o su circular es defectuoso en una persona, esta situación coincide, e insisto, coincide, con la existencia de una depresión que se llamaría endógena(que en la teoría más psiquiátrica, vendría originada por la mala circulación de los neurotransmisores) en dicha persona. Este sería el caso de un tipo de interpretación de depresión y ya digo, ésta es la teoría más psiquiátrica, por decirlo de algún modo, la de que la alteración del flujo de los neurotransmisores provocaría un debacle anímico; evidentemente esta teoría, cercana a la hipótesis pero apoyada por muchos especialistas, no tendría que ser necesariamente la única. Pues incluso en este caso, no se puede demostrar si el huevo es antes que la gallina. Es decir ¿La alteración fisiológica se produce, y como consecuencia viene la depresión, o por el contrario, cuando la persona se deprime por razones psicológicas se produce la alteración química o fisiológica? En mi opinión esto no se puede demostrar, o no de forma totalmente convincente. Pero eso no quita para que la depresión no deba tratarse, en mi opinión, con métodos medicamentosos , aunque sin dejar de lado el trabajo psicológico. Nunca se sabe la verdad al cien por cien.
No hay en estos momentos un avance suficiente en la medicina que nos permita averiguar el origen con exactitud. En el año de 1998 en que nos encontramos, no lo hay. Esta claro que los antidepresivos, destinados a potenciar el buen funcionamiento de la serotonina y de otros elementos que incidirían directamente en el estado de ánimo, son eficaces en un 80% de los casos. Pero aún esto no prueba nada, pues una persona a la que se le ha muerto un familiar querido puede también mitigar su dolor con alguna medicina, y en ese caso el origen es indudablemente psicológico y externo. Estaríamos pues, a falta de saber si la causa última de muchas depresiones sería bioquímica (depresión endógena) o psicológica (depresión exógena.)
Yo en mis consultas nunca descarto cualquiera de las dos posibilidades. Es más, pienso que en muchos casos hay una mezcla de las dos. Orígenes químicos y psicológicos al mismo tiempo. Aunque soy consciente de que en cualquier caso la medicina puede ayudar mucho(producen un rápido efecto estabilizador en pacientes de patología grave) e incluso ser imprescindible en algunos casos, sobre todo cuando hay peligro de suicidio; por otra parte soy consciente, como decía también nuestro amigo Luis, de que se debe tratar al paciente también psicológicamente, por medio de psicoterapias de apoyo o psicoanálisis, en algunos casos combinando la psicoterapia con la medicina y en otros eliminando la medicina a favor de la psicoterapia. O eliminando la psicoterapia y optar por la psiquiatría unicamente.
Por supuesto, no estoy de acuerdo en que el problema originario y general sea, siempre, exclusivamente psicológico (sin necesidad de ninguna medicación) como apunta Luis; eso me parece arriesgar demasiado pues estamos hablando de gente que intenta suicidarse y se suicida en casos suficientemente numerosos como para no tomar todas las precauciones. El medicamento se hace imprescindible en ciertos momentos y puede llegar a ser necesario toda la vida según la gravedad del caso. No digo que no haya muchos casos en que baste la psicoterapia sin necesidad del medicamento psiquiátrico, pero creo que no se debe desechar este último en muchos casos.
Por otra parte, cada caso exige su propio tratamiento. Cada persona es un mundo distinto y no hacemos nada con poner etiquetas y trabajar desde ahí. Hay que trabajar con el individuo como caso aislado, no con diagnósticos previos. Porque aunque se puede intuir que existen...

