miércoles, 30 de septiembre de 2015

MUNDU BITXIA (ORIENTACION)


Como soy un pequeño desastre y todavía no manejo bien blogger, que esta mañana se ha tragado mis textos anteriores, empiezo el prólogo después de la primera historia de “Mundu Bitxia"; ala, que viva el cáos en internet.

PARA MIS PADRES
PARA SUSANA
PARA LOS EDITORES DE DESDE DENTRO
EN ESPECIAL PARA JON S.SEBASTIAN
(LA AMISTAD SE FUE, EL AGRADECIMIENTO NO)
PARA MIS CONTACTOS DE EMAIL
PARA MI TIO JOXE
        
¿Prologo?

            Algunos de los textos que he escrito en este libro que no podrá ser editado, y que iré publicando a pedacitos como de  página y media, tienen su germen en una depresión que padecí desde finales de enero de 2014 ,hasta primeros de Mayo del mismo año. En realidad hasta agosto de 2014; en dicha fecha empecé a  cambiar radicalmente la pauta de comportamiento que yo me imponía desde hacía mucho tiempo y de forma destructiva, por otra pauta de comportamiento radicalmente opuesta y que me está dando buenos frutos. Para que se entienda bien: llevaba años dando prioridad al deber y SOLO al deber; esto era autodestructivo, pues no conseguía hacer nada elemental debido a  mi propia presión psicológica (a mí mismo); esa presión era de una intensidad insoportable. Mi psiquiatra me dijo una cosa y la puse en práctica. Hacer lo que el cuerpo pidiera, y entonces, estando bien, relajado y feliz y aguantando las tormentas y  chaparrones de calvarios inevitables, sin abandonarme, cumplía y cumplo con todo. Aguanté el sufrimiento, porque veía que la vida tenía cosas muy buenas que yo  ni me había imaginado en el pasado. Llevo un año y un mes circulando, y  me sigo dando  muchas ostias, por falta de práctica; esta especie de rehabilitación la llevaré a cabo hasta los últimos días de  mi vida.
          Durante la depresión de 2014, fui escribiendo, por recomendación de un amigo, una especie de diario, durante dos horas nocturnas cada día, más o menos. Cuando en Mayo creía haber superado la colección de depresiones, comencé a tomar ideas de ese diario compulsivo y en ocasiones incoherente; puliendo por un lado y cogiendo por otro lado, fui haciendo escritos coherentes y dignos de ser presentados a un lector;  comencé pues, poco a poco a acumular estas historietas escritas. Posteriormente, añadí otros textos que se me fueron ocurriendo y que no han tenido como origen el diario del que he hablado.

Digo ahora y repetiré a lo largo de algunos textos que  tengo trastorno bipolar (enfermedad psíquica), además de una personalidad anancástica (obsesiva). Esa dura circunstancia deja inevitablemente, su marca en los textos. Ya explicaré en un texto de los quince (aunque al final, puede ser bastantes más) que se reúnen en este libro por entregas, en qué consiste el trastorno bipolar. Antes de hablar de lo "anancástico", haré propaganda diciendo que en 2011 unos amigos me editaron un libro titulado "Desde dentro"; gracias a una entrevista que un buen tío me hizo al respecto, se vendieron algunos libros. Pero las ventas no fueron para tirar cohetes. Para tirar un petardo y medio puede ser. Sorprendentemente, ese libro se está vendiendo ( no sé si "vendiendo" tiene acento) en Amazon. La persona que escribió el borrador mayor de ese libro (hace diez años) ya no soy yo, y ya no subscribo el constante criticismo a psiquiátricos y psiquiatras. De todas formas, unos tres psiquiatras (he tratado con decenas), se merecían el varapalo. No reniego del libro de todas formas, pues me parece entretenido y con validez literaria.

Volviéndo a lo anancástico, diré que lo único bueno que le da este estado a dicha persona, en mi caso por lo menos, es poder escribir y hablar por asociación de ideas.También dicen que sirve para ordenar bien las ideas vitales, pero eso, yo no lo he comprobado todavía. Para terminar, diré que las obsesiones en patología provocan estados difíciles y a veces insoportables.

