miércoles, 27 de enero de 2016

MI RELACION CONMIGO ME SIENTA MAL

  


Por lo menos durante los últimos tres meses.

        Yo sé que nunca me voy a volver loco. En fin, una demencia senil, dentro de veinticinco, treinta o cuarenta años, un alzheimer, bien, de eso no se libra nadie, y una de esas me puede invadir.
        Creo que uno de los miedos más frecuentes y menos confesados de los seres humanos es el miedo a  volverse loco/a; pero aquí no hablo ya del alzheimer...
           En mi caso, la paradoja, si es que se le puede llamar así, es, que sé que no me voy a volver loco, precisamente porque  a pesar de haber atravesado toda clase de trances psíquicos ("¿Y TÚ qué te crees? ¿Que a los demás nos va de perlas? Los demás también tenemos lo nuestro..." resuena una más que razonable voz ajena en mi interior y a la  que no se me ocurre desacreditar; ) ---incluida, muy incluida entre ellos, una angustia salvaje a la que ya le puedes poner un relajante mayor (qué mayor, un relajante bomba, un relajante gigante) que esa pájara angustia (que aprendí que en los cenáculos psiquiátricos era denominada con el nombre de ansiedad, cosa que yo sólo asociaba con tener muchas ganas de comer) sigue ahí haciéndome una muy  amable, tenaz e intensa compañía, a pesar de haber dejado el blogger y el facebook, lugares que yo creí orígenes del mal, y viendo que no es así (que sigue conmigo), vuelvo por estos lares y de perdidos al río-- y digo, que a pesar de haber atravesado trances de todos los colores, clases, categorías e intensidades,  resulta que sólo perdí el sentido de la realidad una vez en mi vida; y fue transitorio; dos o tres meses; hará veinte años en otoño de 2016; pero salí; sigo cuerdo, más de lo que me gustaría, además. Estar muy cuerdo es una clase fina de locura en un mundo al que es muy difícil encontrarle un sentido COMUN.
          Por lo tanto, loco no me voy a volver, lo sé, pero como a mi cabeza le da por hacer trabajos forzados carcelarios, con el consiguiente estres para mi persona y muy a pesar de mi ansia de paz, quizá lo lleve mejor escribiendo. No lo sé. A veces pienso que no he leído lo suficiente ni lo suficientemente bien como para atreverme a escribir. Quizá por ello sé que soy un escribiente o escribidor muy irregular gramaticalmente (tildes que se ausentan, algunas faltas de ortografía imperdonables...) pero bastante competente en la sintáxis. Recuerdo ahora que no sé lo que es, entre otras muchas cosas, un hiperbaton (se me ha ocurrido un chiste muy malo relacionado con la bata que llevo puesta en este momento; se puede imaginar fácil y me lo ahorro). Por otra parte, como escribiente o escribidor, creo ser muy influenciable y me ha bastado con leer unas páginas a Enrique Vila-Matas, para asombrarme al pensar (quizá equivocadamente) que le estoy plagiando el estilo de forma inintencionada.
       Pero es que uno va y deja de escribir pensando que el malestar venía de hacerlo y de publicar, y resulta que no, se equivoca. Lo ya nombrado sigue dándome los buenos días, las buenas tardes y las buenas noches. Y por las noches, festival de cine de terror. Quiero dar mucha pena.
       Empecé a tratar de distraerme con el Quijote que Trapiello tradujo del castellano antiguo al actual y me empezaba a divertir, a pesar de los pesares. Eso parecía.
         Después del antológico prólogo de Cervantes, veo como Alonso Quijano, tras haberse tragado enormes cantidades de libros de caballerías, se convierte en Don Quijote y comienza sus  aventuras de alucinado, vuelve al hogar destrozado, le queman los libros, vuelve a salir con un tal   Sancho y  van dándose constantes tortazos contra la cruda realidad. Tras una pelea con un   vizcaíno al que don Quijote tomó por un gran malehechor, y al que con mucha suerte   dejó medio muerto, don Quijote y Sancho siguieron cabalgando algo penosamente y durante horas hasta caer la noche; y al no encontrar posada, deciden dormir al aire libre.
           En estas  pienso, ey,  que este libro será sagrado y genial, pero estos dos, a los que ya tengo cariño (y es que Cervantes los trata con ternura), van a seguir en ese plan 900 páginas. Sin ponerme a pensar en todos los giros y riquezas con las que me puedo encontrar (dialécticas, humanas, míseras, humorísticas, emocionantes, agridulces...) y sintiendo una sensación de hastío que supongo (muy mal) será recorrer con ellos todo su camino, mi impaciencia toma el control de mi mente y se pone a disparar, alertando: "déjalo en ese punto, ya volverás,o no, pero déjalo."
      ¿Por qué no pruebas con Vila-Matas, del que Auster, que tanto te gusta, habla maravillas?
        Allá fui, ayer, a alquilar en una biblióteca un libro de Vila-Matas. Bien, en ese libro, el personaje al que hace hablar (o escribir) Enrique Vila-Matas se pone a analizar de forma más que chocante la trayectoria y las razones  de aquellos escritores que tras publicar unos pocos libros buenos dejan de escribir, durante una larga temporada o hasta el final de su vida. Rulfo, Rimbaud, Salinger...
        Me levanto hoy con una bomba psíquica que me ataca en el pecho; cumplo mis obligaciones; constato (sin demasiada objetividad; nublada como estaba aquélla por la bomba psíquica que me ha dado un día precioso), constato, digo, que el personaje de Vila-Matas está todavía peor que yo, ya que de la negación de la escritura trata de descubrir como será la escritura en el siglo XXI. Ese personaje me hace sudar. Cualquiera lo hubiera hecho.
          Empiezo a añorar a Sancho. A añorar mucho a Sancho. Muchísimo.Como si fuera un familiar muy querido, como a alguien a quien no puedo dejarle tirado en el campo durmiendo a cielo abierto y quiero volver a ver cómo se despierta. Hasta llegar a ese estado, la angustia que se me apoderaba, sólo me abandona cuando he hecho, al atardecer, el primer borrador de este escrito, pero luego ha vuelto y ahora  la vomito por medio de letras y letras y letras que lanzo sin ton ni son sin ton ni son sin ton ni sonnnnn................Respira, ahí viene S. con su sonrisa, le veo las alitas de ángel y pienso que todo vuelve a la más sana anormalidad. Sancho, amigo, espérame, que te acompaño con el animal de tu amo, al que Cervantes también trata muy bien; quiero decir que habla con cariño de él, a pesar de que le mete en la boca del lobo cada vez que puede. Pero vuelvo contigo Sancho,  porque yo a tí te conozco Sancho, te he visto en hospitales, te veo todos los días en un centro a donde acuden enfermos psíquicos. Tú me caes bien, Sancho.
        Mañana mismo me presento en el C.S.M (que no voy a decir qué es) a pedir que me cambien el ansiolítico. Tiene que ser eso. Muchos años tomando "ese" ansiolítico y en dosis altas pueden estar produciendo el efecto contrario al buscado.
      Y volveré a verte Sancho. A Alonso Quijano le metía yo una buena dosis de Sinogan y Haloperidol para frenarle el estado maníaco ("¿Has visto tú, Sancho, un caballero más valiente, fuerte y poderoso que yo, que es capaz de enfrentarse con los más grandes peligros...?); a estos los suelen atar a la cama (que es una práctica perversa, todo sea dicho). Pero claro, nos cargábamos la Novela Por Excelencia; la Novela de las Novelas. Y no quisierea yo, amigo Sancho, verme atacado por toda la horda de exquisitos eruditos por mi atrevimiento.