A partir de ese instante, en su última frase, la doctora Alonso, no sé por qué, se perdió en el verbo creando un galimatías incomprensible; este galimatías se produjo de forma totalmente sorpresiva e inexplicable, pues Alonso había comenzado y avanzado muy acertadamente hasta ese instante o eso es lo que me pareció a  (pero recuerda lector, que mi parecer no es objetivo en absoluto, pues soy una persona con tendencia a la depresión severa y que cree haber salido de ésta más de una vez gracias sobre todo a la acción de los fármacos y a una sencilla psicoterapia de apoyo; y también madurando, pero esto lo estoy pudiendo hacer porque hace dos años cambié de actitud y  estrategia  de comportamiento en 180 grados; a pesar de ello sin medicina no soy nada; sí, si soy algo sin medicina: sólo sufrimiento)....





CONTINUARA....

CONEJILLOS DE INDIAS (2)

Viene, evidentemente, de "Conejillos de indias 1"

La presentadora del programa lanzó entonces pues su primera pregunta al aire para que comenzase quien quisiera: “¿Cuáles serían las causas principales u orígenes de lo que hoy denominamos depresión? ¿Habría que hablar de diferentes clases? Que comience el que quiera".  
Un psiquiatra que parecía rondar los sesenta años llamado José Esteban comenzó diciendo:
-- Bien, por supuesto todos tenemos días o épocas en que nos encontramos tristes y angustiados por algún disgusto del tipo que sea y es en estos casos nada graves y normales, cuando se suele decir lo de “estoy depre”. Pero no hay que olvidar las depresiones causadas por disgustos graves, como el que puede provocar la muerte de algún familiar, accidentes etc. En estos casos la causa es obviamente externa (sería una depresión exógena) y mayormente no se suele utilizar medicación para calmar el dolor, aunque pudiendo haber excepciones, serán el paso del tiempo y el afecto los que rehabiliten a la persona deprimida. Son depresiones (si pueden llamarse así) universales, porque afectan inevitablemente al ser humano en general.
Pero sabiendo como sé que hoy en día la depresión mayor o severa se está extendiendo cada vez más, hablaré ahora directamente de las depresiones más graves o patológicas. Éstas pueden durar meses y hasta más de un año, incluso dos, pudiendo llegar a producirse intentos de suicidio por parte del deprimido y obviamente casos de muerte por suicidio. Al enfermo no le ha sucedido nada malo (aunque puede darse el caso), le van bien las cosas y sin embargo cae en una profunda depresión sin causa externa. En este caso es cuando se dice que la depresión es endógena, viene de dentro. Pero aún estas depresiones tan graves se curan, o al menos responden bien a tratamiento, y el paciente, una vez tratado con la medicina correcta, y pasado un tiempo, puede llevar una vida normal; y esto es lo que la familia tiene que decir siempre al enfermo cuando éste alimente ideas suicidas, pues es cierto. Incluso aunque existen depresiones recurrentes que requieren tratamiento médico prolongado e incluso crónico, la persona afectada puede llevar una vida normal tomando su medicación, como lo haría un diabético.

"Por tanto, resumiendo, tenemos la depresión mayor recurrente (endógena), como tipo más grave y que necesitaría ayuda medicamentosa, en algunos casos durante meses y en otros durante toda la vida; en este caso la persona medicada puede funcionar normalmente. Y por otra parte otras de tipo agudo pero transitorio (causado por disgustos de enorme trascendencia) bastante menos graves. Se llamarían exógenas (la causa de la depresión viene de fuera.) Las depresiones graves o mayores tienen un origen fisiológico, bioquímico y el origen no es externo. Necesitan, repito, tratamiento medicamentoso. En las depresiones causadas por circunstancias externas la medicación puede tener una función de ayuda puntual.