Debido a mi obsesividad también, repito las cosas. En fin, esta colección de historias, no se salvan de esto. Pero agotaría mi salud si empezase a buscar repeticiones por todas partes (porque las hay)  intentando dejar un texto impecable sin repeticiones. Pero mi salud es prioritaria y los escritos no, en mi caso...

Siento mucho no poder complacer a la gente respecto a lo que me pide que haga: no dar vueltas a las cosas. Porque las doy. Y como doy vueltas también al hecho de que no debo darle vueltas a las cosas, pido perdón por no poder hacer eso. Por muchas ganas que le ponga. Tampoco puedo eliminar mis diez pastillas diarias a golpe y porrazo. Despacito, que queda vida y tiempo.
     Bien, y después de haber justificado mi existencia y pedido perdón por vivir, irán viniendo más textos a continuación de "La montaña rusa en un día". Eso, si no me hago un lío con el blogger, y, por error, me desaparecieran textos otra vez.



CUENTOS NIHILISTAS O DERROTISTAS



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GAZMOÑERIA, BUENISMO Y GUSTOS


    Chéjov, escritor ruso de finales del siglo XIX (murió en 1904) está considerado por los autores y críticos más duros, y consecuentemente más inteligentes (bueno, lo dejaremos pasar) como uno de los mejores escritores de cuentos literarios.

           Roberto  Bolaño, que a pesar de haber alcanzado la fama con "Detectives Salvajes" (novelon de unas seiscientas páginas) era otro gran cuentista (entiéndase la palabra por quien escribe cuentos, claro), tenía a Chéjov en los altares, y así lo tiene también al escritor Raymond Carver (que, sobre todo, escribe también cuentos). Este último también parece ser seguidor de Chéjov de forma indirecta. Resulta que Carver dice, sobre Richard Ford, que es el mejor escritor vivo (si es que Ford sigue todavía en ese estado en este mismo momento) y Ford, que ha escrito novelas y cuentos, considera a Chéjov como al gran maestro del cuento a pesar de ser un admirador tardío del ruso.

                 En un libro de una editorial llamada “The Ecco Press” se publicaron veinte cuentos que Ford escogió de entre los más de seiscientos que escribió el ilustre y clásico ruso Anton Chéjov. La reseña de la contraportada de este libro dice: “El genio de Chéjov estalla en esas pinceladas, retazos de vida crepusculares, pesimistas (qué guachi), a veces irónicos y siempre lúcidos, reflejo de una realidad que comienza a disolverse envuelta en su mediocridad y falta de aliento”. Es alentador leer esto, por eso he dicho la chorrada del “qué guachi”. Pero hay que comprender a Chéjov. Este hombre no estaba cegado por ningún tipo de creencia o de moral ortodoxa ni heterodoxa, y por eso escribía desde el rechazo hacia la finalidad moral de las obras tradicionales, donde podría estar Tolstoy bastantes veces. Por cierto, no he leído casi nada de ellos, pero sí más que un poco a los sabios o no sabios que escribían y escriben sobre  ellos. Aunque "La muerte de Ivan Illich", novela corta de Tolstoi es, para mi gusto, una genialidad. Ese libro sí me lo leí, como es obvio.