lunes, 11 de enero de 2016

HASTA PRONTO: ANTES DE VOLVERME LOCO DE VERDAD

 Intro


       Pues tengo que decir que me despido de este lugar, que dejaré abierto hasta cuando vuelva, si es que vuelvo. 
      Ocurre que aunque ya no miro cuántas visitas tiene mi blog, una vez más, algo que me gusta, escribir, lo convierto en obligación. Me ha pasado mucho con la lectura, que en el fondo es la actividad que más me gustaba hacer; pero tras disfrutar enormemente con mis primeras y tardías lectura pensé, esto es muy bueno; TENGO que leer. Ahí empezaba a cumplir la condena de mi pasión. Y  no se lo pasa uno muy bien obligándose a divertirse, con la actividad que sea.
        Con el Facebook me pasa lo mismo. Lo que podría ser diversión se me convierte en obligación (y mira que el médico me dijo que no me tomara nada como tal, salvo las imprescindibles cosas para vivir; pero éstas últimas no me crean ansiedad) Ya con el blogger, allá por el día 21 de diciembre me di cuenta de que mi ansiedad venía de mi esclavitud al blog en vez de al revés, como debiera de ser. Decidí dejarlo. Me alivié mucho. Pero entonces, todo insensato, me meto en el facebook, en el cual voy colgando compulsivamente mis escritos del blog, se me mezcla con un problema personal y mi vulnerabilidad haciendo honor a su nombre me hunde. Es un alivio pensar que no voy a andar en estos lugares por un tiempo indefinido. Porque además, aunque me gusta que sea público, la situación me crea más nervios. Llevo sólo un año y medio fuera de un túnel horroroso de nueve años en el que estuve, pero veo que todavía no he aprendido a conducir bien, con lo que la ansiedad aparece y me provoca unos vértigos interiores que sólo se van cuando digo, se acabó esta historia que no controlas. 
       Ahora me siento tranquilo, porque del mismo modo que ocurre con los estudios y los trabajos, debido a la puta enfermedad, la historia me descompensa y de momento estoy todavía en rehabilitación para esas cosas. Que no estoy preparado, vamos.
                                
 ESTA VEZ SI: TREGUA INDEFINIDA
                           

         Efectivamente, mis días se suceden entre el estupor y las lágrimas sin dolor; lo que sí sé es que no iré al manicomio. Pero me da por publicar cosas y cosas en el blog y luego en el facebook las impongo al personal  (sí, que quede claro, yo soy un tacaño miserable que no comparte nada, sólo escribo para convencerme de que estoy viviendo), aunque me gustaría más estar leyendo, pero con la fiebre publicadora que tengo (y que hoy quito de un patadon)  no me da tiempo a leer nada; bueno, aquí me voy a tener que cortar porque voy a publicar en el blog lo que publiqué a vuelapluma en facebook. 
        Ya sólo faltaba que me ponga a publicar en facebook la historia que viene, que la publico en el blog traída del facebook y no al revés, que suele ser mi pedrada más habitual. Y mientras mis humores me llevan al borde de las lágrimas sin dolor, deseo que nadie me compadezca, o bueno, si quieren que me compadezcan, lo importante es que yo no me compadezco, sino que me asombro de mi compulsividad de publicar y publicar y publicar. 
      Por cierto, lector, si has llegado hasta aquí, una pregunta ¿Tú entiendes algo de esto? Te lo digo porque yo no entiendo nada. De todas formas, García Márquez, con el que no soy tan estúpido como para compararme, decía que él escribía para que le quisieran. Es un error. El nobel, el aplauso, el reconocimiento no te dio ningún amor. Mira lo perdido que anda el mismísimo Vargas Llosa (no por la Preysler) defendiendo todavía ideologías caducas de derechas que nos han traído un capitalismo bestia, que nos ha traído la crisis gracias a González Thatcher, Reagan... En fin los pioneros del desastre rematado por los últimos gobernantes; pero Vargas Llosa dice que en España todo ha ido bien con el bipartidismo y habla del llamado "milagro español". Pero bueno Isabel Ferrero Rocher, ¿Tú qué les haces?






“Loco no es el que ha perdido la razón, sino el que lo ha perdido todo, todo, menos la razón”. Gilbert K. Cherterton. El donostiarra Antxon Rabella acaba de…
BLOGSEITB.COM




          Este es un libro de carambola, que se escribió en noches intensas de la primavera y verano del año 2005, se abandonó en septiembre de ese año, pues el autor pensó que era una porquería y se remató seis años después. No te fíes de su autor. 
          Puede utilizar la ironía diciendo que es excelente, con humor tipo Wyoming, queriendo dar a entender que no es bueno, pero como él lo ha escrito, tira de ironía fina y peligrosa. ¿Para qué? Para metértela por medio de una estrategia en la que pareciera que se está riendo de él mismo y de su libro, al que no da importancia; pero qué va, mucho ojo; al autor lo que en el fondo le gustaría (aunque él no lo sabe) es que ese libro fuera un best-seller y además, aplaudido y recibido con vítores por los críticos más eruditos del mundo entero. 
          En fin, lo que el autor busca es triunfar a toda costa; o sea, que tú que estás leyendo esto, tendrás que medir muy bien la estrategia que usa para colartelo; repito (que es algo característico en mí) no te dejes engatusar por una ironía que dé a entender que el autor se ríe de sí mismo y de su obra, para que le cojas simpatía haciéndote pensar que no le importa mucho la venta de su propio libro. Es mentira. 
       Yo personalmente no conozco bien al autor;  pues si lo conociera bien, estoy seguro de que no me daría tantos disgustos. Sólo puedo decir que me divertí mucho cuando me pidió que hiciera de él mismo, sobre todo en 2005, y escribí el borrador fundamental de ese libro siempre siguiendo el dictado que él me recitaba, mientras yo me sonreía con las supuestas catástrofes que le sucedieron. 
         Tampoco pienses que haces un gran favor al autor si compras su libro, pues por lo poco que le conozco y como le tengo un poco de simpatía (aunque a veces le daría una ostia, sin perdón), diré que si su libro se convierte en best-seller, sus humores pueden desestabilizarse mucho más de lo que se le están desestabilizando últimamente, pues lleva una racha que no levanta cabeza. Ahora empieza a levantarla, al darse cuenta de que esto no lo controla y tiene que darle una tregua relativamente larga. Un abrazo

domingo, 10 de enero de 2016

ROBERTO MOSO

Para Roberto Moso persona



Para cuando yo tenía 16 años ya había escuchado mucha música (quizá demasiada). En los círculos “alternativos”, el tipo de música que yo había escuchado hasta esa edad era señalada como comercial.

Mi hermana mayor escuchaba los cuarenta principales a todas horas desde que yo tenía nueve o diez años y con esa edad me gustaban Miguel Ríos, Mecano y Michael Jackson. También me gustaban mucho algunas canciones de Víctor Manuel: “Nada sabe tan dulce como su boca”, “Cruzar los brazos” y otras.

Un compañero y amigo de clase me pasó una cinta en la que se escuchaba a un grupo que se llamaba Kortatu, a otro con el nombre de Zarama y algunos otros grupos que sonaban de forma parecida. Fue un verdadero shock. Un shock positivo. Aquellos grupos transmitían algo nuevo, cantaban en euskera y lo hacían distinto. Transmitían algo que algunos adolescentes sentíamos mucho más auténtico, más emocionante y cercano que lo que ofrecían los grupos de los cuarenta principales. Era música directa y fresca. Nueva.

Estos grupos de características similares fueron metidos dentro de un grupo cuya etiqueta los calificaba con estas palabras que vienen ahora mismo entre comillas: “Rock radical vasco”. Es llamativo el hecho de que esta denominación no agradaba a veces ni siquiera a algunos de los protagonistas de ese fenómeno musical. Pero ahí los encasillaron. Dentro de ese grupo se introdujo a muchos, pero los que yo más escuchaba se llamaban “La polla records”, “Kortatu” (mucho Kortatu), “Zarama”, algunas canciones de “Bap”, “Delirium Tremens”…Era el punk británico, reciclado en euskera en los ochenta y con reivindicaciones políticas. Aunque yo del punk, los Sex Pistols y demás, por aquella época no sabía nada. Más tarde ya sólo escuchaba, de entre estos grupos, a Hertzainak.