Después de que Esteban entrara a todo trapo con semejante tostón o mini-conferencia que me dejó aturdido, la presentadora dijo:

--Cuando habla usted del origen bioquímico de la depresión, se está refiriendo al organismo, al cuerpo como tal, esto es, a problemas fisiológicos o corporales, para entendernos de alguna forma ¿no?
--Sí, por supuesto, en concreto a problemas en el funcionamiento de fluidos que recorren el camino que existe entre las neuronas.
--Es que yo les rogaría que intentáramos utilizar el lenguaje más llano posible, asequible a todo tipo de gente que nos ve, para poder llegar a entendernos todos. Usted quiere decir, si no le he entendido mal, que un tanto por ciento muy alto de depresiones tiene su origen o su precedente en el mal funcionamiento del organismo y otro tanto por ciento en causas externas extremas, como los disgustos universales del ser humano, ¿ No es así?
--Eso es lo que he dicho (dijo Esteban mientras pensaba "Esta mujer es tonta ¿o qué?, si lo he dicho dos veces o por lo menos el gilipollas que está escribiendo esto me lo está haciendo repetir hasta la saciedad como si el lector fuera tonto"), sí- dijo Esteban con cara de empezar a impacientarse.
Inmediatamente, justo después de que este pequeño problema de términos acabara de aclararse del todo, intervino un psicólogo bilbaíno llamado Luis Miguel Maíz, un hombre que a ojo parecía estar rozando la treintena.
-- Me parece que con lenguaje llano o no, esta noche no nos vamos a poner de acuerdo desde un principio—dijo el psicólogo con una amplia sonrisa de estudiada diplomacia.
--Bueno, aunque sea al final, espero que lleguemos a un entendimiento—terció la presentadora sonriendo con buenas intenciones— ¿Por qué cree usted que no nos pondremos de acuerdo, Luis Miguel?
-- Luis Miguel no, por favor; con Luis basta.
-- Está bien, entonces Luis a partir de ahora --risita
-- Mejor, sí.
--Adelante pues, Luis.
--Al hilo de lo que acaba de decir el señor José Esteban, me niego a creer que todas las depresiones mayores que no tengan nada que ver con disgustos como él las llama, procedan de una disfunción fisiológica o química, “corporal” vamos, como dice nuestra moderadora para entendernos –sonrió brevemente con cierta complicidad a la presentadora, para proseguir con su explicación inmediatamente después, ya con una expresión y tono de tipo severo.
 “Para empezar químico es todo, hasta las palabras que estamos diciendo, y el análisis del señor Esteban me parece de un reduccionismo alarmante –el joven comenzó tirando al cuello y haciendo amigos -- Yo trabajo día a día en un sanatorio mental con gente que padece todo tipo de trastornos mentales, entre ellos los depresivos graves, algunos de éstos con cuadros muy agudos y prolongados, y sinceramente, me niego a creer que todos ellos padezcan la enfermedad por orígenes exclusivamente químicos o por problemas en el organismo;...

CONTINUARA Y AUN CUANDO SE ACABEN LOS TEXTOS QUE HAYA ESCRITO YO SOBRE EL TEMA Y ESTE DE VACACIONES EN LAS BAHAMAS, ESTE DEBATE CONTINUARA. LA MENTE. ME DIO GANAS DE REIR O LLORAR CUANDO UNA VEZ VI LAS DECLARACIONES DE OBAMA AL RESPECTO DE TEMAS PARECIDOS. DIJO QUE IBAN A INVERTIR UN MONTON DE DOLARES DESTINADOS A LA INVESTIGACION DEL CEREBRO. 
PUES BIEN, ESO ES COMO DECIR QUE SE VA A DAR UN MONTON DE DINERO A ARQUITECTOS Y OBREROS PARA CONSTRUIR UNA CASA, PARA LA QUE NO SE DISPONE DE MATERIAL: LADRILLOS , CEMENTO, ANDAMIOS, NADA. TU PUEDES PONER LOS MILLONES QUE QUIERAS PERO EN UN CEREBRO VIVO NO ENTRARAS NI CON TODO EL ORO DEL MUNDO SIN QUE EL DUEÑO DEL CEREBRO MUERA. Y SI NO PUEDES HACER ESO, ESOS MILLONES NO SIRVEN. ES COMO PONER UNA FORTUNA PARA INVESTIGAR SOBRE COMO PODEMOS LLEGAR A SER INMORTALES...

martes, 24 de mayo de 2016

CONEJILLOS DE INDIAS (1)