             En otro libro de cuentos de Chéjov, en el prólogo anterior a dichos cuentos, alguien hablaba de que las historias de Chéjov partían de unos personajes abocados a un desasosiego que la historia del cuento no resuelve. No resuelve nada, en contra de los finales felices de muchas películas y hasta de muchas novelas. Y por lo visto ahí está la grandeza de Chéjov; en contar cosas cotidianas y normales de forma genial y con maestría, a pesar de la insulsa y mediocre vida de sus protagonistas, o incluso gracias a esa mediocridad o desasosiego permanente sin resolver. Esta última frase no pretende desacreditarlo ni de lejos. Aunque me asusta.
        Roberto Bolaño,  es, dicen, un genio, sobre todo  ahora que ya está muerto; y como ya he dicho antes sigue la tendencia de Chéjov; y también la de los otros grandes o minúsculos seguidores de esta tendencia de tipo "rutina tediosa" o de "desasosiego sin resolverse en fáciles y felices  finales"; a mi los cuentos de Bolaño me gustan un poco y a la vez no me gustan nada.
         Bien, mis escritos  no eran así siempre; por lo menos en siete o más casos de los reunidos en “Hacia fuera”. Pero otros, eran todavía más duros. Digamos que empiezo a controlar y a distinguir mis sombras atormentadas de mis estados soleados y de libertad interior, y eso se refleja en mis escritos (a veces lo veo todo muy bonito,  (pero con reservas) y  otras veces me invaden los tormentos)).  

         Yo, que soy más grande que Chejov (de estatura física), en  ciertos casos, no  huyo de la finalidad moral de cada historia. Me la  encuentro casi sin darme cuenta, y no la rechazo. (¿No seremos, de alguna manera, unos cínicos, cuando decimos, SIEMPRE, lo de “Hay que ser positivos” mientras luego se ensalza a melancólicos imperturbables?)
        Lo mío, pues,  en esos textos soleados, sería por tanto una “insoportable gazmoñería sensiblera; desagradablemente sentimental, en fin” Un ridículo buenismo que quiere tapar el sol con un dedo; una bonachonería fuera de lugar, pues en el fondo soy un cabrón, y la vida es una mierda que debemos de reflejar como tal, aunque yo no lo haga en varios de mis escritos y círculos sociales.

              Lo dicho en el párrafo anterior, sinceramente, no sé si es verdad o no. Pero Chesterton tenía brillantes y luminosos finales, que gustaban al mismísimo Borges. Gustos.
      No me extrañaría que alguien pensara que  a ver cómo me atrevo a compararme o cuestionar al ilustre Chejov o poner como ejemplos a Chesterton o a Borges, cuando hablo de mí. Ese alguien no ha entendido. O igual sí, y soy un idiota y un soberbio integralmente estúpido. Todo puede ser.
                                           .

LA MONTAÑA RUSA EN UN DIA


Este día sucedió tal como se cuenta; hace mucho tiempo que no me siento así.
 

Para G.B, amigo, santo Job, y héroe personal.

Y para los pesimistas y deterministas ,a cuyo grupo he pertenecido yo durante X días, semanas  y hasta años.
 

              El tres de abril de 2014, al individuo que salió de casa de su novia a comprar un bocata (no estaba en condiciones de cocinar, ni de ir a casa de sus padres), las cosas más naturales, filtradas por su interior desvirtuado, le parecieron perversas.

Sin ir más lejos, cuando eran las dos de la tarde, tenía la impresión, nada menos, de que el abismo se caía sobre la calle (Si es que esto fuera espacialmente posible, que no lo parece). El clima presentaba una cara monstruosa. Camino de la cafetería donde iba a comprar el bocata, y siempre según él, no era sólo que no hubiera sol, es que parecía que se acercaba el fin del mundo; el fin más absoluto y sin esperanza alguna; le parecía que estaba a punto de caer un diluvio universal creado por el mismo demonio; y vio y sintió un cielo oscuro, con contrastes perversos y malignos, sí, había maldad en el viento y en el cielo, y sentía también como si la naturaleza se mostrase despiadada con esos árboles que se movían de un lado a otro, con ese viento que impedía avanzar; las caras de la gente parecían todas, todas, tan viles…

Llegó a la cafetería y entró a comprar el bocata; y aquello pretendería ser un refugio, pero qué refugio más lamentable: La luz misma parecía estar a medio gas y había un camarero al que las palabras gracias, un momento por favor, qué quería, le debían de parecer demasiado empalagosas; y así las cosas, el camarero le preguntó a nuestro amigo, casi de mal humor, que a ver qué quería (no dijo qué coño quería pero el tono se parecía mucho al tono prepotente de esa expresión); el individuo pidió su bocata…