Con respecto a todo esto, recuerdo, y probablemente siempre recordaré, una pequeña anécdota que tiene mucho que ver con lo que representaron estos grupos denominados radicales y que cantaban en un euskera electrizante.

Antes de que aparecieran ellos, dominaban el panorama de la música en euskera los cantautores y dos o tres grupos de verbenas muy conocidos, que además empezaban a ganar bastante dinero. Hasta mucho dinero. El cantante de uno de estos grupos verbeneros arremetía contra las bandas que me gustaban, insinuando que no sabían tocar y otras lindezas. Arremetía mucho contra el grupo Zarama, más incluso que contra otros, a los que, misterios de la vida, muchas veces ni siquiera nombraba. El caso es que a nosotros, los chavales que escuchábamos a estos grupos, nos traía al pairo el hecho de que estos grupos que tanta energía fresca nos transmitían fueran o no unos virtuosos de los instrumentos. Hacían el ruido que nosotros necesitábamos escuchar en aquel momento. El de la rebeldía.

Pues bien, resulta que unos años más tarde de que se produjera la explosión del rock radical vasco, el cantante de uno de estos grupos descalificados por el cantante del grupo de verbenas por excelencia, escribió un libro y fue invitado a un programa televisivo que presentaba nada menos que (tengo muchas ganas de nombrarlo) el susodicho cantante del grupo de verbenas por excelencia que tanto había descalificado a Zarama, sobre todo a Zarama. Y es que, además, el cantante invitado era, paradojas y cinismos del tiempo, Roberto Moso (vocalista y figura más visible del grupo rockero Zarama), que fue allí en calidad de escritor, además de a cantar alguna historia. El programa que conducía el cantante de Egan (Ya lo he dicho, me van a denunciar) era un monográfico dedicado al grupo Queen, pues el cantante de estos últimos, Freddy Mercury, había fallecido poco antes, creo; eso creo, pues para que Egan y su líder le hicieran un recordatorio cariñoso al grupo de Mercury, cantando sus canciones en euskera, deduzco que ya se habría producido la muerte de éste…

Cuando el cantante de Egan y conductor del programa le dijo en plena entrevista a mi ya por entonces idolatrado cantante de Zarama (no estando demasiado lejanas en el tiempo sus descalificaciones), en un tono tristemente condescendiente y paternalista, que su grupo había mejorado mucho instrumentalmente, Roberto Moso tiró de ironía y dijo: “Beno, oraindik ez gara Queen taldea bainan…” “Todavía no somos el grupo Queen pero…” El de Egan no cogió la ironía y dijo respondiendo en euskera: “Jo, Queen, qué buenos eran… (“o son…”)”

Una de las canciones de Zarama, titulada “Dena ongi dabil” (escrita por Josu Expósito, que terminaría siendo uno de los fundadores del grupo punk Eskorbuto) tuvo mucho impacto en una pequeña fase de mi vida. Esa canción estaba dentro del casete que me había dejado mi inolvidable y gran amigo Zeta, genial compañero de adolescencia y que me ayudó mucho con mis problemas de fobia social. Más que nada porque él estaba en el grupo de los guay de clase y yo no, pero me tenía mucha estima y hasta un poco de admiración. Esto era mutuo y la situación me ayudó mucho. Nunca se lo agradecí. Lo hago ahora, estés donde estés. Un día, en casa de Zeta, estábamos escuchando la canción “Dena ongi dabil”, que a mí me encantaba y me parecía potentísima…Al final de esa canción el volumen baja bastante, pero no lo suficiente como para no poder escuchar algo que me impactó tanto y escuché tantas veces que lo tengo grabado en la cabeza, y quién sabe si cuando me esté muriendo y mientras delire agonizando, no me saldrá la terrible cantinela que se concentraba allí, para terrorífico espanto de los que me rodeen, si hay alguien rodeándome en ese ineludible instante final.

Bien, lo primero que se oye es la voz del ahora ex rey Juan Carlos I, que con su levemente aflautada y entusiasmada voz, dice nada menos que la siguiente frase de gran Jefe de Estado: “Emocionado y entusiasmado de ver que nuestra furia española ha salido al campo y ha jugao divinamente y hemos estao toda la familia pendientes hasta el último momento…” Creo, que luego una voz en off dice “Gora Euskadi Askatuta, Gora gu ta Gutarrak.” Y otras voces que no recordaba de memoria (la he tenido que escuchar al final) dicen algo así como: “Amor burrudi, visca burrudi”. Y otra que provoca casi miedo: “Qué grita esa voz de imperio si no es Franco, Franco, Franco”. Luego viene una señora con una voz de pito como la de esas mujeres ancianas que aparecían en “Cine de barrio” (Sí, alguna vez ha ocurrido el accidente de encontrarme delante de la tele mientras este programa era emitido en mis narices; desde que existe el mando a distancia, no tengo perdón de Dios) y lo que esta mujer dice me lo sé todavía de memoria sin tener que escuchar la canción, pues lo que ella dice y cómo lo dice, no tiene desperdicio: “Pensaron hacerme una ofensa y no pudieron hacerme mayor honor que considerarme vuestra madre; que considerarme la madre de todos los heroicos combatientes que en nuestros frentes de lucha, no vacilan en sacrificar su vida por la causa de la libertad”…Luego vuelve a aparecer otra voz en off, que creo que dice algo parecido a “Hay palabras que aceleran el corazón: Independencia es una de ellas”. Esto último no creo que sea completamente exacto, en la forma quiero decir; en el fondo sí.

El hecho de que yo no haya puesto ortodoxa y ordenadamente esas frases, es lo de menos. Porque al fin y al cabo lo que quiero señalar es que hoy todo el mundo se atreve a ser irreverente y pasarse cien pueblos y aquí no pasa nada, (salvo en cuestiones religiosas bestias, como cuando los yihadistas deciden vengar a Ala, por sentirse muy ofendidos por lo que consideran ataques contra sus ideas y a su Dios, por mucho que estos ataques no vayan más lejos que los plenamente humorísticos.).

De todas formas yo hago alusión aquí a los todavía muy escandalizables, (supongo que este último adverbio no lo daría por válido la Real Academia, pero ya que estamos en el tema de la irreverencia, repito, escandalizables) años ochenta. Nosotros no estábamos acostumbrados a cosas así. Nosotros estábamos acostumbrados a que las cosas fueran como se suponía que tenían que ser. Normales. Y aquellos grupos se salían del cauce. Y por eso nos gustaban tanto.

Afortunadamente pues, había vida fuera de lo que tenía que ser como Dios manda. Yo me asombré mucho al oír “Dena ongi dabil”, con ese impagable final, al igual que una vez que estaba oyendo con una de mis hermanas una canción del grupo Ilegales (también en los ochenta) y encontrándonos tan tranquilos escuchando algo “normal”, casi nos atragantamos y tuvimos que rebobinar la cinta cuando nos “pareció” entender que el cantante de Ilegales decía esta frase (en los años ochenta, no me canso de repetir): “Nuevos cantantes, hacen el ridículo en viejos festivales como Eurovisión.” Después de rebobinar, mi hermanita y yo constatamos que, efectivamente, habíamos oído bien y que lo que realmente se decía en esa canción, era exactamente lo que nos había parecido oír: Mi hermana me mira y me dice: “¡Qué pasada! ¿No?” Y nos quedamos un momento sonriéndonos, como preguntándonos “¿Pero esto se podrá hacer?” Pues se podría o no podría hacerse pero eran pocos los que tenían lo que había que tener para hacerlo. Ellos fueron los pioneros de la siempre sana irreverencia a convenciones tantas veces absurdas.

Claro, repetimos, si exceptuamos las consecuencias de meterse con iconos de religiones cuyos miembros más fanáticos no se andan con tonterías para cargarse al personal si se sienten atacados, hoy es fácil decir lo que te da la gana a nivel estatal e incluso occidental. Entonces, no. Aunque si me pongo a pensar, con el nuevo auge que se le dio a Eurovisión a principios de este siglo, y se le sigue dando, aunque menos, en esta época tan rara en la que vivimos, esa frase de Ilegales seguirá siendo ofensiva según para qué oídos ahora muy cool.