Todavía no sé cómo demonios acepté a ir a aquel programa de televisión. Yo, que siempre he sido reacio a presentarme a ese tipo de situaciones. Que además me ponen nervioso y siento timidez y vergüenza al encontrarme en ellas. Pero es que en un principio la cosa parecía seria y digna. Se trataba de un programa nocturno, en una televisión local. Dicho programa solía tratar un tema diferente cada semana, emitiendo algún vídeo documental primero para pasar a continuación a una charla debate entre personas expertas en el tema sobre el que se debatía, o personas que, por experiencia personal, estuvieran medianamente al tanto de lo que se hablaba. Yo era un invitado de estos últimos.
El tema del programa, la semana en la que fui invitado, era “la depresión como enfermedad”; o algo parecido. Me explicaron que iban a ir dos psiquiatras, un psicólogo y una escritora que había publicado varios libros de auto-ayuda y de “auto-realización y crecimiento personal” además de ser directora de una clínica de curación alternativa, por medios llamados naturales, tales como la homeopatía, el yoga, la acupuntura, masajes etc
En primer lugar, tras la breve introducción de la presentadora sobre el tema que se iba a abordar esa noche, y dejando para luego la presentación de los invitados al programa, emitieron un documental sobre la depresión; bastante decepcionante. Era un documental superficial con frases manidas e imágenes impactantes de psiquiátricos (información-espectáculo) y de gente perdida en su calvario o histeria, que lejos de acercar al televidente a la realidad del problema de forma natural, lo aterraba, contentándose con un trozo de entrevista por aquí, unas imágenes desoladoras de un psiquiátrico y sus pacientes por allá, algún comentario suelto de algún familiar, una voz en off poco informada etc. En fin, un puzzle en el que toda la atención estaba enfocada en piezas sueltas, sin ir nunca al fondo de las cuestiones. En cuanto a montaje audiovisual puede que fuera perfecto; en cuanto al tratamiento del tema, el documento era un fiasco. Demasiada literatura (y de la peor clase) y pocas explicaciones objetivas, manoseando los muy dudosos tópicos de siempre. En un lenguaje comprensible podrían haberse ofrecido datos y explicaciones mucho más acertadas y concisas que con aquel acercamiento tan lejano. Por no querer aburrir, lo que hicieron fue confundir y meter miedo, cuando creo que se puede evitar esto último con un enfoque más ordenado, veraz y sin aburrir. Un tema bien tratado y enfocado, siempre puede ser digno de interés (interesante) y ameno, y por lo tanto, no aburrido. Creo que la audiencia no pide basura gratuitamente, sino que la basura termina por “entretener” a la audiencia alimentando el lado más morboso y bestia de nuestro subconsciente, y la audiencia, en círculo vicioso comienza a demandar más y más basura. Sé podrá decir que quién soy yo para pontificar sobre estos temas. La respuesta es clara: Nadie.
Pero dejando de lado estas opiniones, resultó que para remate, el debate fue un circo de desconcertante naturaleza. Lo recuerdo como si hubiera asistido hoy mismo a él.
Tras el documental comenzó dicho “debate”, que a la hora de las primeras exposiciones, más que debate pareció ser una sucesión de monólogos de cada uno de los invitados. Pero tras esos primeros monólogos y al comenzar el intercambio de opiniones, la cosa cambió.
En primer lugar, la presentadora procedió a las presentaciones de los cuatro especialistas en el tema. “Don Fulano, psiquiatra y catedrático de esto y lo otro, además de reconocido autor de los libros ‘La psiquiatría como...’ ‘Últimos avances bioquímicos para combatir...’ Él es también miembro activo en la organización…,además de haber colaborado en…” En fin, así con los cuatro que me precedían. Muchas gracias por su presencia aquí. Luego, la presentadora, tras decir mi nombre dijo: “el cual ha venido hoy también a hablar con nosotros ya que se trata de una persona con un trastorno caracterizado, entre otros síntomas, por la sucesión de largas depresiones. Afortunadamente a día de hoy se encuentra completamente restablecido gracias a un tratamiento adecuado y creemos que también tendrá algo que aportarnos en cuanto a este delicado tema. Gracias a ti también por haber venido” Quise comentar algo que no recuerdo qué era, pero ella dijo “Perdóname un momento, luego comenzaremos a abordar a fondo el tema y tendremos tiempo para todo tipo de matizaciones; ahora, lo siento, ya saben ustedes el compromiso que tenemos en televisión con nuestros patrocinadores, pues según me indican tenemos que dar paso a unos minutos de publicidad. En unos instantes estaremos aquí para tratar ya, definitivamente, un tema que promete ser interesante”. Menudos programas: introducción, documental, presentación de invitados y en ese instante ¿publicidad? En fin, yo es que no entiendo de estas cosas.
Tras la publicidad, la presentadora dijo: “Bienvenidos de nuevo a nuestro ‘Abejorro’-- extraño nombre del programa: El Abejorro--- de esta semana. Como ya les he dicho anteriormente, esta noche trataremos de ahondar en el fondo de una enfermedad cada vez más frecuente, la depresión, una palabra que se utiliza mucho, por cierto, pero de cuyo verdadero significado desconocemos en ciertas ocasiones muchos datos; es una palabra, depresión, que se utiliza mucho pero a veces no sabemos exactamente a qué nos estamos refiriendo cuando decimos “estoy depre””.
Tras esta nueva introducción, lanzó su primera pregunta al aire para que comenzase quien quisiera: “¿Cuáles serían las causas principales u orígenes de lo que hoy denominamos depresión? ¿Habría que hablar de diferentes clases? Que comience el que quiera”