Mientras el bocata estaba siendo preparado, llega a sus manos un periódico guipuzcoano, que se congratulaba sin mucho disimulo del aparente fracaso absoluto de la coalición gobernante en la ciudad de San Sebastián, a la hora de preparar la capitalidad europea de dicha localidad en 2016; responsabilidades y demás; y todas las noticias le parecían hechas con intención de herir cualquier mínima sensibilidad; tanto como la misma calle, que volvió a observar nuestro amigo desde el bar, ya que parecía que ésta iba a explotar en el vacío, aunque ni una gota caía. Mientras hojeaba el periódico, se sentía un extraño en sí mismo, un fiasco de persona, un fracaso con patas al que las páginas le observaran con subjetivo e impropio estupor y se iba llenando de asco, probablemente el que él mismo tenía por todo lo que se le presentaba delante de sus narices en ese momento.

Y en el bar ve a dos antiguos compañeros de un equipo de fútbol; 16 años tenían en aquella época; han pasado 26 años; Dios mío, el tiempo es también, le parece, cree, perverso; están tan viejos, qué fue de sus sueños, y cómo le verán a él, que tanto ha engordado; ni les saluda; nunca hubo relación: Llega el bocata a la barra del bar, metido en una especie de bolsa de papel minúscula. No, eso no era una bolsa. El camarero la señala y dice en voz alta el precio, casi sin mirarle. El individuo que había salido a comprar el bocata le pide al camarero, con el poco valor que le quedaba ya, sólo una bolsa por favor, mientras paga y recoge las vueltas; pero el camarero vuelve a señalar el paquetito con la barbilla como toda despedida. El cliente parece no tener nunca la razón. El individuo se va. Vuelve a casa de su novia, caminando dolido por la calle desolada y violenta de las dos y cuarto de la tarde. Ya en casa y después de lo que le ha parecido toda una expedición a un más allá infernal, nuestro personaje, entonces sí, se derrumba, cae en otro día de derrota y llora, llora a gritos, desde lo más adentro, desde la sangre que siente congelada en sus venas, todo fuera, todo; y por fin cae rendido en la cama.

Casi sin transición, a ese individuo se le cambia el ánimo hacia las cuatro y cuarto de la tarde; se siente bien. Nuestro amigo se reúne por la noche, en un bar cuyo nombre omito, con tres chicas y un chico; y ahí todo es agradable (Que viva la montaña rusa, sin tiempo para asimilar ni analizar nada); se piden hamburguesas, el chico y ellas cervezas; la conversación es animada, el mundo es otro, la vida siguiente a la que se vivió ese mismo día de dos a cuatro de la tarde. Las luces brillantes del bar, la música y la risa fácil producían momentos de auténtico bálsamo anímico. Al individuo le hacen una pregunta curiosa, mejor dicho una petición; y éste, que es un escaparate abierto, cuenta todo entre risas; no tiene ninguna gana de estropear el buen momento, no son risas cínicas en absoluto, sino risas liberadoras, risas cálidas, ironías y bromas rozando el sarcasmo sano; y cuenta, sí, lo que viene sucediéndole desde hace más de dos meses. Y lo que se ríen entre todos. No lo hace queriendo. Sale así, se siente bien, seguro, tranquilo, porque la promesa apocalíptica del cielo del mediodía se había convertido en compañía cariñosa y acogedora. Y qué bien estuvieron. Y qué curiosa la vida. A los depresivos no me hace falta explicarles cómo se levantó al día siguiente nuestro personaje.

La vida sigue después, a cada segundo; y nosotros, nosotros hacemos lo que podemos…



Bataren atzetik bestea, egun multzoa, eta horri, jendeak deritzo bizitzea, ta zeatik deritzo bizitzea?” Joxe Mari Iturralde.

"Uno detrás de otro, un montón de días; y a eso la gente le llama vivir, ¿Y por qué le llama vivir?"·

Letra de Joxe Mari Iturralde en una preciosa canción (by by gizontxo) de Ruper Ordorika. Merece la pena ser escuchada.