Siguiendo con Zarama, tuve el gran honor de conocer personalmente al cantante, Roberto Moso, que años más tarde de todo esto, tras contactar yo con él vía Facebook, primero en 2011, y por correo electrónico en 2012, se leyó un libro que me editaron unos amigos de entonces, y encima me hizo una entrevista a propósito de éste. Yo creo que todavía no había hecho ninguna mención de ese libro en este blog, no como otros.

Antes de que Roberto leyera el libro y me propusiera hacerme una entrevista al respecto, y como un año antes había escrito su dirección de email en el facebook, le escribí en 2012 a su correo electrónico; en principio para vacilar un poco, amistosamente, pero para vacilar. Le dije que unos amigos me habían editado ESO. El año anterior él se había leído unas páginas de ESO en word y dijo que enganchaba. Pero supongo que no siguió por cualquier circunstancia. En el email de 2012, lo que yo le decía a Roberto era que, si él decía (ni siquiera le dije que lo hiciera en la radio) que mi libro estaba bien, yo diría a todos mis contactos que “La radio encendida”, libro suyo, estaba muy bien, cosa que sigo pensando (será de los pocos libros que me he leído dos veces, y a veces mi cuerpo me pide una tercera lectura); y por cierto, cumplí mi promesa y dije a mis contactos que aquel libro era muy bueno. Porque lo es.

Él fue muy amable, contestó a mi email y me dijo que se lo mandara a la dirección de Radio Euskadi, y que le haría alguna mención en un programa literario en el que él toma parte. Cuando lo recibió le impresionó la portada y me prometió que se lo leería enterito, cosa que hizo y que nunca podré dejar de agradecerle. Para colmo, tras leérselo, me escribe dándome la enhorabuena, diciendo que es una historia entretenida a pesar del material dramático y que aunque le veía unos cuantos peros, lo consideraba más que pasable pues fue entonces cuando me dijo que querría hacerme una entrevista.

Lo de la entrevista (sus prolegómenos) fue una auténtica locura. Pero antes de hablar de esa locura quiero decir una cosa: estando en plena entrevista se produjo un comentario de Roberto antes de hacerme una pregunta y ese comentario me subió el Ego hasta Marte; que un tío con un sentido del humor como el suyo, al que he seguido por la radio y con el que me he partido mil veces escuchándole en su emisora, y cuyo libro “La radio encendida” me sacó unas cuantas carcajadas, me dijera en la entrevista, nada menos que, para él, lo que yo contaba en el libro estaba hecho con muchísimo sentido del humor, es el mejor piropo que me pudiera o me pueda echar nunca nadie. Con aquello toqué techo (en mi universo particular claro, pues como ni siquiera Dios gusta a todos, habrá gente para la que Roberto Moso no significará nada; para mí era punk, radio gansa, libros, la mejor diversión).

La entrevista que se me hizo a propósito del miles de veces nombrado escrito que salió a la calle, y que tuvo lugar en septiembre, octubre, o noviembre de 2012, tuvo un resultado bastante decente; a pesar de que me puse nervioso y como consecuencia de ello mi voz temblaba y yo hablaba muy rápido, las ideas se presentaron bien. Bastantes días antes de llegar a ese último momento de la entrevista, por poco vuelvo loco de antemano a Roberto Moso al que al principio le dije que sí, luego que no, luego que sí pero que en diferido y luego… Todavía me extraña el hecho de que no me mandara a freír espárragos.

El día en que nos encontramos Roberto Moso y yo, antes de la entrevista, creo que no dije una a derechas hasta que empezaron a grabarse las preguntas y respuestas ya en la radio. Claro, era la primera vez que me juntaba con alguien a quien yo admiraba por su talento, que admiraba mucho, y ese alguien me iba a hacer una entrevista sobre algo hecho por mí.

Ya digo que la entrevista salió bien, milagrosamente. De todas formas Roberto debió de alucinar en colores, después de la paciencia que tuvo conmigo y de haberme dado tantas facilidades. Yo creo que cuando hablábamos antes de la entrevista, él barruntaría algo así como, “Y a este personaje ¿Ya podré hacerle una entrevista decente con el terremoto que lleva dentro?”

Dos años después, en septiembre del año 2014, le hice una visita a Bilbao, que él aceptó con agrado, para mi satisfacción.

Dieciséis de septiembre de 2014, Bilbao, sol, la ría y un joven y 54 años.

Aquel fue un día muy bonito. Era una tarde de mediados de septiembre, casi me atrevería a decir el día, 16 de septiembre de 2014., ¿A dónde quieres ir? le pregunto en cuanto le veo. A ningún sitio, contesta. Antes de este intercambio, Roberto apareció en la cafetería de la estación de autobuses donde habíamos quedado, con una sonrisa de afecto que no olvidaré. Caminamos un poco y nos quedamos en un banco (de los de sentarse) frente a la ría, en otros tiempos tan sucia. Día claro, con un sol muy brillante y con un cielo completamente despejado. Hablamos entre otras cosas de cuál era la razón por la que yo no quería publicar una especie de semblanza o biografía de un cantante del que él es amigo. Yo lo tenía como conocido, pero me hacía ilusión cuando me decía, al finalizar sus mails “Ánimo, amigo”. Yo hubiera estado encantado de serlo si él hubiera querido

Lo curioso de todo esto (aparte de ser curiosa la cantidad de veces que utilizo yo la palabra “Curios@”, tal y como, curiosamente, ya he escrito en otros sitios) es que la semblanza que hice yo sobre ese cantante, ha servido como semilla de este texto que tienes, ante tus ojos, si has cometido el esforzado acto de llegar hasta aquí, desconocido, impagable o inexistente lector.

Volviendo al banco de sentarse, de los otros para qué hablar, enfrente de la ría con Roberto, diré que pasamos algo menos de dos horas de amena y tranquila conversación, que se produjo de forma fluida, natural y con bastante bienestar. Además le vino a saludar la mujer de un articulista al que yo suelo seguir por la forma divertda en la que habla de política. Roberto me presentó como amigo. Eso sí, nos acercábamos a las dos horas de compañía cuando empezó a caernos, casi sin transición entre el sol y la lluvia, un chaparrón algo bestia. Esa es la razón por la que yo fuera en aquellos tiempos a todos los sitios con una mochila de colegial. Dentro llevaba el paraguas. El paraguas se olvida, la mochila nunca. Ahora no llevo paraguas en ninguna parte, todos se pierden. Me pongo un ridículo gorro.

La canción que más me gusta de Zarama es la última de su último álbum (Binilo bala) titulada Urtain, o por lo menos habla de Urtain. Te pone los pelos como escarpias.



sábado, 9 de enero de 2016

NO TODO ES MALO

Este escrito pudiera parecer una poesía pues no tiene forma de escrito narrativo. No es una poesía, ni siquiera es prosa poética. No cuida formas métricas ni rimas. Este texto salió con esta forma y no la quiero cambiar. Porque lo que me importa sobre todo, es, el fondo, lo que se dice de una persona.
 
 
 
  VICENTE MADOZ (HUMANISTA ANTES QUE PSIQUIATRA)
 
Haciéndole caso, improvisaré, no tengo muchas fuerzas en este momento
pero me apetece hacerlo.
Han sido veinte años, algunos terribles.
Él me creía encaminado hacia la normalidad con la carrera,
Hasta que se dio cuenta de que eché mi vida por la ventana en la treintena.
Intentamos recuperar el tiempo perdido
Hasta que él vio que la disciplina yo me la imponía con tiranía castigadora.
sin dejarme respirar, pensando y pensando antes de actuar, consecuentemente mal.
"Haz lo que te de la gana"
(consejo escandaloso para la generación de mis padres, el deber y la culpa, cuanto daño judeo cristiano) 
Sin embargo funcionó en 2011.
Pero luego volví a las andadas.
Hace dos años y medio y después de un Ictus
me dijo que me podría ofrecer 50 años de su experiencia
se lo tomó de forma personal y a por todas
para quitarse la espina que tenía conmigo
y lo ha conseguido.
Pues en 2014 empecé a poner en práctica el escandaloso "Haz lo que te pida el cuerpo"
Todavía queda camino por recuperar.
Indicó directrices,
Fueron tres las que desbloquearon
al tirano que llevo dentro. Y aunque está debilitado, sigue ahí.Cuanto menos caso le hago mejor.