CONTINUARA…Y SE VA IR MONTANDO UN LÍO GORDO, QUE ERA LA INTENCIÓN DE QUIEN ESCRIBIÓ ESTA HISTORIA, PUES ÉL SE ENCONTRO DURANTE AÑOS EN MEDIO DE LOS DIMES Y DIRETES CONTRADICTORIOS DE TODO TIPO DE TERAPEUTAS QUE TODO LO SABIAN, PERO ESE TODO, ERA DISTINTO EN CADA CASO. ESTO TEXTOS SERÁN REVANCHA

viernes, 20 de mayo de 2016

ES MUCHO MEJOR


 Es mejor no ponerse nervioso, cuando uno lleva días roto, cuando no llega a encontrarse

Es mejor, al levantarte en el infierno, dejar que fluyan las lágrimas.
Es mejor aceptar que los dedos tecleen despacio.
Es mejor, dejar al dolor en paz, sin añadirle más,
Es mejor escuchar música, que uno puede escuchar en cualquier  tipo de Estado de Animo
Es mejor saber que Ese es el Estado, el del ánimo, el que tiene todo el poder sobre uno
Es mejor no revelarse al Estado del Animo, aunque te oprima,
 Es mejor pensar lo que un amigo extraño te dijo: los estados de ánimo vienen y van.
Es mejor no dejar que la razón cavile y resuelva el mal. La razón no sabe de sentimientos
Es mejor no hacer caso de la razón, que todo lo estropea
Es mejor SENTIR.
Es mejor Estar
Es mejor dejar pasar, es mejor aceptar
Es mejor, en una pequeña liberación, llorar tu dolor
Es mejor pensar en el sol, si puedes.