1. Tu cabeza debe ser un balneario rehabilitador
sin presiones, sin luchar contra tí, sin culpas ni imposiciones.
 
Esto abrió gran parte del bloqueo,
empecé a dejarme disfrutar.
 
  2-- En un momento de bloqueo dijo que debía aguantar el sufrimiento para tener más fortaleza
para disfrutar con más garantías de paz
Un ego muy débil que toleraba mal la frustración. El que yo tenía.
Efectivamente, lo pasé fatal y la profecía se cumplió a sí misma,
me sentí muy angustiado al sentirme "atacado por sus palabras"
Ahora se las agradezco porque esa posición me ha ayudado a ver
que si aguantas lo duro sin desesperar, sin asustarte y sin ponerte nervioso,
lo bueno que viene es mucho más pleno y auténtico.
3--En las enfermedades psiquiátricas hay que tener el ego bien controladito,
por tanto decidí que era muy prioritario estar bien que destacar escribiendo, a la mierda los méritos, a la mierda si no escribo, no le debo nada a nadie.
Y ahí nos quedamos.Viviendo con la respiración relajandose día a día.
Iré mejorando.
Viviré cada vez más tranquilo.
Lástima que ahora, son las alarmas exteriores (crisis, terrorismo...) las que aparecen con fuerza.
 
En cuanto a él, todo entrega, más que un padre,
siempre, siempre dispuesto a aliviarme, a sostenerme, a animarme,
a darme palabras optimistas que no me dejasen caer totalmente,
al otro lado del teléfono, mañana o tarde y hasta noche: "Llámame mañana"; pero si mañana es Sábado respondía yo. "No importa, llámame cuando quieras". Mañana me llamas.
Pero si mañana es Domingo, decía yo. "No importa, llámame siempre que quieras"
sábados y domingos, a cualquier hora, dándo todo por mí
en las respuestas de cada llamada que le hacía, muchas, muchisimas.
Para colmo, a pesar de las molestias que le causaba, insisto, "Llámame siempre que quieras".
Era él quien llamaba cuando veía una llamada perdida mía, estudiando todo tipo de tratamiento médico.
Siempre, siempre ahí, siempre ahí.
 Se retira y me dice que le llame cuando quiera, piensa en que  ahorre  dinero, yendo a la pública.
Él no ahorrara su tiempo para mí.
 
Al igual que mi amor por S., esta actitud me desborda y me abruma, pero felizmente;
mis más efusivos agradecimientos nunca serán bastantes para compensar
su esfuerzo, él sólo se verá compensado si me piensa feliz.
Él es como una persona que va a trabajar a países pobres, para ayudar,
 pero viviendo aquí, dedicado a los que estamos excluídos a su alrededor,
es tan inteligente que sólo quiere ser bueno, no le gusta que le consideren una eminencia
pues sabe que también es humano como todos, y que todos, hasta los más GRANDES,hacen
lo poquito que pueden. Que todos somos de carne y hueso, que todos andamos como podemos y que somos muy pequeñitos.
A pesar de todo, él ha puesto su vida al servicio de apagar mi infelicidad
Y ya lo está consiguiendo.
Estoy seguro que este escrito le parecerá desproporcionado. A MI NO. NUNCA.
Siguiendo sus consejos, seré cada vez menos infeliz
 muchas veces feliz.
Infinitas gracias Vicente, infinitas, me sobrepasa toda esta historia 
felices 76 el lunes 28, te llamaré...
 
Me emociono, pero sé que él querría que no tuviera que llorar y estuviese agusto,
y hay extraordinarias cosas en mi vida,
y bueno, lo de él, me repito ya mil veces, se sale de lo común.
Cientos de abrazos
De quien siempre te querrá. De quien siempre recordará.
Este es único regalo apropiado.
Qué hago yo regalando pasteles o libros, tan impersonal todo
te sobraría.
 
Antxon
 

jueves, 7 de enero de 2016

JAVIER MARÍAS (2ªENTREGA)




Retomando a nuestro buen amigo Marías,  contaré a modo de anécdota en relación a él, lo siguiente: En manera de celebración de los cien años que cumplió la editorial Alfaguara, ésta organizó una charla pública de motivo literario, con tres escritores que han publicado muchos libros por medio de aquélla. Los tres invitados para hacer una desenfadada tertulia literaria eran Javier Marías, Mario Vergas (perdón Vargas, Vargas, imperdonable error, quise decir Vargas) Llosa, y Arturo Pérez Reverte. Cuando al final de esa charla, la conductora de ésta les pidió a los tres escritores que cada uno de ellos recitara algunas líneas de algún escritor/a, ocurrió algo muy empobrecedor: Pues en el momento en el que le llegó el turno a Marías, a cuenta de algo que se dijo, él señaló que no querría leer un soneto de Shakespeare en castellano, a menos que lo hubiera traducido él; en consecuencia leyó otra historia. Aquí también la crítica no es ni necesaria. Por la boca muere el pez.

Ostras, me estoy cebando con él. Estoy por borrarlo todo. Mi ángelito de buena conciencia me dice “no hay que ser así”. Pero bueno, admitiendo esa regla, la de que "no hay que ser así" o la más famosa  de que no estoy libre de pecado para tirar la primera piedra, haré una excepción. Eso es así, salvo cuando al que se le tira esa piedra es alguien que tira piedras a todo el mundo cada Domingo. Y además parece no cansarse nunca de ello. Quizá en el pecado lleve la penitencia. Se debe de sufrir mucho pensando que uno es de los poquitos que piensan y actúan correctamente (como si eso fuera cuestión de lógica; en mi opinión, aparte de no serlo, la realidad es tan compleja y relativa, que aquí nadie tiene la exclusiva de saber qué es exactamente “actuar correctamente” con toda precisión). Hay demasiados elementos alrededor de cualquier conducta para decir que un comportamiento cualquiera es correcto o no. En graves y evidentes casos, como matar, robar, violar, torturar o pegar, sobra decir que esas conductas son malas, muy malas; pero a partir de ahí, los mismísimos Sócrates y Descartes (como base) lo ponían todo en cuestión. El mismo Borges opinaba que la duda es uno de los nombres de la inteligencia.
         Es curioso ver cómo Marías utiliza esta “verdad” dicha por Borges, para hacer novelas digresivas que en algunos momentos rozan la incoherencia y luego en sus artículos, no sólo no dude nunca, sino que asegure cómo SON las cosas. Tengo un amigo que dice que, estar completamente seguro de que lo que uno hace o dice es lo CORRECTO, es enfermizo.
       Es también curioso, el número de veces que yo suelo decir que algo es "curioso".
       Vuelvo a repetir lo dicho en un texto anterior: unas cuantas novelas de Javier Marías me gustaron muchísimo; y por ello, sólo por ello, le estoy agradecido. Estoy hablando de sus novelas. Si en persona es como se muestra en sus artículos, bueno, hay y ha habido grandes escritores que fueron unos capullos prepotentes, o pijos y quejicas inaguantables; lo que cuenta es, desde mi punto de vista, lo escrito en sus novelas. Lo demás no me interesa.    
    Por otra parte, en una entrevista que le hicieron, Marías dijo que en Internet debería de haber “filtros”, porque no siendo así, “cualquiera” (¿Cualquier perroflauta? Pregunto) puede descalificar a personas como Vargas Llosa, Arturo Pérez Reverte, y a él mismo. Es curioso (¿Otra vez curioso, perroflauta?) que él critique, en otros asuntos, cualquier tipo de censura. Porque resulta que él se debe de creer alguien con gran autoridad moral sobre todos los ciudadanos. Da toda la impresión de creer que, él, por el simple hecho de ecribir novelas de “alta literatura”, y escribir artículos en los que indica indirectamente que él es siempre ejemplar, se considera con derecho a meterse con casi todos los ciudadanos que le rodean; o simplemente habla de las tendencias y actitudes ridículas de la gran mayoría de sus conciudadanos, poniéndoles de imbéciles para arriba. Evita la palabra imbécil, pero por medio de otras frases dice no sólo sinónimos de esa palabra sino cosas mucho más gravemente descalificadoras. Pero de él no se debe de decir nada malo, y según su opinión tiene que haber filtros en Internet para evitarlo (cosa muy parecida, o igual, a  la censura) para que ningún "cualquiera" pueda tocarle un pelo.  Y él sí que puede, repito por enésima vez, y  nos afeita moralmente la cabeza a todos los que no pensamos tan correctamente como él.
        Y como en mis escritos autobiográficos me exijo decir toda la verdad, no me queda más remedio que decir que hace quince años (quince años ¿eh?, lo digo porque desde entonces ha llovido demasiado) como columnistas me gustaban mucho Pérez Reverte y Javier Marías. De hecho en esa época leí libros enteros de artículos de Marías y me parecían geniales. Por suerte he cambiado mucho, muchísimo. Él no. Y por supuesto, no soy tan idiota como para creerme superior a él. Yo también tengo mediocridades morales.
          En la siguiente entrega Marías estará acompañado de Pérez-Reverte.
 