Es mejor estar como estés
Es mejor no pelear contra tu mal, pues pelearas contigo y eso aumenta el mal.
Es mejor escribir,
Es mejor pensar que pase lo que tenga que pasar,
Es mejor pensar que es imposible pasarlo peor de lo que ya lo pasaste.
Es mejor no dar relevancia a quien te dio la espalda,
Es mejor la paz ante el mal
Es mejor no ponerte en guerra contra tu mal,
Es mejor dejar que todo fluya
Es mejor todo menos el auto reproche
Es mejor no violentar tu ser dolorido
Es mejor ignorar la negatividad que lanza la cabeza,
Es mejor abrirte a ti, es mejor amarte y amar
Es mejor, que sabiendo que has repetido miles de veces el mismo concepto en este escrito
Es mejor no dar importancia a la palabra "neurótico" que alguien dijo refiriéndose a ti,
Es mejor todo menos la violencia ante tu mal
Es mejor tomar café viendo los segundos pasar con paz, a pesar del dolor...
Es mejor ignorar el mal
Es mejor hacer café sin mirar al reloj
Es mucho mejor
Mucho mejor...

miércoles, 18 de mayo de 2016

AL FINAL DEL DIA


 El ex-presidente de Uruguay Pepe Mújica afirmó en una mítica e insólita entrevista, que la honestidad intelectual era básica en la política.
      Yo considero que si uno desea ser ideológica o moralmente libre también debe de tener honestidad intelectual.
       Hoy, he caído. Hoy, he perdido la tarde, o la tarde me ha perdido a mí. Hoy, la dispersión y la obsesión me han secuestrado en su marasmo de redes enredadoras. Hoy, ante las circunstancias adversas, he fracasado. O me han derrotado mis males. Da igual uno u otro planteamiento.
       Pero es ley de vida.
       El cantante Mikel Urdangarin afirmó antes de una canción titulada "Hauskor" (rompible, en traducción bastante pedestre) que cuando nacíamos nos decían que la vida era dura y que debíamos de ser fuertes. A partir de ahí comenzábamos a buscar seguridades por todas partes, a convertirnos en personas frías y calculadoras, a poner distancias. Él decía que era mejor que nos dijeran la verdad; lo que para él era verdad también lo comparto yo: debían de habernos dicho que éramos vulnerables (rompibles), que nos "romperíamos" o caeríamos durante el trayecto de la vida. Pero que no pasaba nada, que  nos levantaríamos y seguiríamos, y nada más. Saber que hay que pagar un precio o cota de dolor  por los momentos felices que podemos recibir a cambio y nada más.
       Yo no opino, lo que opina el personaje de "Private investigations", canción de los Dire Straits (sí, escucho música a todas horas, es más que evidente). Ese personaje decía: " ¿Y qué te queda al final del día?  Una botella de whiskey y una sarta de mentiras." No, no creo eso. Al final del día sólo queda el final del día y de mañana no sabemos nada. Pero me seguiré levantando, no de la cama, sino de mis hundimientos anímicos.
      Siempre que las circunstancias no sean extremadamente graves (guerras, hambre, enfermedades, pertenecer a grupos de refugiados o vivir en un país bombardeado inmisericordemente) los que vivimos en el,  con muy mal gusto llamado, "primer mundo", tenemos ese privilegio. No, ya está empezando a haber mucha gente en el primer mundo que no tiene las necesidades básicas cubiertas.
        Que cada cual haga lo que quiera al respecto. Yo no puedo ayudar a los millones de desfavorecidos de un mundo tan injusto, pero sí al que tenga más cerca y lo haré, siempre que ese alguien quiera ser ayudado, lo haré. Siempre que pueda ayudar. Pero primero me tengo que ayudar a mí. Y aún así habrá veces, que sin querer, haré daño, y me dolerá más hacer daño a otro, que hacérmelo a mí mismo, pero soy un ser humano con todas las connotaciones positivas y negativas del término "humano".
    Ayudar al otro no significa necesariamente resolverle el problema. Muchas veces es imposible. A veces basta con escuchar. Es más, escuchar es en ocasiones, lo único que se puede hacer. Y no vale nada con sentirse impotente por no poder solucionar a otro su desgracia.  A veces no podrás... Hay que seguir intentándolo con la vida, una y otra vez.
        