miércoles, 6 de enero de 2016

JAVIER MARÍAS (1ªENTREGA)



El escritor Javier Marías, escribió un artículo sobre la lectura en marzo de 2015. En ese artículo, Marías dijo que según alguna encuesta, el 55% de la gente que vive en España, no lee. Esto le entristecía. Hasta ahí de acuerdo. A partir de dar ese dato, Marías se empieza a comportar, escribiendo, como una auténtica bestia que parece creerse iluminada por todos los dioses ateos del universo. Antes de pasar a lo que dijo, diré, que en los artículos de Javier Marías, EL, se muestra con una autoestima (es feo decir soberbia u omnipotencia, no hay que insultarle, para no ponerse a su altura y aunque autoestima no es un sinónimo exacto lo usaré como un mal eufemismo) que no cabe en un solo universo. En este artículo del que hablo se supera a sí mismo.
 
Para Marías, el que no lee es un primitivo en todos los sentidos de la palabra. Venía a decir que el gran conocimiento de todas las ciencias y el disfrute de la alta literatura está en la lectura de muchas obras; da a entender que lo bueno de la vida (qué digo lo bueno, lo mejor y más interesante) está reflejado en los mejores libros; y añade cosas del tipo de que el individuo (o individua como a él le gusta burlarse) que no lee, pasa por la vida sin interesarse por lo más interesante. Por qué está él o ella en este mundo, por qué cree o no cree; qué paso anteriormente a su nacimiento en el lugar donde nació y creció. No le interesa la historia ni la geografía, con las que uno puede saber dónde está situado territorial, ideológica e históricamente. Y eso para él es tener “serrín en la cabeza”; claro, él no lo dice con esas palabras pero utiliza otras casi sinónimas, e incluso más insultantes. Se escandaliza al pensar que los que no leen, tampoco sabrán qué pensaron y dijeron Montaigne y Shakespeare, Platón, Proust, Elliot, Rilke, y tantos otros. No hay ni una sóla mujer aquí; de hecho, Marías sólo nombró a una mujer  (Isak Dinensen) cuando aseguró cuáles fueron (porque me suena que no dijo, “en mi opinión”, suele ser típico de él decir cómo SON las cosas) los mejores escritores del siglo XX.

Dijo también, con esa humildad y bondad que le ha caracterizado siempre, que las personas que no leen, están dispuestas a pasar por la vida, como si fueran percebes; o quizá ni eso; una lechuga; o ni siquiera; un taburete. El título del amable artículo de Marías, era, como no pudiera ser de otra forma “Percebes o lechugas o taburetes”.
    Cuando Marías dice que el cincuenta y cinco por ciento de las personas que no leen, pasarán por la vida o por la tierra, como percebes o lechugas o taburetes, quizá ni se le pasa por la cabeza que está insultando a mucha, muchísima gente, y es que además, está claro que se considera muy superior a los que no leen.
     Yo no quiero entrar mucho a este jardín porque no creo que merezca la pena; aunque eso sí, sólo una acotación: conozco personas con un bellísimo fondo interior, muy buena gente; gente por cierto que no desprecia ni juzga a los demás, incluso gente muy mayor que no pudo alfabetizarse bien, que, o no lee nada, o sólo un cuarto de hora a la noche, antes de dormir, y tienen una sabiduría y cultura de la vida , que para mí es la más importante, casi ejemplar; de hecho, para mí son un ejemplo, por mucho que yo sí lea, aún siendo un lector mediocre y esas personas no lean. Pienso, sin rabia, que esas palabras de Javier Marías le descalifican directamente a él mismo.. Y además, por lo visto, entre los numerosos conocimientos de gran interés que relatan muchos apasionantes libros, no se hace mención de civismo, de respeto al semejante, de humildad y de todas las cosas que para mí son las más importantes. Sí, ya lo sé, tipos duros que me miráis desde lo alto: practico un buenismo ingenuo.
Pero como lo temerario no debe de quitar lo cortés, no me queda más remedio que decir o repetir, pues ya lo dije en el texto referente a Paul Auster, que me gustaron algunas novelas suyas: “Corazón tan blanco”, “Mañana en la batalla piensa en mí”, “El hombre sentimental” (regalo de mi prima, a quien debo la literatura), “Todas las almas” y la primera parte de “Tu rostro mañana”. Nada es negro del todo. Nada del todo blanco. O igual sí, ya está bien de aguantar la dictadura de los dichos.


lunes, 4 de enero de 2016

ULTIMA CRITICA A LA PSIQUIATRIA


            Pienso que es más conveniente utilizar el termino "enfermo psíquico" ante el aparentemente legitimado "Enfermo mental". 
            Sí, doctores tiene la iglesia psiquiátrica y hasta la real academia. Pero el problema que yo veo, es que cuando ellos (la iglesia psiquiátrica) se refieren a gente con mis problemas con el término genérico “Enfermedad mental” yo lo considero totalmente inadecuado.  "Enfermo mental" es una expresión que se usa como insulto (de hecho desde una semántica aproximativa, "mental", lo veo mucho más cerca de "loco" que  si dijeramos"psíquico"). Si alguien está demasiado salido  en cuanto al sexo, se habla de él como de un “enfermo”. Contra eso no tengo nada. Contra lo que tengo todo lo demás, es que detrás de esa palabra, “enfermo”, en demasiados contextos, suena como eco la palabra “mental” ,de seguidilla a “enfermo”. O lo que es peor, la gente que no sabe nada de psiquiatría, utiliza la expresión “enfermo mental”,en el mismo contexto en el que utiliza la palabra “degenerado”, como un sinónimo, prácticamente: Hacemos un flaco favor al enfermo psíquico llamándole enfermo mental, porque por la ignorancia de la gente, que generalmente no sabe, ni por supuesto quiere saber, ni tiene por qué saber de psiquiatría, alimentamos el morbo ignorante y hasta el miedo de la gente “””normal””””.
         Pero claro, por supuesto, y como no soy tonto del todo, sé perfectamente que el párrafo anterior va a caer  en saco roto. Absolutamente y sin lugar a ninguna duda. A ver desde cuando "un enfermo", le va a decir a  la psiquiatría, qué términos ha de usar.
           Un ejemplo que puede ilustrar ésto último: la pastilla  utilizada contra la esquizofrenia, denominada "ziprexa", que engorda mucho y además aumenta las ganas de comer, puede estar tomándola un paciente de 130 kilos de peso;  esa persona con enfermedad psíquica y en peligro grave en cuanto a su salud física, si se atreve a decirle a su psiquiatra que existe otra pastilla llamada "topamax", que cualquier psiquiatra con sentido común le pondría al paciente que toma ziprexa, ya que el topamax frena el efecto secundario  de la pastilla "Ziprexa", pues digamos que  bloquea esos efectos secundarios  peligrosos  (engordar directamente, y provocar muchas ganas de comer) en fin, si el paciente se atreve a plantear esta cuestión a su psiquiatra, este le dirá, pese lo que pese (y seguro que pensando, "me va a decir a mí 'éste' lo que yo le tengo que administrar"), no, majo, andar y bicicleta estática. Por ejemplo. Lo más triste es que la prepotencia en psiquiatría no sólo se da en Guipuzcoa. Más triste todavía; el caso del paciente de 130 kilos es real. De hecho, cuando, mucho más tarde de lo que debiera haber sido, el psiquiatra de la persona de los 130 kilos, tuvo que decir, nada menos que "me parece que la ziprexa te está engordando mucho" y se la sustituyó por una pastilla llamada "Abilifi", mi amigo adelgazó más de 30 kilos (llegó a bajar a 97, gracias a sus caminatas y dieta estricta). Los psiquiatras también son humanos.
        En cuanto a lo de mi supuesta "aportación".pues repito, lo mismo. A ver quién se ha creído "ése" para venir a darnos clases de terminología. Tienen razón. Quiero decir que la tienen pues se apropian de ella ante los demás, casi siempre.  Por mucho que muchos de ellos saben que no saben si tienen razón. Habrá que seguir siendo pues enfermo mental. Y todos sabemos que los enfermos mentales somos muy peligrosos ¿Verdad?
          Ser crítico no debe permitir ser injusto: El psiquiatra Vicente Madoz (del que publicaré la semblanza que le he heho hace poco) me ha ayudado tanto, tanto, que junto con mi pareja S. puedo decir que me ha salvado la vida. Y debo de dar una pequeña lista de psiquiatras que se portaron excelentemente conmigo y que me ayudaron: Doctora Lourdes Blanco,  Doctora Ana García, Doctora Jaione Carton, Doctora Aróstegi, Doctor Ganzarain, Doctor Gil, Doctor Alonso, Doctora Marian Ezpeleta, Doctora María Rodriguez, Doctora Izaskun Antizar; Doctor Crispin Batiz (lo apostó todo por mí y yo me enfadé con él), Doctor Querejeta (hizo todo lo que pudo, por mucho que su estilo me pareció un poco inadecuado; hay gente que habla muy bien de él de todas maneras) y muchos más que no recuerdo por desgracia. Aunque me sentí muy maltratado y juzgado bestialmente por el Doctor Marcos Tolosa, he escuchado a algunos compañeros hablar bien de él. No tengo suficiente memoria para acordarme  de todos los que fueron de ayuda para mí (aunque sólo fuera por el tono amable, que era inexistente en otros casos), pero han sido bastantes los que me ayudaron. Él único que dio con algo parecido a "la solución", que en mi caso fue positivamente definitiva, fue Vicente Madoz. Gracias a todos ellos.

          Para terminar; una psiquiatra, me dijo con absoluta sinceridad (en realidad se le escapó, porque no se daba cuenta que la afirmación que va un poco después del paréntesis podría provocar más inseguridad todavía, en su paciente, o sea, en mí) cuando le dije, en insólitas circunstancias, que iba a estudiar psiquiatría para saber lo que se traían entre manos, pues me estaban volviendo "loco" (jerga para decir me estaban confundiendo demasiado), me dijo, digo, que si yo estudiase psiquiatría y me pusiese a trabajar tratando a pacientes, me daría cuenta de que en realidad, yo no sabía nada de nada. Ante mi cara de desconcierto se desdijo utilizando un eufemismo. Demasiado tarde.
      



.

domingo, 3 de enero de 2016

CUANDO LA INTERPRETACION ES ABSOLUTAMENTE IMPECABLE


           Una vez leí en algún sitio (no sé si en un prólogo de libro, no sé si en una revista, apostaría por el prólogo) un comentario que hacía una mujer, a propósito de  que, para ella, la actriz Sarah Polley sería siempre el personaje de la película "Mi vida sin mí." . O sea "Ann". Que no quería ver a Sarah Polley representando ningún otro papel, pues en esa interpretación Polley se convirtió en "Ann" de una manera tan genuina, vital y absoluta, que la fuerza de la interpretación hizo que el personaje se comiera a la actriz, en el sentido más positivo. Esto debe de ser frustrante para la actriz "Sarah Polley", si es que le sucede con más gente, pero yo siento  lo mismo que lo que indicaba la mujer del supuesto prólogo. Lo que Sarah Polley transmitía por medio de "Ann" era tanto y tan intenso que el personaje se te quedaba para siempre marcado en tu mente y en tus sentimientos, con la cara de Polley, claro. El argumento de "Mi vida sin mí" tenía una base relativamente sencilla: una mujer sabe que le quedan dos meses de vida y decide utilizarlos, para, una vez que ha escrito en una lista todo lo que quiere hacer para aprovechar a tope esos dos meses que le quedan, llevar a cabo lo que se propone, siguiendo al pie de la letra todo lo apuntado para afrontar esos dos meses límite. Hasta ahí todo es una expectativa que se podría antojar ingénua o soñadora. Ya, ya. Lo que viene a continuación, si estás centrado, te mantiene delante de todo lo que pasa en semejante historia, con la boca abierta. La recomiendo vivamente. Estará todavía en DVD.
       Yo no sólo comparto la sensación de la mujer que sólo quería ver a "Ann", por medio de Polly, y no a nadie más por medio de la actriz. El hecho de no querer ver a un actor o actriz en otro papel que aquel en el que le ha impresionado muchísimo, me pasa a mí con otros interpretes.
         No me gusta nada ver a Liam Nesson en una película en la que él no sea Schindler, de "La lista de Schindler". Schindler sólo puede ser para mí Nesson, o mejor dicho Nesson nunca me puede decir nada si no es Schindler. Esa genial interpretación de Nesson haciendo de Schindler lo desborda todo, y se sale de todos los cauces más rutinarios o cotidianos. Sé que es muy injusto para el actor y que no debiera ser así, pero la pasión es así de caprichosa.
        Me ocurre lo mismo con Tim Robbins, al que casi siempre (salvando su papel en Mystic River) veo como Andy Dufresne de "Cadena perpetua". Andy Dufresne es un personaje que se te hace mítico en tu propia vivencia; por lo menos en mi caso. Es el héroe personal de un antiguo amigo.
        Y sobre todo, para mí, para mi capricho más especial, Javier Bardem siempre será el "medium" de Ramón Sampedro. Nunca he estado agusto viéndole hacer otro papel. De hecho, he intentado evitarlo. No es justo, lo sé. Pero es lo que siento
     Una vez escuché decir al fallecido Antonio Vega que le molestaba que le pidieran que cantara, siempre, siempre, "La chica de ayer". Esto le provocaba no poco malestar, pues él decía, con razón, que había hecho muchísimas canciones que no tenían nada que ver con  aquella. Que él no era el de "La chica de ayer". Lo triste es que le comprendo a él igual que comprendo a los que adoraban tanto aquella canción ,que hacía que la canción convirtiera en estatua perpetua al interprete. Él era un autor vivo y quería cantar otras cosas y no ser "un gran éxito" perpetuo, repitiendo y repitiendo lo mismo siempre. Es injusto, pero ocurre...