       Probablemente sólo he dicho obviedades, pero no me gusta dejar una imagen de lo que no soy. Ayer fue cara, hoy es cruz. Tenía que decirlo, no por protagonismo, sino que al   ver que la cara de ayer ha recibido 64 visitas, tenía que ser leal conmigo mismo y mostrar TODA la realidad. No es tan simple. Pero tampoco tan complicado.
       Eso es lo que queda al final del día.
         Mañana si podemos, volaremos de nuevo en los más mágicos instantes que nos lo permitan.

lunes, 16 de mayo de 2016

¿AGRADECIDO A LA ENFERMEDAD?


NUNCA. SOLO A SUS CONSECUENCIAS POSITIVAS
 
 Conozco a una persona que dice estar agradecida al hecho de haber sido atrapada por una enfermedad psíquica (trastorno bipolar) a la edad de 40 años. Ahora tiene más de cincuenta, y dice que le gusta mucho más cómo es ahora, que del modo  en que era antes de que se le manifestase la enfermedad (trepas, ambiciosa y con pocos escrúpulos en la búsqueda del éxito, triunfo o como se le quiera llamar). Llega a decir que el sufrimiento de la enfermedad le salvó del egoísmo absoluto y ahora tiene una humanidad con la que disfruta; una sensibilidad que le permite dar mucho cariño. Y dice, repito que está agradecida a su sufrimiento.
 
Se lo oí decir a otra persona también. Suena bien.
 
Yo no estoy agradecido a la enfermedad, nunca lo estaré. No repetiría mi vida por nada del mundo. Demasiado. Demasiados demasiados.
 
Ahora bien, yo he llegado a otro planteamiento que aún no siendo igual a la de la persona que menciono en el primer párrafo, tiene cierto parecido. Con 19 años empecé a estudiar periodismo. Había habido señales, que yo nunca vi como avisos precedentes, que marcaban, vistas a posteriori, un camino lleno de jolgorio infernal. Si cuando tenía 20 años no hubiera comenzado el recorrido al que la enfermedad y mi mala cabeza me llevaron (primero desde los 20 años hasta los 25;  posteriormente  desde los 33 años, hasta pasados los 42 (tengo 44 años)) yo hubiera sido otra persona; otra persona que no deseo ser por nada del mundo.
 
Estoy contento de cómo soy ahora; es claro, repito, que el recorrido tortuoso, hizo de mí una persona que valora cosas imprescindibles, por extraordinarias, que no hubiera valorado sin dicho recorrido. Son cosas y recompensas muy gratas que han empezado a ocurrir cuando la enfermedad  empieza, por fin, a controlarse; o por lo menos me deja disfrutar bastante en ocasiones. En ocasiones.
 
Yo no me voy a suicidar, pero no le tengo ningún miedo a la muerte. Por eso me llama la atención lo preocupadísimas que están algunas personas con el tema de que esto se acaba. En fin, todo dependerá supongo,  de como haya ido "todo" a la persona que pueda considerar un fraude una vida que te dan, para luego quitártela.
 
 Amar o agradecer una vida pasada (de momento parece pasada, esto no es una buena racha, de hecho tuve muy cortas y pocas buenas rachas en años; no, esto es una realidad, esto es verdad), cuando acabo de empezar a vivir, me parece un disparate; en mi caso; siempre en mi caso. Y estoy contento del lugar en el que estoy,. por mucho que tenga pánico de irme a la cama a veces. Allí me secuestra el subconsciente y me manda los posos del pasado a lo bestia. Digamos que dormir es una actividad agotadora para mí. Pero, a pesar de ello soy feliz, por lo menos todo lo feliz que he conseguido llegar a ser jamás.
 
Y además, todas las personas buenas que he conocido y conozco, mi propia pareja, y algunos hechos  maravillosamente insólitos de las que estoy siendo actor o alegre y calmado espectador, son cosas a las que estoy muy agradecido. Estoy agradecido a mi vida actual a pesar de los pesares que todo ser humano tiene que llevar. A la enfermedad como dolor pasado no.