ES LO QUE HAY

  Y, ante las acusaciones de pensar demasiado y ante "ordenes" o consejos de vivir más tranquilo, diré lo que viene tras los dos puntos: de veinte a 42 años no hice otra cosa que pensar, para solucionar una enfermedad que no se solucionaba pensando, sino al contrario; más que nada porque la patología se multiplica cuanto más la tocas. Sin embargo, el hecho de pensar, era voluntario y consciente, hasta que me dí cuenta del error. Hace casi año y medio que no hablo conmigo de MI tema, o por lo menos no respondo a mi neurótico alter ego, a pesar de lo cual consigue darme unas buenas palizas todavía. Y es que, veintidós años de hábito, crean, inevitablemente, una mecanización. La cabeza piensa y dispara obsesiones e ideas que provocan espaldas sudadas, como efecto colateral de la ansiedad de una mente que sigue y sigue y sigue elucubrando o poniéndolo todo en cuestión, con menos treguas de las que quisiera; creo que he dejado claro que mi mente  hace esto sin mi autorización y en contra de mis deseos.
         El mecanismo sigue ahí, a pesar de todo, y es peor que algunos dolores físicos. Mi psiquiatra dice, que si sigo haciendo las cosas como hasta ahora las he hecho, desde agosto de 2014 en concreto, al final, llegará un momento en que la maquinación y el tiroteo imparable de ideas y pensamientos en obsesión, terminará yendose, porque no me pongo a luchar contra ellos  y eso les quitará fuerza. No tengo nada claro el hecho de que eso vaya a ocurrir. Pero espero que así sea y no desespere, hasta que llegue ese momento. Porque si no fuera por la música que me llevo a todas partes, estaría mucho peor. Pues en general, en el fondo, y a pesar de todo, ya estoy tan "bien" como los que me rodean; o sea, no muy bien, pero respondiendo "Bien" al "¿Qué tal estás?" social.

viernes, 1 de enero de 2016

COMO VOTO, NO SOY LIBREPENSADOR

LO QUE LLEVAMOS DENTRO



El otro día leí que José Mota no votó en las elecciones del 20 de diciembre, porque prefiere ser un librepensador. Al izquierdosillo que llevo dentro le dio por decirme: "Claro, como tiene el curro que le gusta y cobra un huevo, a ese no le importa la gente, a diferencia de los que votamos a Podemos, a los que si nos preocupa la gente". “Ay claro -continuó el izquierdoso justiciero-- qué bonito imitar a Pablo Iglesias y ridiculizar a Ada Colau…cierrabares, cuidaico conmigo, cudaico, ay, sí, sí, la hora de la mota, mira, mira cómo me río yo de tu mota, montónmierda, si, si siempre haces el mismo esketch, si hacerlo sólo por hacerlo es tontería, ay con el manchegito éste tan listico” La verdad es que mi izquierdosillo es un bestia a veces.

Pero por el bien de la coherencia y el equilibrio no visceral, me vino luego, por suerte, el Roberto Moso de microrelato, que muchos tenemos la suerte de llevar dentro, para no calentarnos. Entonces, mi Moso interior me suelta: “Sé sincero Antxon, a ti la gente tampoco te importa; lo que te importa en sí es TU pensión, TUS medicinas, TU hospital público, las subvenciones a los sitios sociales a los que TU acudes etc. ¿O es que me vas a decir que alguna vez te ha preocupado “de verdad” el hambre en África? ¿Te has preocupado tú por hacer algo por ellos alguna vez, o sigues tan cómodo en esta Europa, en la que después de todo, tampoco estás tan mal, a pesar de tus críticas? No ¿Verdad? Pues entonces no tires de panfleto.” Me tuve que callar, y pensé: “vaya, este hombre tiene más razón que un santo. No supero a Mota moralmente” En fin…

Tengo que agradecerle efusivamente a mi guionista la existencia de lo que ha quedado escrito en los dos párrafos anteriores, pue él es el responsable de todo lo que publico. Es un tío que está en mi cabeza, que trabaja mucho, muchísimo, hasta enfermar, y de tantas ideas que lanza, le atrapo algunas que me atrevo a publicar. Que vivan los olvidados guionistas.



¿POPULACHO?



Aunque hace unos tres años que no le leo, he disfrutado muchísimo leyendo a Paul Auster. Casi todos sus libros me han encantado. Es su estilo. No me importa tanto lo que cuenta sino cómo lo cuenta. Entra en el primer párrafo directamente, de una forma a veces brusca, del tipo: “El día en que me presentaron a X ocurrió el desastre que nos trajo hasta el lugar donde sucedió lo más relevante de nuestras vidas…” Y ya me tiene agarrado, y yo quiero, desde ese instante, seguirle hasta el final. Y eso es lo que me ocurre, con mucho gusto para mí.

Un antiguo conocido mío, que vive en Francia con su pareja, dijo una vez: “Bah, mi pareja y yo, cuando vamos a librerías y vemos los libros de Auster, pensamos, bah, Auster, best seller, pasando…” Me alegro muchísimo de que sólo sea un conocido y todavía más del hecho de que sea antiguo. Muy antiguo. Me alegra más que me retirara el trato y la "amistad" hace un año, porque yo no era como él dice que hay que ser.

Tengo alguna cosa que decir al respecto de ese comentario contra Paul Auster, por haber vendido mucho y ser un best-seller; quien  lo hace, deja bien claro que algo que es leído por una gran cantidad de lectores, no puede ser, bajo ningún concepto, algo digno de atención de él. No es difícil deducir, por tanto, que esa persona, si desestima altivamente los best-sellers, casi seguramente piensa que la gente que lee a alguien que vende mucho, no puede tener una catadura intelectualmente literaria tan alta como la suya; y que son sólo los libros que no son best seller, los auténticos grandes libros. Sólo una pequeña élite de lectores inteligentes y exquisitos como mi muy antiguo conocido, que despreció a Auster por obtener éste grandes ventas, podría, según él, captar la literatura de verdad; porque, supongo que él creería (quizá sin darse cuenta) que la erudición y la dificultad que ofrecen esos grandes libros sólo pueden recompensar a una pequeña élite de una riqueza interior, una inteligencia y una sensibilidad tan alta como la suya y la de los que leen a los grandes, sean clásicos o no.

A finales de los ochenta y sobre todo a principios de los noventa del siglo veinte, Javier Marías despuntó con sus novelas, por medio de un alto porcentaje de lectores, sobre todo con las novelas “Corazón tan Blanco”, “El hombre sentimental” “Mañana en la batalla piensa en mí” y con “Todas las almas” (no las he puesto en orden cronológico, sino casi al revés; qué más da). A pesar de que Marías persona no me gusta nada y me desagrada mucho en sus artículos (creo que es la cuarta vez que digo esto), esas novelas me gustaron mucho en su día; los eruditos del lugar dicen que Marías escribe “alta literatura” Podría ser cierto.

Es curioso que aunque Javier Marías no haga novelas para ser leídas por lo que mi cada vez más antiguo conocido (y quizá hasta el propio Marías) llamaría populacho, a Marías le ocurrió algo insólito con “Corazón tan blanco”. Esa novela no es precisamente fácil de leer; pero por su peculiar estilo, por atractivas reflexiones divagadoras, por una trama brillante, a pesar de no tener ésta (la trama) una gran presencia en la novela y por otras cosas que ahora no puedo precisar, la lectura de “Corazón tan Blanco” me provocó una hipnosis que me llevó a lugares de enorme belleza y profundidad, pero eso no es lo que cuenta en este lugar.

Lo que cuenta es lo que le pasó a Marías con ese libro. Antes de decirlo quiero recordar que de Javier Marías han dicho, personas muy “eruditas”, y hasta escritores reconocidos por la crítica menos complaciente, que es el mejor escritor vivo y que merece el Nobel. Como soy un miserable, no me gustaría que ganara ese premio.

Bien, Marías, sobre todo con “Corazón tan blanco” vendió mucho, y no sólo aquí; lo alucinante es que fue best-seller en Alemania, sí, insisto, best-seller en Alemania, además de haber sido traducido a un montón de idiomas.

       Supongo que pensarás, tú, que sólo puedes leer cosas que lea poca gente, (porque eres más inteligente que la gran mayoría de los idiotas entre los que me incluyo), que Marías es mal novelista por haber vendido mucho.